SAN JUAN, 18 Dic. (Notimérica) -
La estrella de fútbol americano Aarón Hernández, fue condenado en 2013 por asesinar a un amigo. Al tiempo, se suicidó en la prisión. Ante tal suceso, la familia del deportista, de origen puertorriqueño, decidió donar el cerebro de Hernández a la ciencia para encontrar respuestas. Los resultados del análisis sorprendieron a la ciencia.
En principio parecía un cerebro sano, pero en realidad escondía un secreto que dejó boquiabiertos a los científicos. El órgano mostró un estado de encefalopatía traumática crónica (CTE), similar al de alguien afectado por esa enfermedad cerebral degenerativa de 60 años, cuando él tenía 27.
Esta enfermedad se conoce como "demencia pugilística" dada su conexión con los boxeadores quien están sometidos constantemente a duros golpes en la cabeza.
LEYENDA OMALU
Gracias a la intervención del doctor Bennet Omalu, se vinculó el CTE con el deporte más popular en Estados Unidos y se expuso los riesgos de esta práctica.
El CTE causa trastornos en el comportamiento tales como la agresividad, la depresión y la falta de control emocional, además como pérdida de memoria y demencia. A medida que se va envejeciendo la gravedad aumenta.
El cerebro de Hernández se llevó al hospital de la Universidad de Boston de forma secreta para que no trascendiera a los medios de comunicación.
ANÁLISIS
El análisis del cerebro comenzó con cortes en pedazos de 1,3 centímetros. En este paso los investigadores observaron "cuevas" de un tamaño inusual en el centro del órgano que se expandían a medida que el tejido cerebral disminuía.
A la edad a la que murió el jugador, 27 años, no es nada común presentar estas cavidades ya que el cerebro suele ocupar casi todo el cráneo. Además de esta observación, el equipo de la investigadora McKee también comprobó que había una acumulación excesiva de proteína tau, que mata las células nerviosas.
Esta proteína es normal que se encuentre en el cerebro ya que actúa como una especie de "cemento" que da estabilidad al sistema de transporte de sustancias dentro de las células nerviosas, según explicó un experto a 'El Nueve.com'.
Aunque en el caso de Hernández, la proteína tau apareció por toda la corteza frontal, la parte del cerebro que controla la toma de decisiones, los impulsos y la inhibición.
También se había expandido a las amígdalas, que regulan emociones como el miedo o ansiedad, y otras partes del cerebro como el hipocampo, que se asocia principalmente con la memoria y con una parte del sistema límbico (responsable del comportamiento social).
OTROS RESULTADOS
El pasado julio, el diario 'New York Times' publicó los resultados de un estudio llevado a cabo a 202 cerebros, 111 de los cuales pertenecíann a exjugadores de la liga profesional de Estados Unidos, la NFL. De estos, 110 mostraron señales de CTE.
"Ya no se trata de discutir si existe un problema en el fútbol americano. Es una realidad", aseguró MacKee al periódico estadounidense.
Sin embargo, para los investigadores el avance precoz de la enfermedad en Hernández no implica que haya sido la causa de los episodios violentos protagonizados por el jugador. Así también lo aseguró el vicepresidente de comunicación de la liga, Joe Lockhart, quien afirmó que "cualquier intento de hacer parecer a Aaron Hernández como una víctima es equivocado".
"Su historia personal era compleja, y no se presta a respuestas simples. Precisamos recordar que fue condenado por asesinato y los problemas de su comportamiento comenzaron mucho antes de jugar en la NFL", afirmó en una rueda de prensa, según recoge 'El Nueve.com'.
Este caso fue considerado por los científicos estadounidenses uno de los más graves registrados en alguien de su edad, 27 años.