Actualizado 08/07/2009 23:32

Partes aceptan diálogo por golpe en Honduras

Por Enrique Andrés Pretel

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - El derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, y el Gobierno interino que asumió después del golpe de Estado se preparaban el miércoles para iniciar conversaciones en Costa Rica, pese a que las partes se han mostrado inflexibles en sus exigencias.

El presidente costarricense, Oscar Arias, será el jueves el mediador para buscar una salida al conflicto, originado por el secuestro y expulsión de Zelaya por militares el 28 de junio, día en que había convocado una consulta popular para abrir el camino a su reelección declarada ilegal por un juez.

"Es difícil sentarse con gorilas a buscar las soluciones (...) pero la esperanza no hay que perderla", dijo el depuesto líder hondureño a un canal de televisión chileno, asegurando que él nunca buscó la reelección.

La crisis se ha convertido en un desafío para el presidente estadounidense Barack Obama, cuya promesa de mejorar las relaciones con América Latina ha pesado en su decidido apoyo a la mediación de Arias para evitar una escalada de la violencia en una de las naciones más pobres del continente.

"Ahora tenemos un diálogo en marcha que abre una posibilidad real de resolver esto a través del diálogo entre las partes en conflicto", dijo el miércoles el portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly, en Washington.

El nominado para secretario asistente para los Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, reiteró la postura de Washington de que el golpe "fue inaceptable" y pidió enviar "un mensaje fuerte".

"La situación es grave (...) cuando un presidente es expulsado por militares y sacado del país sin un debido proceso legal, sin cargos por violar la Constitución, esto es una interrupción del orden constitucional", dijo Valenzuela.

Zelaya cuenta con un amplio respaldo internacional que ha condenado el golpe y exigido su restitución, pese a que en su contra se han unido políticos, empresarios y buena parte de la población, atemorizados por su alianza con el presidente venezolano, Hugo Chávez, en un país muy conservador.

"Lo que sí quiero es no dejarlos salir de aquí hasta que haya un acuerdo", dijo Arias, ganador del premio Nobel de la Paz por su trabajo para poner fin a conflictos militares y guerras civiles que asolaron la región durante la Guerra Fría.

POSICIONES CERRADAS

Sin embargo, tanto el depuesto Zelaya como el presidente interino Roberto Micheletti hablan de diálogo, pero no de negociación, y se muestran inflexibles.

"Esta no es una situación que se resuelva en un abrir y cerrar de ojos. No es un tema que se pueda anticipar que se resuelve muy fácilmente, es muy complicado porque hay procedimientos penales de por medio", dijo Carlos López, embajador designado por el Gobierno interino ante Naciones Unidas.

La Organización de Estados Americanos (OEA) suspendió al pequeño país exportador de café y textiles del organismo por la negativa del Gobierno interino de restituir al mandatario, al que ha amenazado con encarcelar si regresa al país acusándolo de traición a la patria, abuso de poder y corrupción.

Los analistas son escépticos sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo ante posturas tan enfrentadas.

"Es difícil una mediación exitosa mientras el Gobierno golpista sabe que puede resistir lo que resta de mandato de Zelaya. Lo único que puede sacarlos del poder es una conjunción de protestas masivas y sanciones económicas reales", dijo Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación Política y Económica, con sede en Estados Unidos.

Los hondureños, que se han dividido entre dos presidentes que claman ser legítimos y constitucionales, han protagonizado desde el día del golpe masivas manifestaciones a favor y en contra de Zelaya, un empresario maderero que a mitad de su mandato adoptó un discurso de corte socialista.

Detractores del mandatario volvieron a realizar el miércoles una masiva manifestación en el centro de la capital hondureña. Miles de personas vestidas de blanco portaban carteles contra el regreso de Zelaya y gritaban consignas contra la ingerencia de Chávez en los asuntos internos del país.

Zelaya, cuya aprobación había caído a niveles del 30 por ciento en las semanas previas al golpe, insiste en que las autoridades están reprimiendo a la población y exige el castigo a los "usurpadores".

Las protestas han dejado un muerto y varios heridos de bala cuando seguidores de Zelaya se enfrentaron con soldados mientras esperaban su retorno en avión, que finalmente las autoridades impidieron bloqueando el aeropuerto.

Desde el día del golpe, el Gobierno interino mantiene un toque de queda en todo el país vigente "hasta que la situación se normalice".