Publicado 15/01/2019 17:42

Trump advierte que "nunca" se echará atrás en el cierre del Gobierno pese a la división generada en el partido

Donald Trump
REUTERS / LEAH MILLIS

   El ala más moderada se opone, pero los más ultraconservadores están contentos con una administración restringida

   MADRID, 15 Ene. (OTR/PRESS) -

   El Gobierno de Estados Unidos entra en su cuarta semana de cierre parcial, lo que conduce ya al 'shutdown' más largo de la historia. Además, si se hace caso a las últimas declaraciones del presidente Donald Trump, la cuestión no está en vías de solución y se ha convertido en un serio problema que está dividiendo al Partido Republicano.

   Trump ha declarado este lunes que "nunca se echaría atrás" y rechazó la sugerencia de un senador de su partido de reabrir el gobierno durante varias semanas mientras las negociaciones continuaran con los demócratas sobre sus demandas relativas al muro fronterizo.

   Al rechazar de plano la posibilidad que le ofrecía el senador Lindsey Graham, el presidente ha logrado reabrir otro frente más, pero esta vez en el seno de su propio partido.

   La única novedad en esta ocasión es que se ha alejado abiertamente de la idea de declarar una emergencia nacional para burlar al Congreso y conseguir del Departamento de Defensa los 5.700 millones de dólares que exige para levantar el muro con México.

   La cuestión del cierre parcial del gobierno está evidenciando la división entre el ala moderada y extremista del partido. Mientras unos son consientes del coste político que puede tener un cierre prolongado y son partidarios de que se reabra la administración al tiempo que se mantienen las negociaciones sobre la seguridad en la frontera con los demócratas, otros alientan al magnate a que siga firme en su decisión de no ceder en sus reclamos.

   Y es que, según prestigiosos medios estadounidenses, como 'The Washington Post', el cierre "está dando a algunos asesores de Trump lo que siempre han querido: un gobierno más pequeño".

   Según el rotativo, "prominentes asesores" del mandatario han promulgado siempre presupuestos federales recortados y una burocracia controlada. En esta línea estaría el responsable del personal interino de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, o el director interino del presupuesto Russell Vouhght, así como los líderes del 'Caucus de la Libertad', los más conservadores del partido y que han adquirido una enorme influencia sobre el presidente.

   Los dos altos ejecutivos han tomado medidas para mitigar algunos de los efectos más impopulares del cierre. Pero Mulvaney no está perturbado por las consecuencias y, en cambio, se ha centrado en proteger a Trump de las críticas, según dos funcionarios de la administración que no estaban autorizados a hablar públicamente, cita el WP.

   Los representantes del Caucus de la Libertad y los principales aliados del presidente en la Cámara le han instado a que mantenga el rumbo. Han hecho públicos llamamiento a recortar el gasto federal, no tanto en el fortalecimiento de la seguridad fronteriza, advierte el prestigioso periódico.

   Y es que, el análisis del diario local viene a determinar que la exigencia del muro es una excusa para muchos republicanos que lo que buscan en realidad es una simplificación de la administración.

   Para el exjefe de Estrategia de la Casa Blanca, Steve Bannon, con estas "medidas contundentes se demuestra lo que es esencial y lo que no", lo que podría llevar después a cerrar ciertas agencias.

   Sin ir más lejos, este domingo, Trump minimizó los efectos del cierre. "El daño causado a nuestro país por una frontera muy dañada (drogas, crimen y tantas cosas malas) es mucho mayor que un cierre", escribió en Twitter.

   Pero lo cierto es que el cierre de 10 agencias del Gabinete y docenas de agencias más pequeñas ha sacudido a muchos estadounidenses y ha reducido los servicios como las inspecciones de seguridad alimentaria y la aprobación de préstamos de bajos ingresos.

