Publicado 01/02/2020 10:47

Sahel.- El rostro humano de la crisis en el Sahel

Sahel.- El rostro humano de la crisis en el Sahel
Sahel.- El rostro humano de la crisis en el Sahel - UNICEF/DICKO - Archivo
Malí Malí Malí

UNICEF alerta de que hasta cinco millones de niños podrían necesitar ayuda en Burkina Faso, Malí y Níger

Denuncia que la inseguridad está afectando a servicios básicos como la educación y la salud

MADRID, 1 Feb. (EUROPA PRESS) -

Hussaini e Ismail son dos de los hasta cinco millones de niños que necesitarán asistencia humanitaria este año en el Sahel central. El incremento de la violencia en Burkina Faso, Malí y Níger ha provocado el éxodo de más un millón de personas, de las que el 56 por ciento son niños.

"Estaba en clase en mi aldea cuando escuchamos gritos y luego la gente comenzó a disparar", recuerda Hussaini, un desplazado de 14 años en el norte de Burkina Faso. "Dispararon contra nuestros profesores y mataron a uno de ellos y quemaron las clases", añade, asegurando que se sintió "aterrorizado".

A continuación, salió corriendo hasta llegar a su casa. "Mi padre dijo que teníamos que irnos y eso es lo que hicimos mis padres, mis abuelos, hermanas y hermanos", explica. "Tardamos cuatro días caminando día y noche y pedíamos agua en las localidades por las que pasábamos", señala. "Tenía mucho miedo", recuerda y añade: "Hace un año de la última vez que fui a la escuela".

La educación se ha convertido en uno de los objetivos de los grupos armados que operan en el Sahel, donde están activas filiales tanto de Al Qaeda como Estado Islámico que en los últimos meses han intensificado sus acciones, principalmente contra las fuerzas de seguridad pero también contra la población civil.

En estos tres países, según el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), más de 8 millones de niños de entre 6 y 14 años no van a la escuela, lo que supone casi el 55 por ciento del total. Entre abril de 2017 y diciembre de 2019, los cierres de escuelas en Burkina Faso, Malí y Níger se multiplicaron por seis debido a la violencia.

Así, a finales de 2019 había más de 3.300 escuelas cerradas, lo cual afectaba a casi 650.000 niños y a más de 16.000 profesores. UNICEF ha documentado más de 20 ataques directos contra escuelas y personal educativo en los tres países durante entre julio y octubre.

Entre las soluciones temporales que desde la agencia de la ONU se han buscado para que los niños del Sahel no se vean privados de su educación es el uso de la radio. Hussaini ha recibido una radio con la que toda su familia sigue ahora las lecciones. "Nos enseñan a leer, escribir y matemáticas", explica. Aún así, su principal deseo es que "haya paz y todos los niños puedan volver a la escuela de nuevo". En su caso aspira a ser médico y "curar a otras personas".

LA HISTORIA DE ISMAIL

En el caso de Ismail, su familia es nómada y él y su hermano estaban acostumbrados a deambular con su ganado y cruzar desde su Níger natal a Malí en busca de pastos y agua. Sin embargo, las fuerzas de seguridad malienses les tomaron por miembros de un grupo armado y comenzaron a dispararles desde un helicóptero, hiriendo a ambos de gravedad y matando a sus animales.

"No recuerdo lo que ocurrió, solo que disparaban contra nosotros", cuenta a UNICEF. Ambos fueron trasladados al hospital, donde los médicos le amputaron la pierna a Ismail, que no trata de contener las lágrimas cuando recuerda lo ocurrido. Pero su sufrimiento no acabó ahí. Una vez dado de alta, fue detenido para ser interrogado, sin embargo, gracias a UNICEF fue puesto en libertad y ahora vive junto a su hermano en un centro para chicos separados de sus familias.

Su caso, reconoce la directora de protección de la infancia de UNICEF en Malí, Daniela Luciani, no es el único. "Hemos visto un gran aumento de la violencia en 2019 con más niños heridos en ataques y consecuencias devastadoras para ellos y sus familias", denuncia.

Los niños en el Sahel central "están siendo asesinados, mutilados y abusados sexualmente, y cientos de miles de ellos han vivido experiencias traumáticas", incide por su parte la directora regional de UNICEF para África Occidental y Central, Marie-Pierre Poirier.

Según denuncia la agencia de la ONU, los niños desplazados se enfrentan a un mayor riesgo de verse separados de sus familias y de ser víctimas de violencia física y sexual. En el caso de las adolescentes, están expuestas a abusos sexuales, matrimonio infantil y embarazos no deseados.

SOLO SE HABLA DE LAS CUESTIONES DE SEGURIDAD

"La situación se está deteriorando muy rápido", subraya por su parte Aude Rigot, especialista en emergencias en UNICEF para África Central y Occidental, lamentando que en el último año, a la hora de hablar del Sahel "solo se habla de las cuestiones de seguridad y eso es un gran motivo de preocupación".

"Tenemos que intentar mostrar el rostro humano de esta crisis", subraya en una entrevista concedida a Europa Press, incidiendo en que la inseguridad está teniendo un fuerte impacto en servicios básicos como la educación y la salud, lo que priva a los niños de su inmunización rutinaria y les expone al riesgo de enfermedades infecciosas.

Además, la población ha perdido el acceso a sus medios de vida, en general la agricultura y la ganadería, algo crítico habida cuenta de que ahora comienza la estación de escasez que se prolongará hasta agosto y durante la que es más difícil encontrar alimentos y agua, resume Rigot.

La previsión de UNICEF es que en 2020 más de 700.000 niños menores de 5 años se enfrentarán a desnutrición aguda severa, la forma más grave y que les expone al riesgo de morir, en estos tres países, y en algunas zonas se ha alcanzado niveles sin precedentes de prevalencia de entre el 4 y el 6 por ciento, por encima del nivel de emergencia del 2 por ciento.

El acceso a agua potable es otro motivo de preocupación para UNICEF. Solo en Burkina Faso, disminuyó en un 10 por ciento en el último año en las áreas donde los desplazados internos representan más de una quinta parte de la población mientras que en algunas zonas la disminución ha sido de hasta un 40 por ciento.

Según Rigot, antes había un punto de agua para 100 personas y ahora, con el aumento de los desplazados, puede haber hasta 500 personas lo cual no solo tiene un impacto respecto al acceso y la calidad del agua sino que también "puede generar tensiones".

La especialista en emergencias de UNICEF recuerda también que Burkina Faso, Malí y Níger son de los países más pobres del mundo y las zonas en las que operan en particular los grupos armados ya eran de las menos desarrolladas antes de que estallara la violencia.

HUIR DEJANDO TODO ATRÁS

"Los desplazados han dejado todo atrás, aunque no tenían mucho y ahora tienen que encontrar mecanismos de supervivencia" lo que en muchos casos pasa porque los niños tengan que trabajar o por madres solteras que se enfrentan al reto de alimentar a sus hijos, resalta.

"Hace falta mostrar el rostro humano de esta crisis porque la realidad es que la gente está perdiendo sus casas y necesita ayuda", insiste Rigot, que admite que las cuestiones de seguridad seguirán estando ahí pero es necesario advertir de que está en juego "los logros de 20 años en materia de desarrollo".

Los niños necesitan asistencia y protección pero la inseguridad está dificultando a UNICEF y otras agencias humanitarias llegar hasta ellos. El acceso es siempre un desafío, admite Rigot, de ahí la importancia "de estar preparados para ir inmediatamente" cuando se dan las circunstancias, pero también la falta de fondos ante las crecientes necesidades y la presencia aún no muy numerosa de ONG.