Publicado 16/02/2021 15:28

Libia.-Libia encara el décimo aniversario del levantamiento contra Gadafi en otra transición y a la espera de soluciones

Manifestación en febrero de 2011 contra el entonces líder de Libia, Muamar Gadafi
Manifestación en febrero de 2011 contra el entonces líder de Libia, Muamar Gadafi - JOHN MOORE/GETTY IMAGES - Archivo
Combatientes del Gobierno de unidad de Libia El general Jalifa Haftar

El conflicto y la fragmentación política han impedido dar respuesta a las múltiples crisis en el país

MADRID, 16 Feb. (EUROPA PRESS) -

Libia encara este miércoles el décimo aniversario del inicio del levantamiento popular que se saldó en octubre de 2011 con la captura y ejecución del entonces líder del país, Muamar Gadafi, en un momento en el que los esfuerzos para intentar poner fin al conflicto y la separación administrativa posterior parecen fructificar y a la espera de soluciones a las necesidades de una población muy castigada.

Las protestas, enmarcadas en la conocida como 'Primavera Árabe', arrancaron para denunciar la corrupción y los abusos por parte de las autoridades, así como para reclamar una democratización, y derivaron el 17 de febrero en el 'Día de la Revuelta', con epicentro en el este del país, lo que llevó a una dura respuesta por parte de las fuerzas de seguridad.

Las denuncias sobre la muerte de manifestantes por el uso de fuego real en las protestas encendió aún más los ánimos y extendió las movilizaciones a la capital, Trípoli, tras lo que Gadafi compareció para rechazar las exigencias de los manifestantes, a los que tildó de "perros callejeros".

La situación derivó rápidamente en un conflicto después de que grupos rebeldes se hicieran con varias ciudades en el este del país, recapturadas rápidamente en una ofensiva militar del Ejército que llevó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a aprobar una resolución autorizando medidas para "proteger a los civiles".

Esta resolución, que contó con la abstención de Rusia y China, fue la base para una posterior intervención de la OTAN creando una zona de exclusión aérea y sus posteriores bombardeos contra posiciones del Ejército, que cristalizaron en la operación que posteriormente se saldó con la captura y ejecución de Gadafi el 20 de octubre en Sirte.

El fin del conflicto dejó un país altamente fragmentado a nivel político, militar y territorial, algo fomentado por la ausencia de una autoridad central fuerte, reflejo de las políticas impulsadas por el propio Gadafi, lo que supuso las primeras fracturas en el Consejo Nacional de Transición (CNT).

Este contexto permitió el florecimiento de cientos de organizaciones y llevó a la celebración de unas históricas legislativas en julio de 2012, si bien las continuadas diferencias políticas llevaron a unas segundas parlamentarias en 2014 que, a la postre, provocarían una separación administrativa alimentada por la falta de control de los grupos armados por parte de los grupos políticos.

Estas milicias, que lograron importantes cuotas de poder local a raíz de la victoria frente a las fuerzas de Gadafi, se mostraron reacias a la hora de unirse a unas fuerzas de seguridad unificadas y pusieron trabas al proceso de transición hasta el estallido de la crisis en 2015.

Las elecciones de 2014, en las que las formaciones islamistas perdieron mucho peso, derivaron en una disputa política tras la decisión del Tribunal Supremo de invalidar el proceso por una enmienda constitucional, lo que llevó al Parlamento electo a trasladar su sede a Tobruk (este) en rechazo a la decisión.

Este traslado, apoyado por la ONU, se debió entre otros factores a la presencia de poderosas milicias en la capital que podrían poner en peligro la estabilidad del organismo. Sin embargo, sentó las bases de la separación administrativa, después de que el Gobierno de unidad surgido de un acuerdo en 2015 no se concretara por diferencias sobre su aplicación.

