Publicado 28/10/2025 11:25

Profesionales que sacaron su altruismo en la dana: "Fue emocionante ver cómo se les iluminaba la cara al ayudarles"

Jaime Andújar, enfermero: "Me encontré abuelos incomunicados pidiendo ayuda en ventanas" y algunos "tenían miedo de que no volviera nadie"

Teo Javaloyes, de Bombers pel món, voluntario en la dana del 29 de octubre de 2024
Teo Javaloyes, de Bombers pel món, voluntario en la dana del 29 de octubre de 2024 - EUROPA PRESS

VALÈNCIA, 28 Oct. (EUROPA PRESS) -

Profesionales valencianos, como bomberos o enfermeros, no dudaron en mostrar por qué su trabajo es vocacional y sacaron todo su altruismo para ayudar a los miles de damnificados que dejó la dana de aquel 29 de octubre, bien de forma organizada en las ONG o individualmente. Un año después destacan que se sintieron muy recompensados. "Fue emocionante ver cómo se les iluminaba la cara cuando les ayudabas", cuentan algunos de ellos en una conversación con Europa Press.

Así, el presidente de Bombers pel món y también cabo en el cuerpo del Ayuntamiento de València, Teo Javaloyes, explica que la ONG que preside estuvo en Turquía en el terremoto, meses más tarde en las inundaciones de Libia y "ahora resulta que a escasamente dos o tres kilómetros de nuestras casas, de nuestro trabajo, ocurre esto".

"El primer sentimiento es de darlo todo, ir a todo", rememora, y cuenta que cuando se giraba a sus compañeros a organizarlo todo veía "el hambre que ellos tenían por entrar aquí, por trabajar y por ayudar".

Los voluntarios de Bombers pel món, todos ellos bomberos profesionales, cumplían con su turno laboral y a la salida se incorporaban a la calle. Así durante 20 días, desde el día 30 de octubre hasta el 16 de noviembre. "Fue una realización muy grande porque si ya por tu trabajo vocacional tienes una gran satisfacción cuando realizas un servicio importante, la satisfacción es mucho más plena porque además estás en tu casa", subraya.

Fue también muy duro por el estrés: "Era la pescadilla que se muerde la cola: las ganas de entrar aquí y luego el estrés que sentías para intentar solventar en el mínimo tiempo posible todos los problemas que había, porque sabías que eso iba para meses, para mucho tiempo...".

Pero esta tensión se veía de largo compensada al ver la respuesta de los vecinos, la satisfacción que mostraban por ver que alguien les ayudaba y que incluso con su agradecimiento "casi no te dejaban trabajar porque no dejaban de ofrecerte café, comida, agua, lo que fuera porque estábamos ahí, y además nosotros de carácter voluntario, con otros muchos más voluntarios, ayudándoles y no les dejamos solos". "Era como una sociedad que se había creado, íbamos todos a una, el 'pueblo salva al pueblo', pues ahí estábamos el pueblo en sociedad", apostilla.

SENTIRSE "ÚTIL"

Esa misma satisfacción la sintió Jaume Andújar, enfemero en el Hospital General de Castelló que pidió permismo para poder atender a sus vecinos. "Todos podemos ponernos unas botas y salir a limpiar barro, pero no todos pueden realizar curas", recalca. Por ello, cuando se personó en el punto sanitario habilitado en Benetússer con el kit de primeros auxilios que le habían facilitado en el hospital y le dijeron que "no hacía falta, que no necesitaban nada", se sintió "menospreciado".

"Yo quería salir a la calle a ayudar, había mucha gente encerrada en su casa", detalla. Y lo hizo. Salió con su mochila cargada del material que le quedaba junto a un par de compañeros a "hacer la guerra por nuestra cuenta". "Preguntando vecino por vecino, casa por casa, qué les hacía falta", señala.

Donde más pudo ayudar fue en el Parque Alcosa, un barrio muy humilde, de clase trabajadora que se vio muy afectado. "Me encontré, sobre todo, a abuelos incomunicados en las ventanas pidiendo ayuda, necesitaban sus curas diarias y sus tratamientos", explica. Al entrar "se les iluminaba la mirada al ver que les llegaba algo de ayuda, que no se habían olvidado de ellos y nos pedían lo que necesitaba, tenían miedo de que no volviera nadie. Fue emocionante, me hizo sentir bien, útil", recalca.

Se trata de una ayuda que deja huella. Un año después aún sigue viendo imágenes, flashes, de todo lo que presenció y que no se quita de la cabeza. "Es algo que no se supera, aprendes a convivir con ellas, cada uno tiene que ayudar de la manera que sabe y yo lo hice de la manera que sabía", culmina.

Aunque prestar esa ayuda es difícil si también has sido una de las afectadas. Su compañera Ana Parent es ahora enfermera del Hospital General de València, uno de los departamentos sanitarios más afectados, pero el 29 de octubre sufrió los efectos de la dana como el resto de vecinos de Benetússer.

Estuvo dos días sin poder salir de casa. Cuando se liberó el portal de coches, publicó en sus redes sociales si alguien necesitaba ayuda. Compañeras enfermeras de fuera del pueblo llegaron con mochilas con medicamentos. Y se organizaron para comenzar las asistencias.

Fue muy "complicado" tratar a los vecinos como profesional porque no podía evitar que le saliera también "la parte persona: yo también lo he pasado, también estoy mal". Pero también le hizo "más llevadero" afrontar el desastre: "Te centrabas en cómo ayudar y no en que debías saltar los coches para poder salir".

No obstante, un año después es un tema que "nunca" se habla con las compañeras porque "no quieres volverlo a revivir y no te gusta que te pregunten todo el tiempo; fue muy difícil de digerir, pero conforme pasen los años se quedará como una tragedia y algo horrible que tuvimos que vivir".

OLA DE SOLIDARIDAD

La ola de solidaridad que provocó la dana quedó reflejada en las calles de la zona cero a las que se desplazaron miles de personas de toda España para ayudar a limpiar y a colaborar tras la tragedia y durante mucho tiempo. De las numerosas imágenes que dan fe de ese movimiento colectivo, el rebautizado como 'Puente de la Solidaridad', que une el barrio de San Marcelino y la pedanía de La Torre, fue el escenario del cruce de los vecinos de València y provincia calzados con botas y armados con escobas, cubos y rastrillos hacia los pueblos afectados.

Esa pasarela finalmente se ha acabado llamando así en honor a esos voluntarios, cuya imagen se ha plasmado también en forma de mural gigante en la Rambleta, en el propio barrio de San Marcelino, una obra realizada por Paco Roca y Martín Forés en la fachada del centro cultural, y en otros lugares de la zona cero como Catarroja, bajo el nombre de 'Orgull de Poble'.

La Ciudad de las Artes y las Ciencias de València fue también imagen icónica de los miles de voluntarios reunidos para ser trasladados en autobuses a los pueblos afectados, ante las dificultades de poder acceder con vehículos por los daños en las infraestructuras en los días posteriores a la tragedia. En los primeros 20 días, la Generalitat contabilizó más de 20.000 personas movilizadas en estos vehículos. Solo el día 2 de noviembre de 2024 se reunieron 15.000 dispuestas a ayudar en el recinto.

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