MADRID, 3 Nov. (EUROPA PRESS) -
El primer ministro iraquí, Adil Abdul-Mahdi, ha pedido este domingo la normalización de la vida del país tras las intensas protestas que han sacudido el país en las últimas semanas.
"Ha pasado un mes en la que se han paralizado los colegios, universidades y gran parte de la vida pública. Es el momento de que la vida vuelva a la normalidad en los mercados, colegios y universidades para que puedan abrir sus puertas", ha afirmado Abdul-Mahdi, según recoge la prensa iraquí.
Estos disturbios tendrán consecuencias adversas a largo plazo para los iraquíes de a pie, ha advertido Abdul-Mahdi, quien ha mencionado en concreto el desabastecimiento de mercancías procedentes del extranjero o de subidas de precios. "Todo el mundo pagará el precio, en especial los pobres", ha reseñado.
Además, Abdul-Mahdi ha subrayado que se han suspendido eventos como la Feria Internacional de Bagdad o la presentación de los presupuestos para 2020 en el Parlamento. Así se está espantando a los inversores "preocupados", "tanto nacionales como extranjeros".
Para el mandatario se han tomado las medidas necesarias para facilitar el retorno a la normalidad. "Hemos reducido los horarios del toque de queda. Lo importante para el Gobierno es que se vuelva a la vida normal con el objetivo de proteger los derechos de la gente, incluidos los de los manifestantes pacíficos y evitar los incendios provocados y las agresiones", ha argumentado.
Esta vuelta a la normalidad no es incompatible con las formas "legales" de protesta, ha señalado. "Los manifestantes pueden expresar su opinión sin afectar la vida o los intereses públicos y privados. Depende de ustedes y este es uno de sus derechos", ha indicado.
"Su presencia en las plazas para expresar sus opiniones nos apoya para presentar reformas y aplicarlas y ese es uno de los factores más esenciales de la reforma y la presión si se hace de forma legal, de una forma correcta", ha remachado.
Más de 250 personas murieron en el mes de octubre por el lanzamiento de botes de gas lacrimógeno y balas de goma contra los manifestantes que protestan por el paro o la corrupción. Estos proyectiles han causado la muerte en casos de impacto en cabeza o pecho.