El Gobierno de unidad, liderado por Fayez Serraj como primer ministro, recibió el apoyo de la comunidad internacional, que retiró su respaldo al asentado en el este, que sin embargo recibió el apoyo de una coalición de milicias agrupadas bajo el mando del general Jalifa Haftar bajo el nombre de Ejército Nacional Libio (ENL).

LA OFENSIVA DE HAFTAR

Finalmente, las tensiones cristalizaron en abril de 2019, cuando Haftar anunció una ofensiva contra Trípoli con el objetivo de unificar el país bajo su mando, lo que derivó en un conflicto internacionalizado en el que numerosos países dieron apoyo a las partes enfrentadas, en violación de las resoluciones de la ONU.

La ofensiva, que permitió avances rápidos a Haftar --apoyado por Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto y Rusia, entre otros--, se estancó finalmente en torno a la capital y dio un vuelco a principios de 2020 después de que Turquía anunciara un acuerdo para dar apoyo militar al Gobierno de unidad, lo que permitió a las fuerzas de Serraj avanzar hacia el este, llegando a las puertas de Sirte.

Ante esta situación, los contactos internacionales ganaron fuerza y derivaron en un alto el fuego firmado en octubre y en la puesta en marcha de un Foro de Diálogo Político Libio (LPDF) que ha pactado hasta ahora la celebración de presidenciales y parlamentarias el 24 de diciembre y ha nombrado a un nuevo primer ministro y un Consejo Presidencial de transición de cara a la organización de los comicios.

Pese a ello, Federica Saini Fasanotti ha resaltado en un artículo recientemente publicado por el Instituto para el Estudio de la Política Internacional que los actores internacionales implicados no han retirado el apoyo a las milicias, lo que ha sido reclamado por la ONU y es parte del acuerdo de alto el fuego de octubre.

De esta forma, ha destacado que tanto el Gobierno de unidad, apoyado por Turquía y Qatar, como el ENL están "reforzando sus posiciones" en el frente entre Sirte y Jufra, mientras que Ankara continúa entrenando a cadetes en Trípoli y los mercenarios del grupo ruso Wagner usan la base de Qardabija, por lo que la posibilidad de un reinicio del conflicto debe ser abordada.

FALTA DE PROGRESOS

Por otra parte, a pesar de que la situación política atraviesa un aparente remanso de tranquilidad en el proceso de reestructuración, la situación sobre el terreno para la población ha cambiado poco desde 2011 y la grave crisis económica y la deteriorada situación humanitaria continúan sin solución, en parte debido a la falta de una autoridad central que les haga frente.

Los vacíos de poder y el florecimiento de las redes criminales tuvieron además un grave impacto en la seguridad de la región y convirtieron a Libia en uno de los focos del tráfico de armas y personas, materializado en su conversión en un importante punto de salida de migrantes hacia las costas europeas.

Tarik Yusef, del Brookings Doha Center, ha hecho hincapié en que la mala situación económica "ha mostrado la dependencia extrema" del país del sector petrolero, que además ha sufrido numerosos bloqueos en el marco del último conflicto, lo que ha dañado las exportaciones y, por tanto, los ingresos vitales para dar respuesta a las necesidades de la población.

Así, ha subrayado que, pese a los recientes acontecimientos positivos, las causas del conflicto "permanecen", incluida la "competencia por el control" de las riquezas del país y los problemas en torno a la distribución de la riqueza derivada de las exportaciones, una demanda histórica en las regiones de Cirenaica (este) y Fezán (sur).

En esta línea, Tarek Megerisi, del 'think tank' Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), ha sostenido que "las deficiencias sociales, administrativas y de justicia están arraigadas en la ausencia de un nuevo contrato social, la incapacidad para clasificar los derechos, obligaciones y particularidades de ser libio" tras la caída de Gadafi.

Por ello, está por ver si el nuevo proceso de transición logra cumplir las expectativas de democratización expresadas por los manifestantes hace diez años y da respuesta a las necesidades de cerca de 1,3 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria en el país, según datos publicados en enero por la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).