Actualizado 15/09/2006 14:20

Cuba.- Un jesuita leonés que fue maestro de Castro recuerda como Fidel ya era un gran líder en su juventud

Amando Llorente considera al presidente cubano un gran amigo que debería arrepentirse del mal que haya podido hacer a su pueblo

Cree que el comunismo fue sólo el instrumento para un éxito con el que pretendía tapar el trauma de ser un hijo sin familia


MANSILLA MAYOR (LEÓN), 15 Sep. (EUROPA PRESS) -

Cuando el leonés Amando Llorente cruzó el Atlántico en plena II Guerra Mundial, para hacer su magisterio como jesuita en Sudamérica, no podía ni suponer que la autoridad de La Habana (Cuba) le retendría como profesor allí, en el colegio interno Belén, en un curso en el que "llegaba un joven que se llamaba Fidel Castro y que venía de un colegio jesuita para hacer los últimos tres años de su Bachillerato", un joven "inteligente, agitado, activo, de muchos ideales", con el que entablaría una gran amistad que perduraría en el tiempo.

Llorente se percató rápidamente de las capacidades del muchacho, que por entonces contaba con 16 años, y le ayudó en todo lo que estuvo en su mano. Castro ejerció de jefe en el grupo de montañeros que el jesuita fundó en dicho colegio dedicado a recorrer los montes del país y tuvo la oportunidad de salvarle la vida a su maestro en una excursión al río Taco Taco, cuando éste cayó a las aguas bravas y a punto estuvo de ser arrastrado.

El jesuita habla con viveza del carácter de Fidel y de cómo no había reto que se interpusiera en su camino. "Él jugaba al soccer --fútbol-- pero no sabía jugar a baloncesto --más popular en Cuba--. Me dijo: 'padre, quiero entrar en el equipo de basketball y no quedan más que dos meses'. Yo le pregunté qué se le ocurría a él y respondió: 'Póngame una luz en el campo de baloncesto y cuando se acuesten todos me quedaré por la noche un par de horas'. Empezó a practicar y en septiembre pudo entrar en el equipo", explicó Llorente, cuya residencia habitual se encuentra en Miami.

Esta anécdota, con el tiempo, se hace más significativa de su forma actuar, es además un síntoma precedente a una revolución que encabezó y en la que Llorente estuvo presente, (tras su marcha y posterior retorno a Cuba), como enviado del Vaticano para conocer la intención de los revolucionarios.

FIDEL NO PARA SI NO GANA

Llorente, en aquellos momentos manifestó: "el mayor error que puede cometer Baptista es creer que lo que hay en la Sierra es un muchachito; es el mayor enemigo que puede tener, un hombre tremendo que no para si no gana". Todavía pasaron tres años hasta que el movimiento empezó a consolidarse y aún todo "podía acabar en nada o en mucho".

En Roma, por otro lado, querían saber qué era lo que había en la Sierra, y de este modo el destino del jesuita y el ahora dictador vuelve a cruzarse como otras tantas veces a lo largo de sus vidas.

"Unos creían que era Comunismo, otros Cristianismo, otros Patriotismo, otros sencillamente un deseo de volver a la democracia. Llegué a ver a Fidel Castro en la Sierra cuando quedaban, no se lo imaginaba nadie, quince días para su triunfo. En ese tiempo Baptista se fue, se derrumbó todo y cayó en manos del que tenía el banderín en la Sierra, Fidel Castro", recordó este jesuita, hermano del célebre misionero Segundo Llorente.

UN QUIJOTE QUE DEBE ARREPENTIRSE

A pesar de las palabras de admiración de Llorente hacia Fidel, el leonés se muestra crítico ante el Gobierno que aquél ha ejercido en Cuba. "Como seguía siendo el amigo de siempre --en una visita-- le dije: "tú, por ese espíritu quijotesco que tienes, puedes pensar que has hecho sólo cosas buenas, pero has hecho cosas muy malas. Te hablo como amigo y sacerdote, tú estas cosas tienes que reconocerlas, arrepentirte y pedir perdón", aseguró.

Por eso, en esos momentos pronunció unas palabras que estos días toman de nuevo vigencia a pesar de los años transcurridos. "Si alguna vez enfermas y yo estoy vivo, me encantaría estar cerca de ti por si en ese momento yo pudiera darte alguna ayuda, porque para eso soy sacerdote y para eso somos amigos", afirmó.

Llorente asegura creer en la teoría de que Fidel "no es comunista", sino que ha utilizado dicho movimiento para sus ideas personales que le han sido "indispensables para poderse mantener en el poder. Él es poder, lo necesita psicológica, biológica y quizá patológicamente, todo para tapar el problema de la niñez, porque antiguamente éramos demasiado duros con el hijo bastardo", espetó el jesuita.

Finalmente, no se atreve a pronosticar un desenlace para el destino de Cuba, si será éste la democracia o una continuación del régimen actual. "El cubano es impredecible, tiene un carácter muy rico y muy capaz y por otra parte muy emotivo, sentimental", indicó.

"Pueden ocurrir muchas cosas, el cubano puede salir por cualquier lado y tener una salida brillante. ¿Qué pasará? Nadie lo sabe, espero que de la bondad básica del cubano salga algo que no sea odio y sangre. Si es diálogo, me río con los cubanos, he vivido para ellos, y lo cubano siempre acaba en baile", concluyó.