Publicado 17/11/2019 10:45

Sahel.- La fiebre del oro en el Sahel ayuda a financiar el terrorismo yihadista

Por ahora, es una fuente secundaria, pero la creciente actividad minera amenaza con incrementar su importancia, alerta Crisis Group

MADRID, 17 Nov. (EUROPA PRESS) -

La fiebre del oro en el Sahel está ayudando a financiar a los grupos armados que operan en esta región, incluidos los cada vez más presentes grupos yihadistas que han venido sembrando el terror entre la población, principalmente en Malí y Burkina Faso. El descubrimiento de una rica meta del preciado metal en 2012 que cruza el Sáhara de este a oeste ha provocado un boom en la extracción y con ello todo un negocio, no siempre lícito.

En estos dos países, así como en Níger, ya existía extracción de oro y de hecho la minería artesanal de este metal constituye una importante fuente de ingresos, que asciende a casi la mitad de la minería industrial aurífera, lo que representa entre 1.900 y 4.500 millones de dólares al año, según resalta el 'think-tank' International Crisis Group (ICG) en un nuevo informe. En total, más de tres millones de personas están implicadas directamente en la minería de oro en estos tres países, pero los empleados indirectos serían muchos más.

El oro ha sido hallado en zonas en las que el estado ya era históricamente débil o de las que se había retirado en medio de la imperante inseguridad que atraviesa la región en los últimos años y ante la rápida expansión en su extracción, los gobiernos se ven desbordados por la falta de recursos tanto humanos como técnicos para controlar la situación.

¿El resultado? Los numerosos actores armados activos en el Sahel, no solo yihadistas sino grupos de autodefensa, bandidos, traficantes y grupos rebeldes, han pasado a beneficiarse del negocio por distintas vías, según resalta Crisis Group en 'Recuperando el control en la carrera por el oro en el Sahel central'.

UNA FUENTE DE FINANCIACIÓN EN AUMENTO

En el caso de los yihadistas, se ha convertido en "una fuente secundaria de financiación" si bien su dependencia en el oro "podría aumentar a medida que se expanden hacia otras zonas ricas en minerales y ante las aparentes dificultades financieras".

Para los grupos yihadistas en el Sahel, los secuestros a cambio de rescate fueron durante años una importante fuente de financiación, pero las opciones han disminuido a medida que ha aumentado la inseguridad, ya que son menos los occidentales que se aventuran en la región.

Además, resalta Crisis Group, algunos mineros no consideran que la presencia de los grupos yihadistas constituya una amenaza, sino más bien algo positivo. Algunos cooperan con ellos por "pragmatismo más que por convicción", alineándose con quien detenta el poder a nivel local y puede determinar las condiciones de extracción o aliándose con los yihadistas para recuperar pozos en disputa.

En algunos casos, los mineros artesanales buscan que se haga justicia recurriendo a los yihadistas, como ocurrió en la región de Soum, en Burkina Faso, donde el gobernador prohibió la minería artesanal para evitar que financiara a los grupos islamistas y los mineros molestos acudieron a estos y reabrieron algunas minas.

Pero ¿cómo se benefician los yihadistas del oro? En algunos casos, los mineros artesanales pagan a los grupos yihadistas en sus zonas de influencia a cambio de seguridad, mientras que en otros lo que hacen es cobrar el 'zakat', el tributo preceptivo en el islam en función de la riqueza individual. Además, también controlan algunas minas de oro, especialmente en las zonas de más difícil acceso, según ICG.

Estas actividades son comunes a los distintos grupos que operan en el Sahel, tanto Al Qaeda y sus filiales (principalmante el Grupo de Apoyo para el Islam y los Musulmanes, JNIM), como la filial de Estado Islámico (ISGS) y grupos autóctonos.

