Actualizado 12/10/2013 14:11

Dormido entre cientos de tiburones que le rodeaban

Hombre con un tiburón
Foto: FACEBOOK

NUEVA YORK, 11 Oct. (EUROPA PRESS) -

   Un experto en tiburones, el capitán Brett McBride, hizo un experimento único: quedarse "dormido" un minuto mientras cientos de tiburones nadaban a su alrededor, para demostrar que estos temidos depredadores no se interesan en una persona si ésta les ignora.

   Originario de San Diego, McBride capitanea el barco de investigación de Ocearch, una organización sin fines de lucro de alcance mundial que se dedica a la investigación de los tiburones blancos y otros grandes depredadores.

   McBride, de 46 años de edad, surfista y un buceador que a menudo desciende 100 pies de profundidad o más en una sola bocanada de aire, pasa sus días trabajando con tiburones como parte de ese proyecto.

   Uno de sus últimas hazañas la ha llevado a cabo en Costa Rica, donde durante un minuto se quedó "dormido", cuando cientos de tiburones Galápagos de unos tres metros de largo nadaban alrededor de él mientras se alimentaban.

   Con ello trataba de probar un argumento: estos tremendos depredadores no van a interesarse en ti, si tú no te interesas en ellos, según recoge CNN.

   "Parece una locura, pero no lo es. Esto sólo demuestra la idea tan errónea que tenemos de los tiburones. Son como cualquier otro pez", dijo McBride, quien señaló que los tiburones Galápagos "no se alimentan mucho de mamíferos". "Probablemente, les llevaría horas tomar el valor para atacarte si estuvieras a la deriva en el mar", aseguró.

   El equipo de científicos y marineros del Ocearch tienen la misión de etiquetar electrónicamente a los tiburones, con la intención de crear un mapa global de sus hábitos de migración, reproducción y el nacimiento de sus crías.

   Ello supone atraer a estos depredadores hasta un barco de pesca acondicionado para ello, antes de colocar un equipo de rastreo, tomar muestras de sangre, e incluso llevar a cabo un ultrasonido, todo lo cual se ejecuta en unos 15 minutos.

   El trabajo de McBride es guiar a los tiburones hasta la plataforma del barco. A menudo debe lanzarse al agua con los depredadores, a los que sitúa en posición con sus propias manos. Después, pone una toalla sobre sus ojos para calmarlos, y coloca tubos de agua en sus mandíbulas para irrigar sus agallas.

   "Cuando trabajo con el tiburón de cerca, cuando tengo mis manos sobre él, ahí es cuando no hay temor, sino un verdadero enfoque: observo hasta su más mínimo movimiento". "Sé dónde va a estar medio segundo a partir de ahora, lo cual es más importante que poder alejarte si se abalanza hacia ti", destaca.