MADRID, 5 Oct. (EUROPA PRESS) -
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han reafirmado este lunes su compromiso para "avanzar juntos" en los "temas comunes", y han reiterado la "importancia" de una "estrecha cooperación" entre el país norteamericano y el bloque europeo en el Indo-Pacífico.
Biden y Von der Leyen han conversado por teléfono en la noche de este lunes en una llamada que muestra que Estados Unidos y la UE "son amigos y aliados" y en la que han hecho un balance en materia de clima, defensa, la pandemia de la COVID-19 o geopolíticas "clave", según ha apuntado la presidenta de la Comisión Europea a través de su perfil de Twitter.
Desde la Casa Blanca han precisado que en la conversación, los líderes han tratado también la "relevancia" del Consejo de Comercio y Tecnología entre ambas partes, que se reunió recientemente en Pittsburgh para "garantizar que las normas del comercio mundial y las tecnologías emergentes se arraiguen en los valores democráticos y los principios del mercado" y "aborden las preocupaciones compartidas de la cadena de suministro".
También, han ahondado en la necesidad de "permitir los flujos de datos transfronterizos" y de "igualar las condiciones del sistema fiscal internacional".
Por otro lado, en la llamada, Biden ha aplaudido la renovación de la cooperación entre Estados Unidos y la UE en relación con la COVID-19 y la adopción de medidas para hacer frente a la crisis climática.
Además, entre otros temas, ambos han discutido sobre los Balcanes Occidentales, una cuestión sobre la que el presidente estadounidense ha transmitido su "firme apoyo" a la "continuación del proceso de adhesión de los países de esta región".
Igualmente, Biden ha subrayado ante Von der Leyen la "importancia de una estrecha cooperación entre Estados Unidos y la UE en el Indo-Pacífico", después de la polémica generada con el bloque y Francia tras el anuncio del acuerdo AUKUS --entre Estados Unidos, Australia y Reino Unido--.
La alianza pilló por sorpresa a la UE, con París como principal damnificado, ya que supone la ruptura abrupta de un contrato millonario con Canberra para fabricar submarinos de diseño francés.