LAS MINAS, BUEN TERRENO DE RECLUTAMIENTO Y ENTRENAMIENTO

Además, las canteras constituyen un buen lugar de reclutamiento puesto que en los yihadistas predican sobre la necesidad de respetar el islam y sus preceptos morales, una postura que comulga con el sentir de muchos de los residentes de las comunidades donde están las minas, a las que ven como "lugares donde el robo, el consumo de alcohol y la prostitución son problemas persistentes".

También son un buen campo de entrenamiento, en especial en lo que se refiere a la manipulación de explosivos puesto que estos también se emplean en la extracción del oro. Además, la minería del oro sirve para el suministro de material para la fabricación de artefactos explosivos, principalmente en el centro de Malí y en algunas zonas de Burkina Faso, donde el nitrato de amonio es el principal componente" de las bombas, resalta el informe.

¿QUÉ PUEDEN HACER LOS GOBIERNOS DEL SAHEL?

Y ante esta situación, ¿qué pueden hacer los estados del Sahel? Crisis Group hace algunas recomendaciones en su informe, empezando por que a la hora de actuar tengan en cuenta que deben evitar alienar tanto a los mineros como a la población local, que en muchas de las regiones donde se extrae el oro ya es de por sí reticente a la acción del Estado.

El 'think-tank' considera fundamental el garantizar la seguridad en las zonas mineras. Sin embargo, la tarea se antoja ardua para los gobierno de los países sahelianos, inmersos como están en la lucha contra los grupos yihadistas y con su escasez de efectivos frente a lo vasto de sus territorios.

La presencia de las fuerzas de seguridad en torno a los yacimientos es "a menudo inadecuada cuando no inexistente pese a las riquezas que se extraen de ellos", lamenta Crisis Group. Ante esta circunstancia, los gobiernos "toleran, o incluso alientan" que grupos locales se encarguen de la seguridad. "Estos actores locales aparecen como un recurso necesario y barato siempre y cuando no contesten la autoridad del Estado", subraya.

Así, por ejemplo, en el sur de Malí la protección de la minería artesanal depende en gran medida de los dozos, cazadores tradicionales armados con fusiles de fabricación casera, mientras que en el caso de Burkina Faso, en algunas zonas los Koglweogo --un grupo de autodefensa surgido en 2015-- se ocupa de la seguridad.

Tanto si es una estrategia deliberada como si no, advierte Crisis Group, a medida que los estados del Sahel se debilitan estos actores se convierten en más autónomos y pueden llegar incluso a contestar a las autoridades.

Además, también resulta contraproducente el que los estados hayan sumado a estos grupos armados a su lucha antiterrorista, recabando información y patrullando, pero en algunos casos incluso realizan arrestos. Están asumiendo, incide ICG, "un rol para que no están preparados" y convirtiéndose en objetivo de los yihadistas, pero también comportándose como "una fuerza de policía privada" con su propia agenda e intereses.

MÁS FUERZAS Y MEJOR GOBERNANZA

Lo deseable sería pues una mayor presencia de las fuerzas gubernamentales, acompañada por un esfuerzo de "buena gobernanza" y un compromiso de que dichas fuerzas no seguirán cometiendo injusticias como la "extorsión, lo que ha exacerbado la desconfianza de los ciudadanos en las autoridades".

Cuando haya que depender de actores armados no estatales, deberá haber una mejor supervisión, mientras que si se opta por enviar efectivos, se debe hacer en colaboración con las autoridades locales para no generar malestar, ya que se les priva de una "lucrativa actividad".

Crisis Group también apuesta por que se den pasos para formalizar la minería artesanal, con un marco legal y permisos de extracción, así como mejores garantías de seguridad y beneficios fiscales, además de promover redes formales de comercio de oro que rompan con las redes informales que actualmente se encargan de enviar el mineral a Dubái, China y Suiza.

Por último, les invita a "encontrar un equilibrio" entre la preservación de la minería artesanal y la industrialización del sector, porque aunque esta última genera ingresos fiscales puede generar resentimiento entre la población.