Publicado 03/02/2022 16:55

Perú.- Castillo estrena su tercer gabinete en ocho meses con una clara deriva conservadora

El presidente de Perú, Pedro Castillo.
El presidente de Perú, Pedro Castillo. - NALDY CASTILLO GOMEZ / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO

MADRID, 3 Feb. (EUROPA PRESS) -

El presidente de Perú, Pedro Castillo, ha nombrado esta semana a su tercer equipo de Gobierno desde que asumió la Jefatura del Estado allá por julio de 2021. Desde entonces, no ha habido semana en la que alguno de sus ministros no haya estado envuelto en alguna polémica y en esta última remodelación hay una clara deriva conservadora de los elegidos.

El desencadenante de esta nueva crisis de gobierno fue la renuncia presentada por el que fuera ministro de Interior, Avelino Guillén, después de que no pudiera relevar de su cargo al comandante general de la Policía Nacional, Javier Gallardo, con quien había protagonizado una serie de desavenencias con respecto al nombramiento y retiro de mandos policiales.

A pesar de que la entonces primera ministra, Mirtha Vásquez, intercedió por Guillén ante Castillo, no logró retenerle y se confirmó así su salida del Ministerio de Interior junto a la de Gallardo al frente de la Policía.

Guillén ha sido el tercer ministro de Interior de Castillo. Antes pasaron por el cargo Juan Carrasco, cuestionado por no haber renunciado a su cargo de fiscal en Lambaye antes de asumir el puesto, y el efímero Luis Barranzuela, quien tras menos de un mes en el cargo dimitió al conocerse que se había saltado las restricciones por el coronavirus al celebrar una fiesta.

El cuarto de esta lista es Alfonso Chávarri, quien tampoco parece haber entrado con buen pie, después de que Vásquez, antes de ser cesada, objetara su designación por la supuesta falta de objetividad que conllevaría colocar a un policía al frente de Interior. "A lo mejor no va a poder proponer los cambios drásticos que necesita la institución", aventuró.

No obstante, Vásquez ya no estará liderando el gabinete de Castillo, quien ahora ha puesto al frente del mismo a Héctor Valer, que ha estado dando tumbos en diferentes partidos ultraconservadores hasta acabar recalando en Renovación Popular. Sus cambios de chaqueta son lo de menos en comparación con las graves acusaciones de violencia machista que pesan sobre él.

Hasta diez caras nuevas ha aprobado el presidente Castillo, que en esta ocasión ha preferido contar con figuras más conservadoras, rompiendo así, por ejemplo, con la fuerza progresista liderada por Verónika Mendoza, Nuevo Perú, partido que había estado al frente hasta ahora de los ministerios de la Mujer y Economía.

"Perdimos la batalla. Se impusieron el chantaje neoliberal, la presión del conservadurismo, el oportunismo, la informalidad y los intereses corporativos (...). Lamentablemente, no es la primera vez que se traicionan las expectativas de cambio del pueblo", lamentó Mendoza cuando anunció la salida Nuevo Perú.

Quien ocupará el Ministerio de la Mujer es la congresista de Perú Libre Katy Ugarte Mamani, declarada en rebeldía en septiembre de 2021 por el Poder Judicial al negarse a declarar en una querella en su contra por difamación, propulsora de una ley en contra del pasaporte sanitario y conocida por su conservadurismo social en temas como la homosexualidad y la identidad sexual.

TRECE MINISTROS EN LOS PRIMEROS CINCO MESES

El trasiego de ministros ha sido una constante desde que Castillo llegó al Palacio Nacional, desde donde ha sido testigo de una incansable oposición por parte de los principales grupos mediáticos y de un Congreso que a pesar de estar muy fraccionado no ha dudado en unirse contra él, incluido su propio partido, Perú Libre, que le había acusado de rodearse de la "izquierda caviar".

Desde un primer momento ha sobrevolado las sospechas de nepotismo dentro de su gabinete, con la casi totalidad de sus ministros cuestionados por diferentes escándalos, ya sea por su falta de experiencia para ostentar un cargo de esa relevancia, por haber mantenido supuestamente relaciones con grupos terroristas, o por haber incurrido en irregularidades de todo tipo.

El primero en salir fue Héctor Béjar, de Exteriores, quien tras unas semanas en el cargo sucumbió a las presiones políticas y mediáticas que exigían su marcha por unas declaraciones que hizo meses antes en las que acusaba a la Marina y a la CIA de ser responsables del terrorismo en el país.

Tras él vino quien era para algunos la voz del líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, dentro de aquel gabinete, Guido Bellido, quien protagonizó dos meses de polémicas, entre amenazas de disolución del Congreso, empresas nacionalizadas, encontronazos con Exteriores por cómo debían enfocarse las relaciones con Venezuela, o investigaciones por supuesta apología del terrorismo.

Ha sido el fantasma del terrorismo el arma arrojadiza más utilizada por el Congreso para cuestionar los nombramientos de Castillo, como son los casos del extitular de Trabajo Iber Maraví y también del antiguo responsable de Educación Carlos Gallardo, a quien, entre otras cosas, se le afeaba su pertenencia a la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación de Perú, sindicato al que acusan de vínculos con Sendero Luminoso.

Los otros casos más sonados llegaron con Vásquez ya al frente del gabinete. El ya citado Luis Barranzuela y su fiesta en medio de la pandemia y, sobre todo, el caso del exministro de Defensa Walter Ayala, a quien se acusó de presiones para tratar de forzar determinados ascensos dentro de las Fuerzas Armadas.