Publicado 15/11/2025 10:29

Jara se mide a las derechas chilenas en una primera vuelta con cinco millones de nuevos electores 'obligados'

La inmigración irregular, la economía y la delincuencia, marcan unas presidenciales en las que la izquierda no tendría nada que hacer en segunda vuelta

La candidata presidencial Jeannette Jara, del Partido Comunista de Chile.
La candidata presidencial Jeannette Jara, del Partido Comunista de Chile. - Europa Press/Contacto/Cristobal Basaure Araya

MADRID, 15 Nov. (EUROPA PRESS) -

Los chilenos acuden este domingo a votar en una primera vuelta de las elecciones presidenciales con hasta ocho candidatos --con la apuesta del oficialismo Jeannette Jara y el ultraderechista José Antonio Kast como virtuales oponentes en segunda ronda--, así como para renovar la Cámara de Diputados y la mitad del Senado.

Las de este domingo también están marcadas por un aumento del censo, después de que el Congreso estableciera en 2022 como obligatorio acudir a las urnas. Si en anteriores comicios se estima que participaron entre siete y ocho millones de electores, desde que se estableció la nueva norma la cifra ha superado los trece millones, como muestran las elecciones locales de 2024.

Según la ley electoral, desde hace dos semanas no hay sondeos en Chile, pero sí debates televisados y diversos actos de campaña, la cual cerró este jueves con actos multitudinarios, como los de Jara y Kast, que aprovecharon para defender sus modelos y lanzar algún que otro ataque a su previsible gran rival en esta primera vuelta, para la que tienen opciones dos más: Johannes Kaiser y Evelyn Matthei.

La papeleta electoral está repleta de candidatos de la derecha --algunas tradicionales como la de Matthei y otras como la que representa el antivacunas Kaiser, que ensalza sin tapujos la dictadura militar--, algún que otro independiente y entre todos ellos Jara, exministra de Trabajo hasta abril.

CANDIDATOS

Jara, la primera militante del Partido Comunista en aspirar a gobernar el país, encabeza la candidatura Unidad por Chile tras ganar claramente en las primarias del oficialismo, impulsada por su gestión en el Gobierno de Gabriel Boric, donde su papel resultó clave para reducir la jornada laboral a 40 horas semanales.

En esa segunda vuelta que se da por segura --fijada para el 14 de diciembre--, Jara se toparía con uno de esos tres candidatos de la derecha antes mencionados, ante los que no tendría nada que hacer, según las encuestas y el más que previsible llamamiento entre las derechas a votar por quien sea rival de la exministra.

A diferencia de Jara, los candidatos de la derecha no han pasado por primarias, por lo que esta primera ronda se antoja una suerte de ellas. El mejor situado para la segunda vuelta es Kast, un viejo conocido en este tipo de lides. Hasta tres veces ha intentado el ahora candidato del Partido Republicano llegar a La Moneda.

Kast ha apostado en campaña por hablar de economía, lucha contra la inmigración irregular e inseguridad hasta convertirlo en el eje principal, obviando los puntos de la llamada guerra cultural que tanto mermaron sus aspiraciones pasadas. Un guante que sí ha cogido Kaiser, que aspira a ser el Javier Milei chileno.

Kaiser lidera el Partido Nacional Libertario, una escisión de la formación de Kast, a quien llega a reprochar incluso haberse moderado. Se autodefine como reaccionario, es un entusiasta de las armas y representa una ultraderecha muy neoliberal en lo económico y conservadora socialmente.

A Matthei, representante del conservadurismo clásico y con apoyos en el centro, le han penalizado tanto sus deslices --justificó el golpe de Augusto Pinochet--, como el empuje de Kast y Kaiser, que le han obligado a defender, por ejemplo, políticas de mano dura contra la inmigración para no perder votos en la derecha.

HORIZONTE A LA DERECHA

Aunque Jara tiene posibilidades de ganar en primera vuelta, por el contrario cuenta con un escenario mucho menos propicio en diciembre. A pesar de haber sido uno de los miembros más destacados del gabinete de Boric, en otra paradoja, haber formado parte de él también le ha mermado debido al desgasta del Gobierno.

No así las derechas, que han sabido capitalizar los que han sido los grandes retos, casi desde el principio, del Gobierno de Boric: la delincuencia, a pesar de ser uno de los países más seguros de la región, y la inmigración irregular.

En Chile viven de manera irregular unos 337.000 extranjeros, en su mayoría de Venezuela. La derecha no ha racaneado a la hora de relacionar este tipo de migración con la delincuencia, para cuya solución proponen mano dura, una dinámica que se repite en toda la región, rehén de una histórica y endémica desigualdad.

Kast ha propuesto la construcción de cárceles de máxima seguridad al estilo Nayib Bukele en El Salvador, Matthei apuesta por reforzar la presencia de la Policía en las calles y Kaiser, además de la expulsión masiva de extranjeros, se ha mostrado partidario de replicar políticas de seguridad como las de Donald Trump, como el traslado de criminales de otros países condenados a prisiones fuera de territorio chileno.

Jara también ha hablado de inversiones millonarias para reforzar la seguridad y las fronteras, si bien, al igual que el actual Gobierno, apuesta por programas de integración para extranjeros y ha insistido en apuntar hacia las finanzas del crimen organizado persiguiendo el blanqueo de capitales.

LOS CINCO MILLONES DE 'OBLIGADOS'

Estas son las primeras presidenciales en las que entre cinco y seis millones de chilenos que no solían votar tendrán que hacerlo bajo pena de multas económicas, que oscilan entre los 30 y los 100 euros, aunque existen excepciones, como enfermedad o discapacidad acreditada, o estar fuera del país.

Desde la reforma aprobada por el Congreso en 2022, ha habido cuatro votaciones y fueron trece millones quienes metieron la papeleta en la urna de los 15,6 millones que están registrados de manera automática en el censo.

El perfil de este nuevo votante aún no está claro, aunque imprevisible por su desinterés en política, derivaría hacia la derecha, según algunos análisis que apuntan a que resultó clave para tumbar la propuesta constitucional de Boric y para la clara victoria del partido de Kast en las elecciones al Consejo Constitucional, el órgano que se encargó de discutir una nueva propuesta de la Carta Magna.

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