VIÑA DEL MAR (CHILE), 29 Ene. (Notimérica) -
El 29 de enero de 1985 un pelotón de fusilamiento de gendarmes chilenos acababa con la vida de dos de sus compañeros, Topp Collins y Jorge Sagredo, conocidos como los 'psicópatas de Viña del Mar'. Éstos habían sembrado el terror durante casi dos años en la noche de la ciudad chilena, acabando con la vida de 10 personas y violando a 4 mujeres.
El costero municipio de Viña del Mar, una de las localidades más lúdicas y famosas de Chile, comenzaba la noche del 5 de agosto de 1980 a sufrir una ola de homicidios y violaciones perpetrados por dos desconocidos. Se daba así inicio a uno de los casos policiales más famosos del país y que sembraría el pánico en la sociedad, haciendo descender incluso los beneficios de su principal fuente de ingresos: la vida nocturna.
Enrique Gajardo, de 35 años y que desarrollaba su labor profesional como profesor, era asesinado de un tiro en el pecho a quemarropa cuando se encontraba junto a su pareja en las inmediaciones del Jardín Botánico de la ciudad aquella noche de agosto. Los dos atacantes, tras acabar con la vida del docente, violaron a la mujer que lo acompañaba, quien consiguió escapar de ellos posteriormente. A la víctima se le sustrajeron varios objetos de valor, así como su coche, posteriormente abandonado cerca de la Avenida de España.
Lo que en un principio podría parecer un hecho aislado y relacionado con un atraco, tres meses después se postuló como un caso policial de mayor embergadura. La noche del 12 de diciembre volvía a perpetrarse un homicido con el mismo modus operandi: Alfredo Sánchez, de 34 años y médico de profesión, recibía dos disparos en el pecho cuando se encontraba junto a su novia dentro de su vehículo. Nuevamente, tras sacar a la víctima del coche y alejarse del lugar, llevando con ellos a la joven, los asesinos abusaron sexualmente de ella y abandonaron el automóvil.
Se relacionaban así los ataques de los agresores con víctimas principalmente compuestas por parejas sentimentales que intimaban en zonas apartadas o solitarias. Además, la policía comenzó a elaborar investigaciones sobre lo que parecía una serie de asesinatos llevados a cabo a manos de dos varones armados con una pistola de calibre 38 y de identidad desconocida.
PRIMERAS PISTAS
Los primeros indicios surgían durante la celebración del Festival Internacional de Viña del Mar del año 1981. La noche del 28 de agosto, mientras toda la ciudad disfrutaba del espectáculo musical, cerca del recinto donde se llevaba a cabo el acto era asesinado el empresario Fernando Lagunas y Delia González, prostituta con la que se encontraba manteniendo relaciones sexuales. Testigos del suceso aseguraron que la mujer, antes de ser asesinada, había pedido ayuda a gritos y afirmado que el agresor era 'gendarme'.
De esta manera, se conseguía una pista de la identidad de los asesinos, que volverían a ocupar los titulares y portadas de la prensa chilena en el mes de mayo de 1981. Tras sustraer un taxi, los homicidas se desplazaron hasta el camino Los Ositos, donde acabaron con la vida de otro varón, Jorge Inostroza, violando a su esposa en presencia de su hija de dos años.
Sin más averiguaciones que el arma y la altura de los sospechosos, la policía chilena recibió otra nueva llamada que alertaba de la muerte de un hombre y la violación de su pareja después de ser interceptados por un taxi, del que se bajaron dos encapuchados que llevaron a cabo los hechos después de haber robado y asesinado a Raúl Aedo, cuyo cuerpo apareció al día siguiente.
Los crímenes de los ya conocidos como 'Psicópatas de Viña del Mar' llegaron a su fin el Día de Todos los Santos de 1981. Durante esa noche, los jóvenes Roxana Venegas y su novio, Jaime Ventura, morían a consecuencia de los disparos recibidos cerca del puente Capuchinos de Viña del Mar. Testigos aseguraron haber visto a un hombre, con bigote, tratando de forzar a la jóven antes de acabar con su vida.
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LA DETENCIÓN Y FUSILAMIENTO
Tras más de un año de investigación, la policía chilena no conseguía dar con los culpables. Sin embargo, las primeras luces sobre el caso comenzarían a surgir dentro de los mismos cuerpos de seguridad. Uno de los compañeros carabineros del agente Jorge Sagredo sospechó de él tras escucharle hablar con extraña actitud de los asesinatos, y darse cuenta de su parecido físico con el perfil desarrollado sobre uno de los posibles homicidas.
Tiempo después, una mujer que había sufrido un intento de agresión junto con su hija unos años antes, en la que incluso el atacante había disparado contra ellas, acudió a comisaría a denunciar los hechos. Tras ésto, se procedió a realizar una rueda de identificación de los posibles culpables en la que la mujer reaccionó al tercer sujeto. Cuando los agentes le solicitaron que se asegurara, la mujer afirmó que se tratata de él, refiriéndose al carabinero que había escoltado al presunto agresor. Se trataba de Jorge Sagredo.
Se acrecentaron así las sospechas sobre la relación de Sagredo con el caso de los 'psicópatas de Viña del Mar', y al ser detenido afirmó haber realizado los hechos y acusó a su compañero Carlos Topp Collins de cohecho. Estando ambos retenidos por las autoridades, alegaron haber realizado los actos bajo la petición del empresario Luis Gubler, que había sido detenido como sospechoso del caso meses antes, pero debido a la falta de pruebas puesto en libertad, sembrando dudas de su autoría hasta el día de hoy.
El ministro Julio Torres condenó a muerte a Sagredo y Topp Collins, quienes pidieron un indulto al entonces presidente de Chile, Augusto Pinochet. El jefe de gobierno declinó la petición, y la madrugada del 29 de enero de 1985 dos pelotones de fusilamiento llevarían a cabo la aplicación de la última pena de muerte de la historia de Chile, acabando también con uno de los casos más aterradores de la historia del país.