Actualizado 25/12/2017 08:35

La corrupción plaga las cárceles de México

Cárcel
PIXABAY
 

   CIUDAD DE MÉXICO, 25 Dic. (Notimérica) -

   La corrupción reina en las cárceles mexicanas, según numerosos testimonios. Los sobornos a funcionarios y pagos a presos están a la orden del día en el país azteca. 'Animal Político' analiza a través de testimonios los pagos fuera de la ley que se hacen en las prisiones.

   Denominada con las iniciales A.M., la esposa de un preso de una de las cárceles de México, es un ejemplo de cómo el dinero es lo que mueve el funcionamiento de los centros penitenciarios, ya sea a través de sobornos a los agentes o por pagos a los presos.

   Durante las visitas de A.M. a su marido el pago de sobornos se repite constantemente, una vez por llevar un sujetador con aros --no estando permitido por las varillas--, pagó 10 pesos mexicanos (unos 50 centavos de dólar) para que le dejasen pasar. Esto fue solo un día puntual, pero cada vez que va a visitarle paga 10 pesos a un guardia para que no le ponga problemas por entrar con comida para su cónyuge; y 20 pesos (casi un dólar) a otro que le entrega el pase de visitante. No solo eso, sino que incluso paga a otros reos para que avisen a su marido de que ha llegado. "La necesidad de querer verlo te hace pagar. Esa es la realidad", declaró A.M.

Cárcel

   Esta mujer afirma que paga a los guardias e internos por lo menos 150 pesos (8,08 dólares) en cada una de sus visitas. Su marido también tiene que pagar sobornos, así que A.M. lleva unos 300 pesos (16,16 dólares) para darle cada vez que lo visita. Él, a su vez, entrega cinco pesos (25 centavos) a los guardias en cada una de las llamadas que realiza y otros 100 pesos (5,40 dólares) para tener electricidad y agua en su celda, un pago que va a parar a otro recluso que controla la celda, si no paga, podría enfrentarse a situaciones violentas.

   El sistema penitenciario mexicano es notablemente corrupto, según 'Animal Político', y la experiencia de A.M. es solo un ejemplo de ello. El caso de El Chapo Guzmán, que se escapó dos veces de cárceles de máxima seguridad, se plantea como una de las grandes muestras de estos comportamientos al ser acusados como cómplices de la fuga a varios guardias y administradores penitenciarios.