Actualizado 28/07/2009 19:50

Honduras, un polvorín inquieto por el golpe de Estado

Por Esteban Israel

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - "Prohibido entrar con armas", advierte un cartel en la puerta de un restaurante en la capital de Honduras, un país con altos niveles de delincuencia y armado hasta los dientes donde algunos temen que se desate la violencia tras el golpe militar del mes pasado.

Si alguien en Honduras quisiera tomar las armas en respuesta al derrocamiento del presidente Manuel Zelaya, no tendría que ir muy lejos. Pero, aún a la policía no le preocupa una guerra civil por la crisis política, según un portavoz.

"Corremos un riesgo alto porque es muy fácil obtener armas aquí en Honduras", dijo Leyla Díaz, del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (CIPRODEH) en Tegucigalpa.

Y es que en esta empobrecida nación de Centroamérica, así como en otros países de la región como Guatemala o El Salvador, las armas están por todas partes.

"Es importante que se vean, para intimidar", explicó Carlos Martínez, un guardia de seguridad parado delante de un hotel de Tegucigalpa con un revolver Taurus calibre 38 plateado colgando del cinto al mejor estilo vaquero.

En la acera de enfrente, otro guardia privado dormitaba apoyado en su escopeta calibre 12, el mismo tipo de arma de alto poder que empuñaba otro hombre delante del restaurante francés a la vuelta de la esquina y otro frente al banco unos metros más allá.

Y esas son sólo parte de las 280.000 armas registradas.

"Calculamos que hay otro medio millón de armas de fuego ilegales en el país, aunque bien podrían ser el doble", dijo Díaz, del CIPRODEH.

"Como consecuencia, tenemos una de las mayores tasas de homicidios per cápita del mundo", dijo la activista a Reuters.

El índice de homicidios en Honduras fue de 57,9 por 100.000 habitantes en el 2008, según el Observatorio de la Violencia, un proyecto de Naciones Unidas y la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Y la violencia parece imparable en un país de siete millones de habitantes donde la televisión muestra cada noche imágenes de cuerpos acribillados. El año pasado hubo 4.473 homicidios, un 25 por ciento más que en el 2007, según el Observatorio.

¿GUERRA CIVIL?

La policía reconoce el problema, pero dice no temer a un baño de sangre a raíz del golpe de Estado, como advirtió el presidente de Costa Rica y mediador en las frustradas negociaciones, Oscar Arias.

"Es cierto que hay una fuerte cantidad de armas automáticas ilegales, principalmente fusiles de asalto AK-47", dijo a Reuters el portavoz de la policía, inspector Daniel Molina.

"Es un riesgo, pero no nos preocupa una guerra civil. Aquí no hay grupos guerrilleros que pudiesen darle una utilidad bélica a esas armas", añadió.

De hecho, no hay señales de que los opositores al golpe estén armados. El único muerto por armas de fuego ha sido hasta ahora un manifestante abatido en un choque con militares cuando Zelaya intentó regresar al país a comienzos de julio.

El arsenal ilegal de Honduras es la herencia de la década de 1980, cuando el país fue plataforma de la contrarrevolución en la vecina Nicaragua.

La situación se agravó durante los últimos años, a medida que Honduras se fue convirtiendo en un corredor del tráfico de drogas hacia Estados Unidos y armas hacia América del Sur.

Muchas de las armas ilegales están en manos de las "maras" o pandillas del crimen organizado, pero cualquiera puede hacerse de un AK-47 por apenas 500 dólares.

"Si un arma aquí vale 10.000 lempiras (unos 526 dólares), en el mercado negro cuesta 5.000", dijo Oscar Soriano, gerente de una armería en San Pedro Sula, violento corazón industrial de Honduras a 250 kilómetros al noroeste de Tegucigalpa.

Parte del problema son las facilidades y falta de controles para adquirir legalmente armas de fuego en Honduras, donde sólo comenzaron a registrarse en el 2004.

"Nuestra legislación es muy permisiva. Cualquier persona mayor de 18 años está facultada a portar hasta cinco armas de fuego", dijo Díaz, la investigadora del CIPRODEH.

Como recordatorio del riesgo en un país convulsionado por el golpe de Estado, dos jóvenes murieron el domingo en Tegucigalpa en un tiroteo entre hinchas y policías después de un partido entre los equipos de fútbol Olimpia y Motagua.

"Lo que ocurre es que el país vive un estado de violencia", dijo el presidente de la Liga Nacional de Fútbol, Mario Prieto.