Actualizado 19/02/2013 17:58

El Tribunal Supremo confirma cuatro años de cárcel para un político venezolano por estafar a un empresario

VALENCIA, 19 Feb. (EUROPA PRESS) -

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha mantenido la condena de cuatro años de prisión y una multa de 6.000 euros impuesta al político venezolano Carmelo Romano, fundador del Movimiento Liberal Pueblo Unido, por estafar a un empresario con la excusa de necesitar dinero para financiar a su partido y para resolver un pleito judicial de una empresa que tenía pendiente en Italia.

El acusado, según consideró probado la sección segunda de la Audiencia de Valencia y ahora ha ratificado el Tribunal Supremo, se aprovechó de la dependencia que sentía la víctima hacia él como consecuencia de un trastorno ansioso depresivo que sufría para lograr "cuanto menos" unos 500.000 euros, que no pensaba devolver.

De esta forma, el alto tribunal ha desestimado el recurso de Carmelo Romano contra la sentencia dictada el 31 de enero de 2012 por la sección segunda de la Audiencia de Valencia. El político condenado había alegado infracción del principio acusatorio y al derecho a un proceso con todas las garantías, a un juez imparcial y a la presunción de inocencia, entre otros motivos.

La Audiencia consideró probado que, en septiembre de 2004, el acusado Carmelo Romano Pérez, que entonces residía en una localidad valenciana, contactó telefónicamente con un empresario titular de varios establecimientos dedicados a la venta de electrodomésticos porque estaba interesado en adquirir determinados productos de sonido.

A partir de este primer encuentro, que generó una factura en productos por valor de 10.398 euros que el acusado no abonó, el político y el empresario mantuvieron nuevos contactos telefónicos que acabaron con una estrecha relación entre ambos. En este tiempo, el afectado supo que Carmelo Romano estaba organizando un partido político en Venezuela y que pensaba presentarse como candidato a las elecciones a la Presidencia de la República para 2006.

Asimismo, supo que Romano era titular de una empresa en Alemania que tenía un pleito pendiente de resolver por la Justicia italiana y que, si lo ganaba, recibiría cien millones de euros. El empresario empezó a entregar elevadas sumas de dinero al político, por un importe total de "cuanto menos" 500.000 euros, con la creencia de que solo si ayudaba al político, éste podría recuperar el dinero del pleito y devolverle lo que le debido. Asimismo, le instaló diversos equipos de electrodomésticos por diversas facturas.

VIAJE A CARACAS

La relación se prolongó hasta el verano de 2005, fecha en la que el empresario viajó a Caracas donde entabló contacto con miembros del partido Movimiento Liberal Pueblo Unido, fundado por Romano, y presenció las actividades de recogida y recuento de avales para lograr tener la condición de partido nacional.

La Audiencia también consideró probado que el acusado padecía desde hacía años un trastorno ansioso depresivo y que, tras volver del viaje, presentaba un estado agudo ansioso, con trastorno dependiente de la personalidad. Según la sala, aprovechando esa dependencia, el político le indujo a efectuar transferencias y entregas de dinero y material electrónico, que no tenía intención de devolver. De hecho, la mujer del empresario aseguró que su marido había sido 'captado' por Carmelo Romano.

Para el TS, en las actuaciones existe prueba "suficiente y con contenido inculpatorio" apta para enervar el derecho a la presunción de inocencia, y ha considerado también que la sala de primera instancia tuvo en cuenta la totalidad de la prueba de cargo y descargo. La Audiencia estimó que el empresario estafado quedó "deslumbrado" por el político para hacer las entregas de dinero y que siempre tuvo la creencia de que le iba a devolver el dinero.

En relación con las entregas al partido, sostuvo que el hecho de que la formación pudiera recibir el dinero, no excluye que para obtenerlo mediara engaño. Así, el TS concluye que el acusado de aprovechó del estado de dependencia emocional y volitiva del empresario que conseguir que creyera que el dinero le sería devuelto y que para conseguir la devolución debía seguir entregando cantidades de dinero.