Actualizado 16/01/2013 20:29

Obama reconoce que ninguna ley parará "actos de violencia sin sentido" tras proponer nuevas medidas de control


WASHINGTON, 16 Ene. (EUROPA PRESS) -

El presidente estadounidense, Barack Obama, ha propuesto este miércoles un total de 23 medidas para un control mayor de las armas de fuego, como revisar el acceso a armamento de personas condenadas, mejorar el control de armas que han estado implicadas en un acto delictivo y obligar a que todos los centros educativos tengan un plan de emergencias para asaltos armados, aunque ha reconocido que ninguna ley "impedirá un acto de violencia sin sentido".

Obama ha señalado que estas 23 medidas no necesitarán del respaldo del Congreso, aunque también ha detallado un plan aún mayor que sí necesitará el respaldo de ambas Cámaras, como la obligación de comprobar los antecedentes de cualquier persona que quiera comprar un arma.

Estas recomendaciones proceden de la comisión encabezada por el vicepresidente, Joe Biden, para aprobar nuevos controles a la venta de armas para que no se repitan tragedias como el tiroteo que acabó con la vida de 27 personas el pasado 14 de diciembre en una escuela de primaria de Newtown (Connecticut).

"No existe ninguna ley que impida totalmente cualquier acto de violencia sin sentido, ningún tipo de legislación impedirá una tragedia o un acto de maldad", ha asegurado Obama, "pero si hay algo que podamos hacer para reducir la violencia, si existe una vida que pueda ser salvada, tenemos la obligación de intentarlo".

"Me dedicaré enteramente a esto, al igual que Biden, pero les digo que la única forma de cambiar esta situación es que lo pidan los estadounidenses", ha asegurado el mandatario en el anuncio en la Casa Blanca.

Entre las principales propuestas, destaca la necesidad de restringir el acceso a personas condenadas en causas penales. Obama ha propuesto además la creación de un banco de datos en el que figure la información de las armas que caen en manos de criminales y personas con antecedentes.

Obama y Biden han presentado su nuevo plan con familiares de las víctimas del tiroteo de Newtown y con cuatro niños que escribieron cartas a la Casa Blanca tras la tragedia para pedir mayor control. "Nuestra primera tarea como sociedad es proteger a nuestros hijos", ha señalado. "Así es como se nos juzgará y necesitamos escuchar sus voces para cambiar", ha reclamado.

El mandatario ha insistido en la necesidad de que el Congreso permita que el Centro de Control de Enfermedades (CDC) pueda realizar estudios sobre la violencia. A pesar de que mueren más de 30.000 personas en Estados Unidos por armas de fuego cada año, ambas Cámaras prohíben que instituciones del país utilicen fondos federales para realizar informes sobre el control de armas.

PROPUESTAS PARA EL CONGRESO

Sin embargo, otras propuestas necesitarán el apoyo del Congreso, como permitir que los médicos pregunten a pacientes y heridos por armas sobre la existencia de armamento en sus domicilios y que el personal sanitario pueda denunciarlo ante las autoridades aunque la víctima no esté de acuerdo.

Uno de los principales caballos de batalla será la obligación de que todos los vendedores de armas comprueben si sus clientes tienen condenas en firme. Actualmente, las tiendas con licencia federal están obligadas a cumplirlo, pero no así el intercambio entre individuos privados, lo que representa el 40 por ciento de la compraventa de armas.

El Senado y la Cámara de Representantes deberán votar si prohíben la venta de armamento de asalto --que estuvo ilegalizada entre 1994 y 2004--, si limitan el número de balas en los cargadores y aumentan la penas para los traficantes de armas. Además, la Casa Blanca busca el apoyo del Congreso para que aprueben el desembolso de 4.000 millones de dólares (3.000 millones de euros) para no despedir a 15.000 agentes de Policía por los recortes.

Obama ha destacado la necesidad de garantizar que los servicios sanitarios cubren los medicamentos para las personas que tienen problemas mentales y un plan para profesores y padres para que no tengan miedo a la hora de llevar a los menores a programas de atención psicológica.