Publicado 11/10/2017 13:29

Una madre colombiana hace caer una red de explotación sexual de menores tras la desaparición de su hija

GETTY IMAGES
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   BOGOTÁ, 11 Oct. (Notimérica) -

   Una adolescente en búsqueda de trabaja, una falsa promesa y el amor de una madre han sido los artífices que, a pesar de todo lo sucedido, han permitido que esta historia tenga una consecuencia positiva a día de hoy.

   Al sur de Bogotá, una joven de 16 años salió un viernes por la mañana de su casa tras contarle a su madre que le habían ofrecido un trabajo de fines de semana en un vivero cercano, en Melgar. Tras la supuesta cita de trabajo, la menor desapareció durante dos días, y a su regreso ya no era la misma.

   Tal y como dijo su madre, a su regreso notó algo extraño en su comportamiento y en su forma de ser, "no era la misma", y además descubrió que tenía mucho más dinero del que supuestamente habría podido conseguir con un trabajo parcial en un vivero, recoge 'El Tiempo'.

   Las sospechas comenzaron a aflorar en la mujer, que a pesar de sus preguntas y súplicas a su hija, no consiguió arrancarle ninguna información sobre los días en los que su paradero no era conocido y, en un descuido de su madre, la joven volvió a salir de su casa sin avisar a dónde.

   En este caso, la desaparición de su hija se prolongó mucho más, y la madre decidió denunciarlo a las autoridades. Presintiendo el peligro al que podía estar sometida su hija, la madre de la joven comenzó a indagar por su cuenta y, precisamente, descubrió su principal pista en las redes sociales.

   Investigando el perfil de su hija, descubrió una foto en la que ésta aparecía acompañada de una señora que no había visto hasta el momento, cuya información personal y datos pudo obtener a través de esta misma red social. Con la imagen impresa, viajó hasta la localidad en la que supuestamente habitaba la mujer, y preguntó por ella a los vecinos.

   Una de las respuestas aseguraba que se trataba de Emily Marlén Rodríguez Oliveros, conocida como 'Chiqui', administradora de un bar local situado a las afueras del pueblo y llamado 'Gorra Vieja'. Ante las sospechas, antes de acceder al local decidió avisar a las autoridades para acudieran al lugar.

   Los uniformados ejecutaron un operativo en el local, en el cual encontraron retenida a la menor de 16 años, obligada a ejercer la prostitución. Su testimonio tras ser liberada permitió a los agentes destapar un entramado de explotación sexual de menores que operaba en el municipio.

ENTRAMADO DE LA RED

   Al parecer, en un primer momento las jóvenes eran captadas en momentos de vulnerabilidad económica y laboral a través de falsas promesas de trabajo. Precisamente, en el local en el que operaban --en un predio llamado Casa Tabla, al que la menores eran llevadas en moto-- se encontraba muy cerca de un vecindario de viviendas subsidiadas para familias con problemas económicos o desplazados por la violencia.

   Así, el administrador, conocido como 'Cucho', ofrecía a las menores atender a sus clientes a cambio de dinero, hechos que fueron conocidos por las autoridades y llevaron a que se presentara una orden de arresto contra él. Al conocerlo, 'Cucho' abandonó Casa Tabla, pero no su negocio, pasando a operar en el bar Gorra Vieja.

   De esta manera, se pudo constatar la existencia de varios núcleos de explotación sexual de menores en los alrededores de Bogotá, todos conectados entre ellos. Y es que a los dos mencionados se suma el bar El Refugio, en el municipio de Cunday, de cuyo conocimiento las autoridades consiguieron detener a una importante figura política de lugar.

   El establecimiento era propiedad de un político de la región de Tolima, Éver Darío Méndez Machado, pero la administración la llevaba a cabo otro hombre, Rodrigo Barrios Morales, apodado como 'El Gallo'.

   La hermana de éste, Luz Janeth Barrios Morales, era la encargada de localizar a las menores en Bogotá junto con María Alejandra Carero Barón, la mujer que presentaba un falso perfil de Facebook y que había dado lugar a todas las sospechas del caso.

   Las menores eran citadas en la terminal sur del aeropuerto de Bogotá para, supuestamente, ser trasladadas al vivero en el que iban a trabajar los fines de semana. Sin embargo, su destino era otro lugar, Tolima, donde conocerían su verdadero 'trabajo': atenderían adultos y por cada uno de ellos recibirían 40.000 pesos el domingo, a los que se sumarían otros 30.000 si los clientes pedían bebidas alcohólicas.

   Actualmente y gracias a la búsqueda incansable de esta madre, una red con varios núcleos de captación y explotación sexual de menores ha sido descubierta y los culpables encarcelados.