Actualizado 21/09/2018 15:04

Andrés Robles, el peruano que quiere convertir un barrio madrileño en un ejemplo de inclusión

ANDRÉS ROBLES, ASOCIACIÓN INTEGRANDO
ANDRÉS ROBLES
    

   MADRID, 27 Jul. (Notimérica)

   La casa en la que Andrés vive con su familia parece un mausoleo revolucionario. Banderas de distintos pueblos, cientos de pancartas en apoyo a diversas causas, himnos, símbolos... todo listo para apoyar cualquier acto que tenga que ver con la defensa de los derechos de las personas migrantes en España. Es peruano, llegó hace dieciséis años y ha sufrido en sus propias carnes las dificultades que entraña migrar. Se asentó en Vallecas, tradicional barrio obrero de Madrid en el que casi el 15 por ciento de los vecinos son extranjeros y que hoy sueña con convertir en un lugar de plena inclusión donde las políticas públicas también vayan dirigidas a esta comunidad.

   Salió de Perú empujado por el postfujimorismo, una etapa convulsa en la que las condiciones laborales no eran las óptimas para él, y por la oferta de un conocido que le invitó a trabajar en Madrid en una empresa que se fue a pique a los pocos meses. Como en Perú se había dedicado toda la vida al trabajo social y en ONGs, comenzó a estudiar cooperación y en 2009 fundó en España la organización Integrando, desde la que no ha parado de trabajar junto con sus compañeros para visibilizar a la inmigración como un activo y no como un problema. Su sueño es convertir a Vallecas en un barrio donde queden representadas todas las nacionalidades.

   En una cafetería de ese barrio de Madrid, Andrés relata a Notimérica que la idea es "trabajar por los derechos y la identidad propia de las personas migrantes", cosa que no han dejado de hacer hasta la fecha. Siempre de manera autofinanciada, porque pese a intentarlo sin descanso no han logrado nunca acceder a subvenciones públicas, el peruano y su organización se han convertido en el referente nacional para sus compatriotas no solo en materia de derechos humanos, sino también en el plano cultural.

   Andrés logró tener un espacio propio en Radio Vallecas, una radio comunitaria desde la que cada sábado de 15 a 16 horas durante muchos años dieron voz a poetas, artistas, gente del mundo de las artes y también a asociaciones que desearan explicar sus proyectos. Su programa, 'Voces de Latinoamérica', fue replicado, a imagen y semejanza, por otras radios comunitarias. Ahora por falta de tiempo se ha visto obligado a aparcarlo, pero algo en él transmite que lo echa de menos.

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   Desde que llegó al barrio, que tiene censados cerca de 250.000 habitantes de los cuáles más de 37.000 son inmigrantes sin doble nacionalidad, supo que quería involucrarse con ellos. En los primeros años la lucha estaba enfocada a la obtención de los documentos de identidad que permitiesen regularizar sus situaciones, pero en la actualidad los esfuerzos están más centrados en visibilizar "todo lo bueno que la población migrante puede ofrecer al país en forma de conocimiento, de empleo, de cultura, de inversión...".

   Por ese motivo, sin dejar de lado su participación en el Foro Social de Vallecas, en la Mesa de Derechos Sociales del barrio o en la Casa de la Cultura, también entró tras el movimiento 15-M y la formación de Podemos como partido político a participar de los círculos y las asambleas. En un primer momento, reconoce, era muy reticente a ello, pero poco después comprendió que para exigir políticas públicas había que estar en contacto con los políticos. No tiene cargo organizativo, aunque en alguna ocasión se lo han ofrecido, pero se mantiene en la sombra, sin perder distancia para seguir tratando de incidir "para que nuestros derechos realmente sean efectivos y el racismo en el interior de las organizaciones políticas se visibilice y se interpele".

