Publicado 18/05/2020 17:48

Nigeria.- El noroeste de Nigeria, foco creciente de la actividad yihadista aprovechando la violencia preexistente

Nigeria.- El noroeste de Nigeria, foco creciente de la actividad yihadista aprov
Nigeria.- El noroeste de Nigeria, foco creciente de la actividad yihadista aprov - 2017 GETTY IMAGES / ANDREW RENNEISEN - Archivo

Existe el temor de que la región pueda convertirse en 'puente' entre el escenario yihadista en el lago Chad y el emergente en el Sahel central

MADRID, 18 May. (EUROPA PRESS) -

El noroeste de Nigeria se encuentra inmerso en una grave ola de violencia entre pastores y agricultores a la que en los últimos años se ha sumado una creciente actividad criminal, fomentada por el flujo de armas por esta zona del país, lo cual ha creado una situación de inestabilidad de que la que se están sabiendo aprovechar los grupos yihadistas que ya operan en el noreste del país, según alerta International Crisis Group (ICG) en su último informe.

Según este 'think-tank', en la última década más de 8.000 personas han sido asesinadas, principalmente en el estado de Zamfara --donde comenzó la violencia armada que luego se ha propagado a los estados de Kaduna, Katsina, Sokoto, Kebbi y Níger--, otras 200.000 se han visto desplazadas y 60.000 más han buscado refugio en el vecino Níger.

El origen de esta crisis, como en tantas otras zonas del continente, emana de la competencia por las tierras y el agua entre los pastores, predominantemente fulani, y los agricultores, principalmente hausas. Con el paso del tiempo, ambos grupos étnicos han terminado por formar sus propios "grupos armados" para su protección. En el caso de los compuestos por fulani, las autoridades nigerianas suelen referirse a ellos como "bandidos", mientras que los conformados por hausa reciben el nombre de "vigilantes", destaca ICG en su informe.

"La degradación del medio ambiente relacionada con el cambio climático y el alto crecimiento de población han intensificado esta lucha", explica el 'think-tank', subrayando que el 'boom' en el comercio de armas ligeras en la región ha facilitado también la actividad de bandas organizadas que llevan a cabo robo de ganado, secuestros por rescate y robos armados, entre otros de las escasamente reguladas minas de oro de la zona, así como saqueos de comunidades.

CRECIENTE INFLUENCIA YIHADISTA

Una de las consecuencias del deterioro de la seguridad en esta parte del país más poblado del continente ha sido "una renovada influencia de los grupos yihadistas, que en ocasiones han atacado a las fuerzas de seguridad". Desde principios de 2019, los gobernadores de estos estados han advertido de un aumento en la infiltración de yihadistas vinculados a la insurgencia de Boko Haram, que comenzó en 2009 en el estado de Borno (noreste).

Fuentes de seguridad consultadas por el ICG han apuntado al "resurgimiento de una escisión de Boko Haram durante mucho tiempo dormida", conocida como Ansaru y que ya estuvo activa en esta parte del país entre 2011 y 2014, así como a la llegada de elementos de la otra gran escisión del grupo, Estado Islámico en África Occidental (ISWA).

En el caso de Ansaru, "está atrayendo a sus filas a algunos grupos armados" entre otras cosas ofreciendo la venta de fusiles AK-47 por debajo del precio de mercado gracias a que se los suministran "sus aliados en el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM)", la filial de Al Qaeda que opera en el Sahel. Además, añade el informe, responsables de seguridad han indicado que "están reclutando miembros" y que incluso han enviado a combatientes a Libia "para entrenarse en combate".

Por lo que se refiere a ISWA, que se escindió de la facción de Boko Haram que comanda Abubakar Shekau, está desarrollando "células" en buena parte del norte del país y también está fomentando la capacidad de "varios pequeños grupos radicales" en el noroeste, principalmente pagando salarios a algunos de sus miembros. Además, también está potenciando a los clérigos que se muestran especialmente críticos con la corrupción y la democracia, "un mensaje que cala bien en las empobrecidas comunidades".

