Actualizado 09/07/2009 14:48

China exhibe fuerza en zona asolada de Xinjiang

Por Chris Buckley

URUMQI, China (Reuters/EP) - Vehículos blindados y camiones que transportaban a miles de efectivos militares chinos atravesaron el jueves las calles arrasadas por los disturbios de la capital de la región de Xinjiang, emitiendo avisos de propaganda que instaban a la unidad étnica.

Pero algunos residentes de Urumqi, donde 156 personas murieron y 1.080 resultaron heridas el domingo cuando integrantes de la minoría musulmana uighur atacaron a miembros de la etnia china han, están preocupados por cómo podrán volver a convivir ambos bandos.

Pekín no puede darse el lujo de perder el control en un vasto territorio en la región noroccidental que limita con Rusia, Mongolia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Pakistán, India y Afganistán, y que tiene abundantes reservas de petróleo y es la mayor región productora de gas natural del país.

"Esto podría continuar por unos pocos días, pero eventualmente el Gobierno debe usar la fuerza, no hay duda al respecto", dijo Bo Zhiyue, investigador de alto rango y experto en política de China del East Asian Institute de la National University de Singapur.

"Porqué si no usas la fuerza, la situación podría incrementarse como una bola de nieve. Podría salir fuera de control. Cualquier gobierno tendría que hacer algo al respecto", agregó.

La etnia han, que ha dicho sentirse amenazada desde la violencia desatada el domingo, celebró la exhibición de poder militar del jueves y sacó fotografías. Residentes uighures miraban con expresión de preocupación.

"Esto me asusta, y creo que es su objetivo", dijo una mujer uighur llamada Adila. "¿Qué podemos hacer contra tantos soldados?", agregó.

Las autoridades han puesto avisos donde instan a quienes participaron en los disturbios a entregarse o de lo contrario enfrentarán un castigo severo.

Li Zhi, jefe del Partido Comunista en Urumqi, dijo que buscará la pena de muerte para los manifestantes que recurrieron a "medios crueles" y asesinaron gente en la ciudad dividida entre uighures y hans, el grupo étnico predominante del país.

Los avisos, pegados en las paredes en lenguaje chino y uighur, dicen que quienes oculten o protejan "criminales" también serán castigados. La pena de muerte es común en China, incluso para los crímenes económicos.

La fila de tropas, vehículos blindados y camiones que se extendía por kilómetros y emitía la propaganda pasó durante unos 25 minutos a través de Saimachang, el vecindario uighur donde cientos de mujeres protestaron el martes.

Varios helicópteros sobrevolaron apenas unos metros sobre los tejados arrojando panfletos sobre la multitud de cientos de personas que se reunían a ver el paso de las fuerzas de seguridad.

Tropas montadas en un camión con armas y escudos anti disturbios corearon frases al unísono y algunos de los vehículos tenían consignas en chino, una de las cuales decía "los separatistas traen calamidad al país y su gente".

La violencia llevó al presidente Hu Jintao a abandonar una cumbre del G-8 en Italia y a regresar a su país para vigilar los desarrollos en Xinjiang, donde cientos han sido arrestados en la represión posterior a los disturbios. Los mercados financieros no se han visto afectados.

Shi Guanzheng, un maestro retirado originario de Shanghái, no se atrevió a aventurarse demasiado lejos pese a la fuerte presencia de efectivos de seguridad.

Shi culpó al Gobierno por no haber sofocado con rapidez las protestas del martes de la etnia china han, el grupo étnico predominante del país, cuando atestaron partes de la ciudad exigiendo venganza contra los uighures.

"Eso nunca debería haber ocurrido. Debería haber sido cortado de raíz. Los asesinatos de personas inocentes nunca son justificados, pero ahora ambas partes han vivido tantas emociones que las repercusiones durarán un largo tiempo", declaró Shi.

"Estoy asustado de lo que ocurrirá cuando la (fuerza paramilitar de la) Policía Armada del Pueblo deba irse. No me preocupa lo que pase mañana o el día siguiente. Lo que me preocupa es lo que ocurrirá el mes próximo o el siguiente. ¿Qué pasará entonces?", agregó.

Durante largo tiempo Xinjiang ha sido un semillero fuertemente controlado de tensión étnica, fomentada por una brecha económica entre los uighures y los chinos han, el control del Gobierno a la religión y la cultura, y un flujo de inmigrantes que residen mayoritariamente en las ciudades claves de la región, incluyendo Urumqi.

El Gobierno ha culpado por la matanza del domingo a uighures exiliados que buscan la independencia de la región, especialmente Rebiya Kadeer, un activista que vive en el exilio en Estados Unidos. Kadeer ha negado esas acusaciones.