MADRID 3 Jun. (EUROPA PRESS) -
En primavera, cuando los campos se llenan de color, una flor destaca por encima de todas: la amapola roja (Papaver rhoeas). Su presencia en cunetas, cultivos abandonados y laderas soleadas forma parte del paisaje habitual de esta época del año. Sin embargo, pocos imaginan que esta flor silvestre está cargada de un simbolismo universal: en muchos países, representa el recuerdo de los soldados caídos en combate, especialmente desde la Primera Guerra Mundial.
La relación entre las amapolas y la guerra no es casual. Es una historia que mezcla poesía, tragedia y biología, y que sigue viva más de un siglo después, tal y como recoge un artículo publicado por la Fundación Hispano Británica.
UN SÍMBOLO QUE NACIÓ EN LOS CAMPOS DE BATALLA
Durante la Primera Guerra Mundial, los paisajes del norte de Francia y Bélgica quedaron arrasados por las explosiones, las trincheras y el movimiento constante de tropas. Y fue precisamente allí, tras una de las batallas más sangrientas en los campos de Flandes, donde brotaron miles de amapolas.
Aquel contraste entre la destrucción y la floración espontánea inspiró al médico militar John McCrae a escribir uno de los poemas más emblemáticos del conflicto, In Flanders Fields, en 1915. En él, las amapolas crecen entre las tumbas de los soldados caídos, dando forma a una imagen poderosa y desgarradora:
En los campos de Flandes soplan las amapolas Entre las cruces, fila tras fila...
DE POEMA A EMBLEMA INTERNACIONAL
El poema se hizo popular rápidamente y en 1921, la organización benéfica británica Royal British Legion decidió utilizar amapolas artificiales para conmemorar a los soldados fallecidos. Ese año se fabricaron nueve millones de amapolas y se vendieron para recaudar fondos destinados a veteranos. Así nació la tradición del Poppy Appeal, que cada noviembre -coincidiendo con el Día del Armisticio- sigue viva en Reino Unido, Canadá, Australia y otros países de la Commonwealth.
Desde entonces, la red poppy (amapola roja) se ha convertido en un emblema del recuerdo y el sacrificio, utilizado para rendir homenaje a los caídos en la guerra.
¿POR QUÉ CRECIERON AMAPOLAS TRAS LA GUERRA?
La explicación no es solo simbólica, también tiene base científica y biológica. La Papaver rhoeas es una planta silvestre pionera, especializada en crecer en suelos removidos, pobres en nutrientes y expuestos al sol. Según la Fundación Hispano Británica y divulgadoras científicas como Teresa Arnandis (@ladyscience), sus semillas pueden permanecer latentes durante más de cien años bajo tierra, esperando las condiciones adecuadas para germinar.
En ese sentido, no resulta inverosímil que, tras los combates y las explosiones en el norte de Francia y Bélgica, el terreno removido favoreciera la aparición de amapolas, convirtiéndose en un símbolo natural del luto y la memoria.
MUCHO MÁS QUE UNA FLOR SILVESTRE
Más allá de su valor simbólico, las amapolas tienen un papel ecológico relevante. Al ser una especie pionera, ayudan a restaurar suelos degradados, protegiéndolos de la erosión y favoreciendo la llegada de otras plantas. También atraen polinizadores como abejas, mariposas y escarabajos, y se consideran bioindicadores de recuperación ambiental.
Sin embargo, los herbicidas modernos han reducido su presencia en muchos paisajes agrícolas, ya que no están adaptadas para resistirlos. Hoy en día, su aparición espontánea sigue siendo un recordatorio visual de su resiliencia y de todo lo que representan.