Actualizado 29/03/2017 16:01

Mario Molina, mexicano universal y premio Nobel de Química

   CIUDAD DE MÉXICO, 11 Oct. (Notimérica) -

   El mexicano e ingeniero químico Mario Molina, premio Nobel de Química por su dilucidación de la amenaza a la capa de ozono de la Tierra por parte de los gases clorofluorocarbonos (CFC), celebra este martes 11 de octubre 21 años del otorgamiento de este galardón por el que ha admitido sentirse "sobrecogido por la aportación que tuvo esta investigación en la conciencia ecológica de todo el mundo".

   Los científicos merecedores de este premio junto a Molina fueron el químico neerlandés Paul J. Crutzen y el químico estadounidense Frank Sherwood Rowland.

   Molina se coronó con este Nobel de Química como el primer ciudadano mexicano en recibir el galardón en esta categoría. Asimismo, sus investigaciones y publicaciones sobre el tema condujeron al Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas, el primer tratado internacional que ha enfrentado con efectividad un problema ambiental de escala global y de origen antropogénico.

   Reconocido como 'Un mexicano universal', estudió en Ciudad de México y, continuando con la tradición familiar, con once años fue enviado por sus padres a estudiar a Suiza. En 1960 ingresó en la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para estudiar ingeniería química, centro en el que ahora es alma máter.

TRAYECTORIA ACADÉMICA

   Cinco años después de graduarse, decidió proseguir sus estudios en la Universidad de Friburgo (Alemania), donde pasó casi dos años investigando en cinética de polimerizaciones.

   Entre 1967 y 1968 estuvo algunos meses en París y Ciudad de México, y posteriormente ingresó al programa de doctorado en fisicoquímica de la Universidad de Berkeley, California (Estados Unidos), donde se incorporó al grupo de investigación del profesor George C. Pimentel.

   En 1972 obtuvo el doctorado y permaneció un año más en Berkeley, antes de convertirse en 1973, en investigador asociado en la Universidad de California, en Irvine, junto con uno de los que serían su compañero de premio Nobel, Frank Sherwood Rowland. A partir de este momento comenzó a formar parte del profesorado en dicha universidad, liderando a partir de entonces sus propias investigaciones.

   Siete años después Molina decidió explorar la vida profesional extraacadémica y se unió al Jet Propulsion Laboratory, que opera con naves espaciales no tripuladas para la Agencia Norteamericana del Espacio y la Aronáutica (NASA, por sus siglas en inglés) en el grupo de Física y Química molecular.

   Sin embargo, en 1989 regresó al mundo académico para incorporarse al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) como profesor, momento en el que adquirió la nacionalidad estadounidense. A día de hoy y desde 2005 es profesor de la Universidad de California en San Diego.

   Otras agrupaciones de las que el premio Nobel de Química forma parte es el Colegio Nacional de México además de ser un miembro notable de la Academia Pontificia de las Ciencias.

   En noviembre de 2008 Molina fue electo asesor del equipo de transición del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para ocuparse de cuestiones medioambientales. De hecho, desde abril de 2011 es uno de los 21 científicos que forman parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del presidente Obama.

INVESTIGACIONES Y RECONOCIMIENTOS

   El mexicano universal ha realizado diversas investigaciones científicas en el ámbito de la química ambiental sobre la problemática del ambiente. En 1974, Rowland y él daban cuenta de los resultados de sus investigaciones en la creciente amenaza que el uso de los gases CFC suponían para la capa de ozono.

   A pesar de las incredulidades de la comunidad científica, finalmente ambos químicos consiguieron el reconocimiento internacional y estuvieron presentes en las reuniones en las que se fijaron los parámetros de control que debía llevar a cabo cada país en la emisión de dichos gases.

   Además del premio Nobel de Química, recibido el 11 de octubre de 1995, por ser los pioneros en establecer la relación entre el agujero de ozono y los compuestos de cloro y bromuro en la estratosfera, el 4 de diciembre del mismo año, Molina, Rowland y Crtzen fueron premiados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) por su contribución a la protección de la capa de ozono.

   Asimismo, el mexicano posee los premios Tyler (1983) y Essekeb (1987) que concede la American Chemical Society, el Newcom-Cleveland de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (1987) por un artículo publicado en la revista 'Science' que explicaba sus trabajos sobre la química del agujero de ozono en la Antártida y la medalla de la National Aeronautics and Space Administration (NASA) en 1989 en reconocimiento a sus logros científicos.