MADRID 28 May. (EUROPA PRESS) -
Un paisaje discreto de roca caliza y vegetación -tan silencioso que podría pasar desapercibido- esconde uno de los secretos subterráneos más impresionantes de España: el Monumento Natural de Ojo Guareña, en el norte de la provincia de Burgos. Bajo esta superficie tranquila se despliega un mundo oculto con más de 110 kilómetros de pasadizos topografiados, una ermita excavada en la roca y restos arqueológicos que evidencian la presencia humana desde el Paleolítico.
La singularidad de este entorno, ha llamado la atención de Marisa Gámez y Juan Crespo, creadores del perfil de viajes en autocaravana Mochileando sobre Ruedas (@mochileandosobreruedas), quienes han dedicado un vídeo a este enclave natural. En su contenido destacan la dimensión del sistema de cuevas, la singularidad de la ermita de San Bernabé y el entorno natural que rodea al complejo, invitando al espectador a descubrir uno de los paisajes más sorprendentes -y menos conocidos- del norte peninsular.
UN TESORO KÁRSTICO EN EL CORAZÓN DE LAS MERINDADES
Situado en la comarca de Las Merindades, en las estribaciones de la Cordillera Cantábrica, Ojo Guareña es el segundo endokarst de mayor desarrollo de la Península Ibérica y uno de los más grandes de Europa. Se formó por la acción del río Guareña al filtrarse en el macizo calizo, dando como resultado un extenso sistema de cuevas, simas y galerías distribuidas en varios niveles.
Además de su valor geológico, este espacio natural es también un enclave arqueológico y ecológico de primer orden. En sus cavidades se han hallado pinturas rupestres, huellas humanas, restos óseos y utensilios que demuestran su ocupación desde hace decenas de miles de años.
Este valor arqueológico, junto a su biodiversidad y geología, llevó a su declaración como Monumento Natural por la Junta de Castilla y León en 1996.
LA ERMITA EXCAVADA EN LA ROCA
Uno de los grandes atractivos de Ojo Guareña es la Ermita de San Bernabé, una capilla excavada en la propia cueva, construida en el siglo XVIII sobre un lugar ya usado como refugio en épocas prehistóricas. Aún conserva pinturas murales y un retablo barroco, y sirve como punto de acceso a una de las galerías visitables del complejo.
El recorrido a la Cueva y Ermita de San Bernabé es apto para todos los públicos y tiene una duración aproximada de 45 minutos. Para quienes buscan una experiencia más inmersiva, también es posible visitar la Cueva Palomera, con dos opciones de recorrido guiado: una versión corta de 2,5 horas y otra larga de hasta 4 horas. Ambas requieren ropa y calzado deportivo, una condición física aceptable y edad mínima de 12 años.
UNA CUEVA VIVA: BIODIVERSIDAD DENTRO Y FUERA
El complejo no solo destaca por su valor geológico y arqueológico. En su interior se han identificado más de 190 especies cavernícolas, muchas de ellas endémicas, y 53 tipos de invertebrados adaptados al medio subterráneo.
En el entorno del monumento natural, declarado Espacio Protegido, es habitual avistar buitres leonados, alimoches, milanos, corzos, jinetas y gatos monteses, así como nutrías en el curso bajo del río. También crecen especies vegetales como encinas, quejigos y hayedos, junto a pinares y formaciones de musgos, algas y hongos en las zonas húmedas.
QUÉ VER CERCA: PUEBLOS CON ENCANTO Y CASCADAS
Entre las recomendaciones de los creadores de contenido Marisa Gámez y Juan Crespo (@mochileandosobreruedas) destaca la visita a Puentedey, considerado uno de los pueblos más bonitos de España, y a la Cascada de la Mea, un rincón poco conocido que completa una escapada perfecta por el norte de Burgos.