Actualizado 19/10/2015 16:46

Fantasmas en la guerra de las Malvinas

Veteranos guerra malvinas
Foto: LARA LUSSÓN/NOTIMÉRICA

BUENOS AIRES, 13 May. (Lara Lussón - Notimérica) -

La guerra de las islas Malvinas entre Argentina y Reino Unido comenzó el 2 de abril de 1982. Hoy, treinta y tres años después, muchos de los argentinos que tuvieron que acudir a reconquistar esas tierras aún no han sido reconocidos como veteranos o excombatientes del conflicto, lo que les priva del acceso a algunos beneficios gratuitos como la sanidad a cualquier nivel, la educación de sus hijos o la vivienda para quienes no pueden costeársela. Aunque fundamentalmente les priva del honor de ver que el Estado- que les envió a esa guerra por encontrarse en el periodo militar sin opción a decir que no- reconoce el servicio que prestaron a la nación.

Durante los dos meses y medio que duró la Guerra del Atlántico Sur murieron 649 de los cerca de 8.000 argentinos que fueron llegando a la contienda. De ellos, diecisiete pertenecían al grupo de 400 que no llegó a poner un pie en las Malvinas, sino que se quedaron en las provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, desde donde defendían las bases terrestres que tenían la misión de abastecer a las islas y que "los ingleses atacaban pese a ser consideradas zonas de paz".

Son precisamente ellos, los conocidos como TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur), los que llevan siete años acampados frente a la casa de Gobierno, solicitando un reconocimiento que tarda tanto en llegar que ya se ha cobrado la vida de diez de los compañeros que llevaban años viviendo bajo un plástico en la plaza de Mayo de Buenos Aires. Se refieren a la ley 23109, de 1990, que asegura cobertura de salud, vivienda, un trabajo en el Estado, y unos 15 mil pesos entre pensiones de la Nación y provinciales. Llegados a este punto, parece que el dinero es la menor de sus preocupaciones.

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A Marcos Medina, el portavoz del campamento, le apodan 'Oso Blanco', a priori por su corpulencia y estatura, pero esta misma definición contrasta con lo pequeño que parece -como la mayoría de sus compañeros- cuando relata lo sucedido en la Patagonia argentina hace más de tres décadas. Por supuesto, al drama de una guerra se suma la frustración de ver que para su país son como fantasmas que jamás hubieran estado allí.

Medina lamenta que "un tema socio-económico y político" les dejó fuera de los reconocimientos, "del honor de tener una insignia por haber participado en el conflicto". "Nos mandaron cerrar la boca y volver a casa sin comentar nada y nos dejaron fuera de todo beneficio", repite mientras culpa al expresidente Carlos Ménem de haber llegado a un acuerdo cívico-militar por el cual se reconoció únicamente a los fallecidos y a los militares con rango, dejando fuera del pacto a los soldados rasos. A cambio, se ocultaba la información sobre las incursiones inglesas en territorio argentino que violaron el TIAR (Tratamiento Interamericano de Asistencia Recíproca), que sentencia, desde 1947, que ningún país europeo puede realizar incursiones en uno americano.

Treinta años después, el ministerio de Defensa, bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, sigue negando la resolución de este capítulo, pese a haberles asegurado que en abril habría una respuesta definitiva. "Dicen que están trabajando para hallar la solución y cotejando documentación que acredite los informes de los libros de guerra que nosotros presentamos", explican algunos de los excombatientes que se muestran indignados porque la máxima responsable de Gobierno "envía a sus secuaces" a dialogar con ellos "en lugar de dar la cara".

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En medio de una concentración frente a la Casa Rosada, Medina explica que en su caso particular tuvo que recoger los restos de diez compañeros que fallecieron en una misión de combate en Santa Cruz cuando derribaron su helicóptero. "¿Yo, que iba en el helicóptero de detrás, que tuve la suerte de no morir pero recogí los restos de todos mis compañeros y los tuve que meter en bolsas de plástico, no tengo ningún reconocimiento? Parece que teníamos que haber muerto para estar reconocidos".

Ni siquiera reclaman la posesión de las Malvinas, esa es una discusión entre Gobiernos que tienen que solucionar por la vía de la paz, aseguran. "Nosotros solo queremos que reconozcan la función que cumplimos, los trabajos que hicimos en defensa de la recuperación de las islas".

7 AÑOS Y 10 MUERTES

El campamento de los TOAS en la plaza de Mayo parece que se ha mimetizado con el paisaje. Desde hace siete años, se encuentra a medio camino entre la catedral y el cabildo, a tan solo cien metros de la entrada a la Casa desde la que se toman todas las decisiones gubernamentales.

Con cara de agotamiento y el mismo sentimiento de pena, estos soldados obligados a serlo cuando tenían entre 18 y 20 años agradecen el interés por su causa. "Hace muchos años que nuestra lucha ya no interesa", se lamenta Carlos Parola.

De sus 53 años, siete los ha vivido bajo lonas y palos convertidos en una casa improvisada en el centro de Buenos Aires. Una casa que pese a todo transmite una sensación de hogar por el compañerismo que muestran entre sí todos los que se turnan desde 2008 para hacer noche allí y evitar que la policía desmonte el acampe. Es el más largo de la historia argentina.

"Es muy triste que tu país no te reconozca, que tu Gobierno no te atienda. Yo no quiero que me den beneficios, solo los títulos y honores que me corresponden. Eso sería mi paz", asegura Parola.

Piensan seguir acampados hasta que sus cuerpos digan 'basta', se lo deben a los diez compañeros que han perdido en el camino desde que empezó su protesta más visible. Amigos que han muerto de pena, de angustia e incluso por falta de alimentos. El último, el pasado 21 de abril, falleció como consecuenciade la huelga de hambre que realizaron durante cincuenta días en el otoño de 2012.

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Al año de llegar, la "señora presidenta" -como la ha bautizado Parola- reclamaba en Francia los derechos humanos a nivel internacional para la liberación de Ingrid Betancourt (secuestrada por las FARC). "Y ella, madrina de los derechos humanos, no se da cuenta de que frente a su casa de Gobierno tiene a los veteranos de guerra que fueron a defender sus tierras".

La tachan de hipócrita al recordar que coincidiendo con el día en que terminó su huelga de hambre, el 10 de diciembre, Fernández de Kirchner festejó un acto proclamando 'memoria, verdad y justicia'; pero prohibió que ninguna cámara enfocara el campamento. "El pueblo se divirtió, pero nosotros vivimos una terrible indiferencia", lamentan.

Para Daniel Santa Cruz se hace difícil hablar del asunto. Le pesa recordar aquellos años y el momento que viven ahora, pero saca fuerzas para denunciar una situación que considera absolutamente injusta. "A pesar de que no cruzamos a Malvinas, sí que estuvimos en la acción directa con el enemigo, por desgracia. Tuvimos a los ingleses prisioneros en el continente. ¿Cómo se entiende que digan que nosotros no estábamos en la guerra?".

"Sin lucha no hay justicia en este país". Es el lema de todos. Por ello, mientras la situación no se resuelva, continuarán con su protesta, reclamando los derechos que merecen producto de unas obligaciones que les fueron impuestas.