Actualizado 23/08/2019 11:11

Migrantes supervivientes de 'La Bestia' aprenden de nuevo a caminar

Migrantes que han perdido sus piernas por 'La Bestia' aprenden de nuevo a caminar
Migrantes que han perdido sus piernas por 'La Bestia' aprenden de nuevo a caminar - REUTERS / EDGARD GARRIDO

Desde 2011, un programa de Cruz Roja ha atendido a 411 migrantes mutilados por el tren

CELAYA (MÉXICO), 23 Ago. (Reuters/EP) -

Doce horas después de abordar por primera vez el vagón de un tren de carga que se dirigía hacia la frontera con Estados Unidos, Roni Osorio se quedó dormido. Sin nada de donde sujetarse, rodó, cayó y fue succionado bajo las enormes ruedas mientras aún giraban.

Casi un año después, Osorio, de 22 años, que alguna vez cultivó frijoles y café en Honduras, ha aprendido a caminar nuevamente con una prótesis para la pierna izquierda que le fue cercenada por 'La Bestia', o el tren de la muerte, como le llaman los migrantes centroamericanos que se dirigen al norte.

El histórico tren, que transporta desde azúcar hasta granos y minerales, ha ayudado a muchos de ellos a huir de extorsionadores y secuestradores, o más recientemente de agentes de migración y policías que abundan en las carreteras y abordan autobuses.

Pero muchos, en un intento por buscar una vida mejor, han sufrido caídas mortales o serias heridas mientras el ferrocarril se desliza a través de túneles, a veces a temperaturas extremas, en extensiones remotas o controladas por cárteles de la droga, con decenas de personas encaramados sobre techos resbaladizos o colgando de las manijas.

Desde 2011, un programa especial de la Cruz Roja, ahora localizado en un punto medio estratégico sobre la línea del tren, ha atendido a 411 migrantes mutilados, la mayoría de los cuales perdieron extremidades, dando a los pocos que fueron encontrados a tiempo una nueva oportunidad de vida.

Ahora, con aún más centroamericanos subiendo a bordo de los trenes en medio de una ofensiva mexicana en rutas de autobuses y a pie, el programa está siendo más demandado que nunca.

HASTA OCHO NUEVOS PACIENTES AL MES

Especialistas han tratado este año de cinco a ocho nuevos pacientes con extremidades amputadas por mes durante este año, en comparación con el rango de tres a cuatro por mes el año pasado, explica Luis Sauceda, un médico especializado en rehabilitación en el Centro de Rehabilitación de Guanajuato.

"El aumento de accidentes está subiendo por lo mismo de la militarización, por lo mismo de todo esto. Entonces el trabajo de nosotros va a aumentar", señala por su parte Ignacio Ramírez, director del refugio para inmigrantes ABBA en Celaya.

Ramírez se refiere a la vigilancia que realiza la Guardia Nacional mexicana para frenar los flujos migratorios bajo la presión de la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, quien amenazó al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador con imponerle aranceles.

Ferromex, que opera el tren de carga, ha señalado en un comunicado que tiene "una estrecha coordinación con el Instituto Nacional de Migración (INM), con el objetivo de preservar la integridad física de los migrantes que utilizan el tren de carga como medio de transporte, para el que no está destinado".

La compañía, una unidad del gigante minero Grupo México, ha añadido que regularmente mantiene un diálogo con la Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario para advertir a los migrantes del riesgo que representa subir el tren de carga. Según ha dicho, está en conversaciones para diseñar un espacio dedicado para amputados, con baños y dormitorios ajustados a sus necesidades.

ESCAPAR DE LOS AGENTES DE MIGRACIÓN

Entre los amputados que se alojaban en el refugio, Luis Estuardo, un contable de 21 años, había subido al tren para escapar de agentes de migración que lo habían sacado a él y a su hermano de un autobús mientras cruzaban por un estado del sur de México.

"Esta fue mi primera vez", relata Estuardo, triste, al relatar su viaje en 'La Bestia', explicando que otros trataron de mantenerlo a bordo mientras el tren aceleraba, pero perdió el equilibrio. Mientras esperaba junto a las vías, hizo un torniquete improvisado para detener el sangrado de su pierna destrozada. Después, todo se volvió blanco.

Cinco horas después, las autoridades locales lo encontraron. Estuardo se muestra agradecido a Cruz Roja por poder dormir nuevamente, a pesar de los calambres fantasmas. "Me siento como una escultura", afirma, sosteniéndose con un andador, mientras Gibrán Guzmán, un técnico protésico capacitado en Munich, envuelve suavemente una venda empapada de yeso alrededor de sus caderas y muslos.

La prótesis de cada individuo es única, señala Guzmán, sosteniendo el molde para diseñar la nueva pantorrilla de Estuardo y una rodilla con un dispositivo de suspensión.

En otro caso, la falta de dinero llevó al exsoldado hondureño Alan Abarca, de 49 años, a eludir el autobús y subir al tren para llegar a Estados Unidos, meses después de ser deportado. En su intento perdió la pierna izquierda.

Ahora, realiza ejercicios de salto en su pierna derecha para recuperar el equilibrio y la fuerza. Su muñón es aún un mosaico de piel rosa y blanca demasiado reciente como para tolerar una prótesis.

Abarca cuenta que intentó y no pudo mantener a su familia en la empobrecida y violenta ciudad de Choloma, pese a que se desempeñó en diversos tipos de empleos. Aparte de su esposa e hija, no le ha contado a otros familiares su accidente. "Sólo cuando pueda caminar de nuevo" lo haré, afirma, guiñando un ojo.