Actualizado 18/07/2015 14:16

La legalización de las drogas, un poco más cerca en Río de Janeiro

   RÍO DE JANEIRO, 18 (Notimérica)

   La legalización del consumo de drogas podría estar un poco más cerca, al menos en el estado de Río de Janeiro, si sale adelante la petición del Defensor del Pueblo para que la Justicia deje de detener y llevar a comisaría a las personas que hacen uso privado de estupefacientes.

   "Criminalizar el uso de drogas es inconstitucional. Es algo que pertenece a la esfera de la privacidad", explicaba a Notimérica el segundo subdefensor público general, Rodrigo Pacheco, subrayando que la intención de este organismo es que los consumidores no sean automáticamente llevados a las comisarías.

   Aunque en Brasil el consumo no está penado, sino el tráfico de drogas, la legislación es ambigua y lo que acaba sucediendo en el día a día es que la policía detiene a los consumidores de droga en la calle y más adelante es el juez el que decide, conforme a su criterio, si estaba haciendo consumo propio o tráfico de drogas, lo que puede acarrear penas de hasta 15 años de cárcel.

   Ante este panorama el Grupo de Trabajo de Políticas Públicas sobre Drogas pidió esta semana un Habeas Corpus colectivo y preventivo, así como una solicitud de una medida cautelar y un salvoconducto para evitar el ingreso en prisión de los consumidores.

   Ahora la Sala Penal especial de Río decidirá si acepta la petición, y de aceptarla sentaría un importante precedente en el camino hacia la legalización de las drogas, considera Pacheco, que remarca que la manera en que se actúa hasta forma parte de una política de "guerra a las drogas" que no ha dado sus frutos.

   En su opinión, el combate a través de la prohibición y la fuerza no ha provocado más que muertes entre las clases más pobres y ha reforzado los estereotipos, que normalmente vinculan las drogas --especialmente la marihuana-- a los negros y a los habitantes de las favelas. "El drama es que el usuario de la favela se considera automáticamente traficante", asegura Pacheco.

   Los prejuicios sociales hacen que ni siquiera la Justicia vea de la misma forma a un joven blanco de un barrio pudiente que se fuma un porro en una plaza que a otro joven haciendo lo mismo en una favela, por lo que Pacheco pide que se establezcan criterios claros, siguiendo, por ejemplo, la legislación de Portugal, que considera modélica.

   En Portugal se establece como autoconsumo una cantidad equivalente a diez días, en España se pueden cultivar hasta dos plantas de marihuana por persona, etc. La Defensoría Pública de Río de Janeiro quiere que en Brasil se implanten normas similares para acabar con "el criterio único de la policía o el juez".

   Brasil contaba en 2013 con 514.000 presos, de los cuales 146.000 (el 25 por ciento del total) estaban encarcelados por crímenes relacionados con el tráfico de drogas, según datos del Ministerio de Justicia. La cifra se ha multiplicado por cuatro desde 2005, dando argumentos a los que critican que la prohibición de las drogas tan sólo sirve para abarrotar aún más las precarias cárceles brasileñas.

   SOCIEDAD CONSERVADORA

   Pacheco resalta además que en una ciudad como Río de Janeiro la violencia está estrechamente relacionada con las drogas. Recientemente colectivos a favor de la legalización lanzaron la campaña 'De la prohibición nace el tráfico', para intentar sensibilizar a la población sobre la necesidad de reflexionar sobre una posible despenalización del consumo.

   Sin embargo, gran parte de la población se manifiesta rotundamente en contra y tan solo partidos políticos minoritarios, como el izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL) se muestran abiertamente favorables.

   "Brasil sigue teniendo una postura extremadamente conservadora", resume Pacheco, que confronta la situación del gigante suramericano con la de los países vecinos: Argentina despenalizó el consumo, Chile está en camino y el Uruguay de José Mújica llegó a legalizarlo, aunque su sucesor Tabaré Vázquez ha dado un paso atrás. Brasil, sin embargo, no se mueve.

   Con el Gobierno de Dilma Rousseff en una posición muy debilitada y con el Congreso Nacional de perfil claramente conservador, la legalización parece estar lejos, asume Pacheco: "Vamos a encontrar mucha resistencia, no es un debate fácil. Pero hay que saber que la seguridad pública no se resuelve sólo con policía. Nunca se ha detenido a tanta gente como hoy, pero en cambio no hay sensación de seguridad. Algo falla", dice.