   Porque no le tiembla la voz al decir que España sigue siendo un Estado racista y recuerda el caso del 'mantero' fallecido hace unos meses en Lavapiés mientras huía de una redada policial. El joven llevaba trece años en España y todavía no había conseguido sus papeles. "¿Te imaginas ese día a día lleno de miedos, de necesidades, sin acceso a los servicios básicos?", pregunta. "En nuestros países hay racismo, pero no se encierra al inmigrante ilegal". Aquí dice, que en cambio, la existencia de Centros de Internamiento para Extranjeros dan argumentos a los racistas para seguir con su xenofobia.

ANDRÉS ROBLES

LA CASA DE LAS PERSONAS MIGRANTES

   Tal y como él ve la situación en España, quien se ha visto obligado a emigrar de su país se enfrenta a una doble criminalización. Primero por parte del Estado y después de mano de las ONGs, que "pecan de paternalistas y asistencialistas y se centran solo en los problemas inmediatos pero no en buscar soluciones verdaderas". Su aspiración va más allá: pasa por empoderar a las comunidades. Por esa razón quiere abrir en Vallecas --dónde si no-- La Casa de las Personas Migrantes, un espacio que pueda ser utilizado por grupos de baile que quieran ir a ensayar, que sirva como punto de reunión y por fin puedan dejar de reunirse en espacios cedidos puntualmente por las asociaciones de vecinos. Por supuesto, como buen activista, aspira a que el lugar sea un espacio autogestionado.

   Pero su idea va más allá. Su proyecto estrella es crear en esa Casa un espacio al que puedan acudir en su día libre las mujeres que trabajan como internas en hogares. Son ellas quienes sufren especialmente, ya que esos domingos libres se ven obligadas a pagar precios abusivos por un sofá en el que descansar en pisos patera. O a pasar el día como compañía de algún hombre por el único hecho de que no pueden costearse ese sofá. Esto, por fortuna, cambiará si el proyecto de Andrés sale adelante, pues se habilitará un gran espacio, así como una pequeña cocina, que sirva para todas estas mujeres que no tienen dónde ir en su día libre.

PARTIDO POLÍTICO

   Hay dos asuntos más que rondan la cabeza de Andrés. Uno le preocupa, que es la posibilidad de que una parte de los jóvenes no sientan ningún tipo de arraigo en España porque se sienten excluidos del sistema y eso pueda derivar en movimientos violentos. "Marginalizar a los estos chicos podría llevar a la radicalización y a la violencia; necesitan sentirse representados", explica. Su esperanza, en cambio, viene por toda esa nueva generación de jóvenes que se cuestionan "muchas cosas" y que pueden dar otro matiz a la vida española. En concreto, deja entrever la posibilidad de que se esté caminando hacia la formación de un partido político constituido por migrantes y con políticas que les incluyan a ellos.

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   En un país como España, en el que hay más de dos millones de extranjeros nacionalizados; o en ciudades como Madrid, donde el 13 por ciento de la población censada es foránea, "no pueden faltar políticas para nosotros". Así es de rotundo, porque "aunque sea cierto que España es cada vez más mestiza y multicultural, a toda esta fuerza migratoria hay que darle una estructura política y jurídica". No quiere ni oír hablar de los políticos "que nos usan solo para las fotos" ni de las embajadas que "solo se preocupan de abrir sus puertas a las grandes empresas y no al ciudadano de a pie".

   Sabe que la política es importante, pero prefiere mantenerse más enraizado al movimiento social, desde el que se siente más cómodo. Es un referente para su comunidad, aunque por su humildad pretenda negarlo, y desde esa posición quiere seguir peleando por ese cambio cultural que será necesario para que el cambio político venga dado. Las nuevas generaciones de migrantes, concretamente los de raíces latinoamericanas, ya no tienen ese complejo servil con el que vinieron sus padres, sino que son jóvenes perfectamente preparados. "Ellos ya no agachan la cabeza como hicimos nosotros, y no tienen por qué".

   Posiblemente La Casa de las Personas Migrantes vea pronto la luz, con o sin ayudas públicas. Será un lugar autogestionado por los usuarios y el espacio de inclusión que tanto tiempo lleva reclamando. Todo esto parece tener un porqué, pues antes de terminar, Andrés recuerda una frase de un amigo suyo: "Si uno no vive para dar vida, ¿qué sentido tiene vivir?".