MADRID 11 Jun. (EUROPA PRESS) -
Para Sandra y Warner, una pareja irlandesa con dos hijos pequeños, la vida en su país de origen se había convertido en una carrera de fondo sin descanso. A pesar de tener empleos estables y bien remunerados, el coste de la guardería, los medicamentos y el ritmo de vida les dejaba poco más que agotamiento y facturas.
El punto de inflexión llegó cuando hicieron cuentas: su hipoteca mensual era de apenas 600 euros, pero los gastos en cuidado infantil superaban los 1.800. "Trabajábamos para que otra persona criara a nuestros hijos", resumieron años después.
Su historia, recogida por el diario británico The Sun, muestra cómo decidieron dar un giro radical: vender su casa en Irlanda, dejar sus trabajos y mudarse a España en busca de algo que nunca habían tenido del todo: tiempo para vivir.
UN NUEVO COMIENZO JUNTO AL MAR
La familia se instaló en la Costa del Sol tras visitar la zona en varias ocasiones como turistas. En uno de esos viajes, al volver en el avión, pronunciaron la frase que acabaría marcando su futuro: "Es ahora o nunca". Dejaron atrás una vida encajada en horarios, estrés y dependencia económica, y apostaron por empezar de cero.
Con los ahorros de la venta de su vivienda en Irlanda, se instalaron en una zona costera, primero de alquiler y más tarde en una casa propia. En ese proceso, pusieron en marcha un negocio inmobiliario que con el tiempo se convirtió en su principal fuente de ingresos.
EL CAMBIO FUE INMEDIATO
Lo primero que notaron fue la diferencia en los gastos diarios. La escolarización infantil en España, más asequible y en muchos casos subvencionada, les permitió reducir el gasto mensual en cuidado de los niños a menos de 200 euros. Además, los precios en supermercados, ocio o restauración eran notablemente más bajos que en su país natal.
Pero más allá del dinero, lo que más valoran es la transformación de su rutina diaria: más vida al aire libre, más tiempo juntos, comidas en familia sin mirar el reloj. En sus propias palabras, pasaron de vivir de nómina en nómina a poder ahorrar y, sobre todo, a disfrutar del día a día.
"ESPAÑA NOS HA ADOPTADO"
El contraste cultural también ha sido un punto a favor. En España, aseguran, encontraron una sociedad más familiar y abierta, donde no resulta extraño ver a padres, madres e hijos cenando juntos en terrazas a las diez de la noche o compartiendo espacios públicos cualquier día de la semana.
Sus hijos, que llegaron con nueve y doce años, se han adaptado con naturalidad. Practican deporte al aire libre, hablan varios idiomas y conviven con compañeros de diferentes nacionalidades. "Están creciendo felices, sanos y abiertos al mundo", aseguran.
NO SE PLANTEAN VOLVER
Sandra y Warner no tienen planes de regresar a Irlanda. Lo dicen sin dramatismo, pero con convicción: en España han encontrado una forma de vivir que no creen que podrían recuperar en su país, ni siquiera con mejores sueldos. "Aquí tenemos lo que nunca tuvimos allí: tiempo", explican.
Años después de aquel salto al vacío, no solo han conseguido estabilidad, sino también un estilo de vida que responde mejor a lo que deseaban como familia: menos presión, más salud, más conexión entre ellos. "España nos ha adoptado", afirman. Y, al parecer, es una adopción recíproca.