Actualizado 02/11/2018 17:36

Trump autoriza al Ejército que dispare contra los migrantes que "lacen piedras" como "si fueran rifles"

Migrantes venezolanos esperando a entrar en Perú
REUTERS / STRINGER .

   El presidente echa más gasolina a su discurso antiinmigración y su "nacionalismo" aleja del voto republicano a los conservadores más moderados, urbanos, cosmopolitas y ricos

   MADRID, 2 Nov. (OTR/PRESS/Notimérica)

   El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a avivar el discurso antiinmigración y ha anunciado este jueves una nueva orden ejecutiva con la que pretende cambiar las normas para las solicitudes de asilo. Ha dicho además que los soldados podrán disparar contra los migrantes en la frontera si éstos les tiran piedras.

   El magnate sigue añadiendo combustible a su incendiario discurso nacionalista mientras hace campaña electoral de cara a las elecciones legislativas del 6 de noviembre y en las que los republicanos se juegan el control de las Cámaras.

   Su política dura e intransigente con la inmigración ilegal le ha granjeado la simpatía y los votos de una gran parte del país, de esa América que ha comprado su discurso y sus argumentos de culpabilizar a los ilegales de la pérdida de empleos, la delincuencia o del problema con las drogas.

   El presidente ha reiterado que las "grandes caravanas que marchan en estos momentos hacia nuestra frontera sur" son "una invasión" y para hacer frente a esta "avalancha" ha anunciado un cambio drástico en las normas de solicitud de asilo. De hecho, pretende dejar sin derecho a reclamarlo a aquellos que no entren por los puntos fronterizos autorizados.

   Quienes violen sus reglas se enfrentan a estar bajo detención, a permanecer en tiendas de campaña hasta que sean deportados, a que no se reconozca el derecho a la ciudadanía de los niños que hayan nacido en suelo estadounidense y cuyos padres sean ilegales y a que no se tramite si quiera su solicitud de asilo.

   Además, los integrantes de las 4 caravanas de centroamericanos que se dirigen rumbo a EEUU se encontrarán con una frontera blindada y defendida por un número de efectivos militares que podría ascender hasta los 10.000 ó 15.000 soldados, según ha advertido este jueves el mandatario.

   Aunque el Ejército no está legalmente autorizado para detener o disparar contra los inmigrantes ilegales en la frontera y su labor debería ser de apoyo logístico a las patrullas fronterizas, el magnate ha advertido que les autoriza a abrir fuego. "No vamos a permitir que lancen piedras contra nuestros militares. Les he dicho (al Ejército) que responsan como si fueran rifles", ha aseverado el presidente al concluir su intervención en el Despacho Oval y después de volver a responsabilizar a los migrantes del problema con las drogas en EEUU.

   "Las drogas son un problema tremendo que destruyen nuestra juventud y que está destruyendo nuestra estructura social. Nunca hubo un problema con las drogas como el actual, y como ya dije, buena parte de todo esto viene de la frontera sur", ha vuelto a alegar Trump, aunque la realidad sea otra y no haya datos objetivos que justifiquen sus afirmaciones sin pruebas.

EL DICURSO DE TRUMP ALEJA A LOS REPUBLICANOS MÁS COSMOPOLISTAS

   De hecho, su exacerbado nacionalismo preocupa a los republicanos más moderados, aquellos de tradición conservadora pero más urbanos y cosmopolitas. En este sentido, el diario local 'The New York Times' hace este jueves un recorrido por diferentes zonas republicanas de EEUU donde sus vecinos están a punto de "castigar" a Trump optando por la opción demócrata por primera vez en sus vidas.

   En los distritos de tendencia republicana, desde los baluartes del conservadurismo como Houston en Texas y el Condado de Orange, California, hasta en las comunidades más exclusivas de zonas como Filadelfia y Minneapolis, el partido republicano corre el peligro de perder su mayoría la próxima semana porque el nacionalismo racial de Trump ha alejado a estos votantes que una vez formaron un electorado fiel y confiable.

   Concretamente, en el adinerado enclave de River Oaks de Houston, algunos de sus habitantes --que jamás han apostado por otro voto que no sea para la bancada roja-- se plantean no apoyar la reelección del republicano John Culberson para la Cámara de Representantes porque "el Congreso no se enfrenta realmente a Trump y esta elección se está convirtiendo en un referéndum", alegan.

   Las encuestas en esta zona del país donde no ha ganado un demócrata desde antes de 1966 están ahora a la par. Y es que, según el rotativo local, las llamadas 'midterm' pueden acabar siendo una "ruptura generacional con el republicanismo entre los blancos educados y más ricos, especialmente mujeres, a las que les gustan las políticas empresariales del partido pero se alejan del lenguaje estridente y divisorio sobre la raza y el género" que defiende el neoyorquino.

   En los Ángeles, una de las ciudades más cosmopolitas y multirraciales del mundo y donde se calcula que viven más de un millón de indocumentados, el discurso de Trump provoca un profundo rechazo. Muchos enfatizan el carácter electoralista de su dialéctica racista de cara a arañar unos votos en ciertas zonas del país. Sin embargo, advierten de las divisiones y del odio que genera. Además, de que mientras puede ganar el apoyo de unos, lo pierde de otros.

UNA "CRISIS" INVENTADA

   La cuestión es que según muchos analistas, lo que el presidente considera una "crisis migratoria" no es más que un invento para alimentar el miedo y alentar a una parte de sus votantes.

   Los datos muestran, de hecho, algo muy distinto y desmontan una a una las justificaciones del presidente para calificar de "crisis" la cuestión con la inmigración ilegal, como detalla en un estudio que publica el diario 'The Washington Post'.

   Aunque los datos de Aduanas y de Protección Fronteriza de EEUU muestran que los cruces ilegales han aumentado ligeramente en los últimos meses y son mayores que el año pasado, están muy lejos y muy por debajo de las cifras de los últimos cinco años. El número de detenciones ilegales es similar a las efectuadas en 1970.

   Asimismo, según el Centro de Investigación Pew, el número de indocumentados en EEUU ha disminuido en los últimos años, pasando de 12,2 millones en 2007 a 11,3 en 2016, aunque no hay cifras de estos últimos dos años.

   Además, los datos de Pew muestran que desde 2014, sólo el 14 por ciento de los 'ilegales' habían estado en EEUU menos de 5 años, lo cual quiere decir que la población de indocumentados, aunque no viva de manera legal en el país sí lo hace de manera estable, y no son personas enviadas desde otros países para desencadenar delitos, violaciones y generar inestabilidad, caos y delincuencia como sostiene el presidente.

   Y es que, lo cierto es que las cifras contrastadas muestran que los 'ilegales' cometen delitos pero no al mismo ritmo que los nativos estadounidenses. La tasa de delincuencia entre los inmigrantes sin papeles es más baja que la de la población general. De hecho, los lugares con mayores porcentajes de inmigrantes indocumentados tienden a tener las tasas de criminalidad más bajas.

   Otra de las cuestiones es la calificada como "invasión" de las caravanas de centroamericanos que se dirigen a la frontera entre México y EEUU. Lo cierto es que la mayoría de los integrantes son familias que llegan agotadas y un gran número de los que partieron desde Honduras se van diluyendo en el camino, bien porque encuentran otros lugares de asiento o bien porque acaban regresando. Sólo un pequeño número acaba finalmente llegando a la frontera estadounidense y de ellos un porcentaje muy pequeño cruza de manera ilegal, porque el destino de sus integrantes es reclamar asilo, no entrar de manera fraudulenta.