   Cerca de 420.000 empleados siguen trabajando sin paga durante el cierre porque sus trabajos se consideran esenciales para la seguridad pública o la seguridad nacional. Otros 350. 000 están en licencia. Se espera que ambos grupos reciban pagos atrasados ??cuando el gobierno vuelva a abrir.

   Además, el costo político podría ser aún mayor a partir de esta semana. La razón es que los tribunales federales se quedan sin dinero para funcionar este viernes y la Guardia Costera se queda sin sueldos. Los aeropuertos empezarán a cerrar terminales porque el personal no acudirá a trabajar si no van a ser pagados. Alegarán estar enfermos y se buscarán alternativas remuneradas que les ayuden a pagar sus facturas.

Aunque haya una parte de republicanos ajenos a las consecuencias que puedan derivarse de un cierre tan prolongado, los más sensatos están tratando de presionar al magnate para que reconsidere su postura, aunque no han tenido ningún éxito, de momento.

   "Antes de que deseche la opción legislativa (de la emergencia), le instaría a que abra el Gobierno por un corto período de tiempo, unas tres semanas, antes de descartar esa opción, para ver si podemos alcanzar un acuerdo", manifestó Graham en el programa de televisión Fox News Sunday.

   Después de que Trump haya decidido no ceder ni un milímetro, ha tirado por la borda la 'rama de olivo' que le acercaba a tierra segura. Trump, ya se sabe, prefiere frentes abiertos, aunque cada día que pasa pierda más la batalla en nombre de la seguridad nacional.

   A la oposición de Graham se unen también las manifestaciones públicas de otros dos congresistas republicanos contra la posibilidad de usar la declaración de emergencia nacional para sortear al Congreso.

   Encuestas publicadas este fin de semana en medios de comunicación hablan de que el 53 por ciento de los estadounidenses responsabilizan al presidente y al Partido Republicano de la parálisis en la Administración, aunque crece el apoyo a la construcción del muro fronterizo: entre los votantes republicanos, el 70 por ciento apoyan frente al 58 por ciento de hace un año.

   Ahondando en la idea que quiere lanzar Trump de que él hace lo que sea necesario para mantener las fronteras seguras, el Pentágono ha informado este lunes de que extenderá una misión para apoyar la seguridad fronteriza de Estados Unidos con México hasta el 30 de septiembre.

   El secretario interino de Defensa, Patrick Shanahan, ha aprobado la extensión en respuesta a una solicitud del Departamento de Seguridad Nacional, según ha indicado el Pentágono en un comunicado. Actualmente hay alrededor de 2.350 tropas asignadas en la frontera.

   El despliegue fue autorizado previamente hasta el 31 de enero por el exsecretario de Defensa Jim Mattis.

   El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó el despliegue en octubre, poco antes de la celebración de las elecciones parlamentarias de noviembre, como parte de un esfuerzo para acabar con la inmigración ilegal, mientras miles de migrantes que huyen de la violencia en América Central se desplazaban hacia Estados Unidos.

   Este mismo lunes se ha conocido que una nueva caravana de migrantes ha partido desde Honduras rumbo al Norte. Ni el muro, ni el Ejército desplegado en la frontera, ni la política dura de Trump parecen frenarlas.

   Sin embargo, la idea de que hay una emergencia nacional, como pretende hacer creer Trump, es más que cuestionable. Menos aún que, de haberla, pudiera solucionarse con el muro.

   Es más, los cruces ilegales han estado disminuyendo durante casi dos décadas. En 2017, las detenciones llegaron al nivel más bajo desde 1971. Los no detectados se ha reducido aún más rápido: de 851.000 en 2006 a 62.000 en 2016, según estimaciones del Departamento de Seguridad Nacional que refleja el diario 'The New York Times'.

   Sólo hay un dato migratorio que ha crecido: el de las familias. Esta nueva situación, que ha batido récords, sí ha provocado una crisis, pero humanitaria; debido sobre todo a que los centros de detención no están preparados para menores y para largas estancias.