Spain's Prime Minister Pedro Sanchez looks on during a news conference at the Mo
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   MADRID, 22 Nov. (Notimérica) -

   El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, comienza su viaje por Cuba este jueves. Será la primera visita oficial a la isla de un jefe del Ejecutivo español en 32 años: el único mandatario español que ha cursado un viaje oficial a La Habana ha sido Felipe González, también del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en el año 1986, en plena Guerra Fría y con Fidel Castro como líder del país.

   Con el cambio de Gobierno en España y la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, la normalidad de este tipo de visitas podría volver a darse, un hecho cuya importancia radica no tanto en el legado histórico, sino en la cantidad de ciudadanos nacionales residentes en uno u otro país: 140.000 españoles viven en Cuba, siendo casi el mismo número de cubanos residentes en España. Además, no puede obviarse que España es el tercer socio comercial del Gobierno cubano --después de Venezuela y China--, principal inversor en el sector turístico y en el suministro de aguas, y primer inversor europeo.

   Así, el comercio será uno de los centros de atención de esta visita, que se realiza en un momento en el que la isla mira hacia Europa después de que se hayan empeorado las relaciones con Estados Unidos, impulsados por Barack Obama, tras la llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca. De hecho, Sánchez viaja con ejecutivos de dos decenas de empresas y se reunirá con representantes del incipiente sector privado de Cuba, inaugurando además un foro empresarial español-cubano.

   La salida de los Castro de la cabeza política de Cuba y la asunción de Miguel Díaz Canel como presidente, aunque en una transición pactada, si bien no ha supuesto un cambio de símbolo político en la isla, ha permitido para el Ejecutivo español que sea menos comprometedor otorgar legitimidad a un sistema político con déficits democráticos, que además está legitimado por Bruselas. Este hecho, si bien contiene cierto significado político, no crea notable controversia a nivel social en España, algo que Sánchez ha sabido aprovechar.

   Sin embargo, dicha legitimidad sí está sujeta a ser utilizada como un problema por la oposición política española, que ha tildado de "cínico" a Pedro Sánchez. Según ha indicado el líder del Partido Popular (PP), Pablo Casado, en una entrevista a la Cadena SER, "hoy el presidente del Gobierno está visitando a un dictador", el cual "está vivo y coleando, y sigue matando gente y sigue encarcelando gente", haciendo con sus palabras referencia a la medida tomada por el Ejecutivo español de exhumar los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos, a la cual Casado y su grupo se han opuesto.

   Por otra parte, la decisión de Sánchez de no reunirse con miembros opositores cubanos, a pesar de tener previsto encontrarse con representantes de la sociedad civil, periodistas independientes, artistas e intelectuales, ha levantado acusaciones entre los líderes de otros grupos políticos. "No puedes defender los Derechos Humanos si no escuchas a la otra parte de la población. Obviar a los que están siendo perseguidos por defender la libertad, eso no es defender los Derechos Humanos", ha subrayado Albert Rivera, cabeza de Ciudadanos (C's).

   "Muchos países no son democracias, pero tienes que hacer un alegato por los Derechos Humanos y reunirte con la oposición", ha asegurado Rivera en declaraciones a Televisión Española (TVE) poniendo como ejemplo al expresidente estadounidense Barack Obama, que en su viaje a la isla, donde escenificó el deshielo en las relaciones entre Washington y La Habana, mantuvo un encuentro con disidentes y citó a los presos políticos en su discurso ante el líder comunista Raúl Castro.

   Las acusaciones y críticas hacia el Ejecutivo español por parte de su oposición pasan por tratar de equiparar dicho apoyo a la isla con el dado a países aliados como Venezuela y Nicaragua, cuyos gobiernos de izquierda y de corte similar al castrista se encuentran enfrentando sendas crisis políticas y sociales que han dejado centenares de fallecidos durante las protestas. Así, puede decirse que también se trata de una herramienta política del PP y de C's para legitimar su propio discurso político de cara a la sociedad española y, en especial, de incrementar las negativas hacia el grupo político de Podemos, liderado por Pablo Iglesias, que ha mostrado cercanía con los gobiernos latinoamericanos de corte bolivariano.

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   Precisamente, dicho grupo podría ser un objetivo oculto de Sánchez, quien querría mostrar de cara a sus posibles aliados un giro ideológico de partido, al tiempo que un posible interés por crear puentes para la resolución de los conflictos nicaragüense y venezolano. De hecho, el ministro de Asuntos Exteriores de Sánchez, Josep Borrell, se mostró contrario a las sanciones unilaterales impuestas por la Unión Europea contra Venezuela, llamando al diálogo como vía.

   Respecto a ello, Susanne Gratius señala en un artículo para 'Esglobal' la posibilidad de que Sánchez considere legitimar a Cuba con el objeto de que la isla asuma el liderazgo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), antes encabezado por Venezuela, y acceda a los gobiernos de Maduro y Ortega con miras a dar con una solución. Sin embargo, como señala, "el carácter autoritario de su régimen [de Cuba], que oficialmente defiende a ultranza la no injerencia en asuntos internos, junto a los beneficios económicos (la reventa de petróleo en el mercado internacional a cambio de divisas) que ofrece el régimen venezolano a Cuba, difícilmente le permiten asumir dicho rol".

   A pesar de que la visita de Sánchez a Cuba tiene un carácter especialmente simbólico, existen claros objetivos políticos y económicos por parte del Gobierno español con Cuba. Del mismo modo, el viaje da muestra de ciertas expectativas creadas por Sánchez de cara a la Unión Europea y a la región latinoamericana, no solo en lo referente a los conflictos de Venezuela y Nicaragua, sino al liderazgo de las relaciones europeas y latinoamericanas.

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