Desde finales de 2019, según destaca el ICG, tanto ISWA como Ansaru han comenzado a reivindicar ataques en la región. Así, por ejemplo, Ansaru se atribuó el ataque en enero contra la caravana del emir de Potiskum, en la carretera entre Kaduna y Zaria, que se saldó con al menos seis muertos y varios secuestrados, su primera acción desde 2013. Además, la Policía informó en febrero que había matado a "más de 250" miembros de grupos yihadistas y bandidos en el bosque de Kuduru, en Kaduna.

'PUENTE' ENTRE EL LAGO CHAD Y EL SAHEL

Así las cosas, según Crisis Group, este auge de la actividad yihadista en el noroeste de Nigeria ha generado el temor de que "la región pueda convertirse pronto en un puente terrestre que conecte la insurgencia islamista en el Sahel central", donde operan las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico, y "la insurgencia que ya tiene una década en el la región del lago Chad en el noreste de Nigeria".

Las escasas medidas de seguridad en la frontera entre Nigeria y el oeste de Níger permiten "el flujo de armas y facilitan el movimiento de yihadistas desde y hacia el Sahel, donde Estado Islámico ha estado ampliando su influencia", resalta el 'think-tank'. El grupo terrorista tiene su propia filial en el Sahel, Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS) que en los últimos meses ha venido operando bajo la tutela de ISWA, que ha procedido a reivindicar muchos de los ataques en la región.

Según fuentes de seguridad nigerianas, desde 2018, los combatientes de Estado Islámico en el Sahel han estado intentando "abrir un corredor desde el norte de Malí a través de la localidad de Dogondoutchi, en Níger, hacia el noroeste de Nigeria y, más al oeste, al norte de Benín". Además, también estarían intentando asentarse en los estados de Sokoto y Zamfara.

Hasta ahora, según Crisis Group, la respuesta del Gobierno federal y de los estatales a la violencia de diverso tipo en la región ha sido mediante operaciones militares y policiales e imponiendo duros castigos por los ataques armados con "resultados desalentadores".

Aunque el presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, ha desplegado soldados y policías así como medios aéreos en la región en el marco de varias operaciones para acabar con los grupos detrás de la inestabilidad, la presencia de las fuerzas de seguridad estatales "sigue siendo muy escasa y con pocos recursos" como para poder plantar cara a los grupos armados o proteger a la población en este vasto territorio, subraya el informe. Además, estas operaciones han tenido como resultado la dispersión de estos grupos hacia otras regiones del país.

Algunos gobiernos de la región han entablado recientemente conversaciones de paz con grupos armados vinculados con los pastores, ofreciendo amnistías a quienes están dispuestos a desarmarse, al tiempo que se han comprometido a atender los problemas y necesidades de los pastores. Este tipo de concesiones rebajaron la violencia a finales de 2019, pero el ICG duda de que sean sostenibles a largo plazo.

¿CÓMO ACABAR CON LA VIOLENCIA?

Para acabar con la violencia en el noroeste de Nigeria, según Crisis Group, la prioridad debe ser "alentar acuerdos negociados entre pastores y agricultores, así como desarmar, rehabilitar y reinsertar a los miembros de todos sus grupos armados aliados".

En lo que se refiere a la presencia yihadista, el 'think-tank' defiende que Abuya debería trabajar con Niamey para "mejorar la seguridad fronteriza para frenar el flujo de yihadistas y armas hacia el noroeste" además de reforzar sus departamentos forestales con el fin de regular los bosques en los que los grupos armados podrían instalar sus bases.

Además, debería regular mejor el potencialmente lucrativo sector del oro en la región y abordar las graves necesidades humanitarias junto con los socios internacionales. Esta serie de acciones, según Crisis Group, son "la mejor opción para contener la propagación de la violencia y lograr una cierta estabilidad" en la región.