Publicado 07/09/2019 08:23

Erradicar la pobreza infantil en África, un objetivo lejano

MADRID, 7 Sep. (EUROPA PRESS) -

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) figura la erradicación de la pobreza "para todas las personas del mundo", pero, con los datos actuales sobre la mesa, parece ya inviable que se pueda alcanzar esta meta en el caso a la infancia de África. Los niños de este continente supondrán más de la mitad de los pobres del mundo en 2030.

La ONU estima que unos 783 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza internacional, es decir, con menos de 1,90 dólares al día. La zona meridional de Asia y el África subsahariana concentran a la mayoría de estas personas y, en el caso de esta última zona, las cifras no son especialmente alentadoras.

Un informe del Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI, por sus siglas en inglés), un 'think tank' británico que analiza periódicamente este tipo de datos, advierte de que más de 304 millones de niños del África subsahariana --dos de cada cinco-- vivirán en condiciones de extrema pobreza en el año 2030, fecha en la que teóricamente deberían cumplirse los ODS.

Este dato evidencia la concentración de la pobreza infantil en la región, ya que en 2018 suponía el 43 por ciento del total. Con respecto a las cifras del año 2000, la proporción se ha multiplicado por tres, ha advertido ODI, que ha llamado a los gobiernos africanos, a los países donantes, a las agencias internacionales y a las organizaciones de la sociedad civil a prestar atención a la emergencia.

El 'think tank' estima que, de media, unos 87 millones de bebés nacerán en un entorno de pobreza en la década siguiente, lo que lastra el desarrollo tanto de las personas como de la sociedad en su conjunto. Vivir sin los mínimos recursos en los primeros años de vida se asocia con carencias en el desarrollo cognitivo y, durante la edad escolar, va aparejado a mayores tasas de abandono y desigualdad de género, entre otras cuestiones.

ESTRATEGIAS

El ODI ve "obvio" que, dado que la pobreza económica es en sí mismo el problema, se incrementen las ayudas financieras a quienes la sufren. Solo el 16 por ciento de los niños africanos viven en hogares que reciben alguna de estas transferencias y en la mayoría de los casos son insuficientes para lograr mejoras definitivas.

Los estudios realizados en Ghana, Liberia y Níger demuestran que entregar 50 dólares por mes a una familia mejora el nivel de consumo entre un 12 y un 17 por ciento y contribuye a reducir la tasa de pobreza en un 40 por ciento. De extenderse a toda la región, habría supuesto la salida de la pobreza de 116 millones de niños en 2018.

Sin embargo, el ODI admite que estas transferencias son solo "una solución parcial" a un problema que requiere también de medidas presupuestarias más amplias, aumentando el gasto y favoreciendo la igualdad social. En este sentido, ha abogado por unas finanzas públicas redistributivas y por priorizar la provisión de servicios básicos.

Los expertos consideran que la política fiscal es en la mayoría de los casos demasiado regresiva y dependiente de impuestos indirectos o sobre la propiedad, lo que se traduce también en una margen de actuación limitado para que las autoridades puedan introducir mejoras en sectores como la atención sanitaria o la educación.

Esta educación es precisamente otro de los potenciales pilares para la salida de la pobreza, por lo que el instituto británico aboga por invertir en formación y eliminar las barreras que impiden a las niñas y adolescentes desarrollarse al mismo nivel que sus compañeros varones.

Del desarrollo adolescente depende en gran medida el aprovechamiento del potencial económico de un país, ya que el ODI estima que cada año entre 2018 y 2030 unos 246 millones de africanos de entre 15 y 24 años se incorporarán al mercado laboral.

En términos generales, el informe asume que existe un problema global de concienciación en cuanto a los retos que siguen pendientes en África y, en particular, en el desarrollo de la población infantil. Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) demuestran que los fondos donados al África subsahariana han pasado de 46.100 millones de dólares en 2013 a 41.700 millones de dólares en 2018.

La proporción de esta ayuda que va a parar a países considerados "frágiles" también ha descendido, pese a que es en ellos donde se concentra el mayor nivel de pobreza.

El ODI advierte de que, si no se ataja a tiempo, "el rostro de la pobreza mundial en 2030 será cada vez más el de un niño africano". Sin embargo, también recuerda que en su informe plantea solo resultados "posibles" y que no está definido "el destino de las naciones".