Actualizado 26/07/2019 16:54

Muere el cardenal cubano Jaime Ortega a los 82 años, clave en las negociaciones con el Gobierno cubano

Cardenal cubano Jaime Ortega
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   LA HABANA, 26 Jul. (Reuters/EP/Notimérica) -

   El cardenal cubano Jaime Ortega, que jugó un papel clave en el acercamiento entre la Iglesia y el Estado así como en la distensión de las relaciones con Estados Unidos, ha fallecido este viernes 26 de julio a los 82 años, tras una larga batalla contra el cáncer, según ha explicado a Reuters el secretario personal del cardenal, Nelson Crespo.

   Ortega, que fue detenido en un campo de trabajos forzados en los años 60 cuando el gobierno de Fidel Castro aumentó su presión sobre figuras religiosas y otros enemigos ideológicos, se convirtió en arzobispo de La Habana en 1981, en un momento en que Cuba aún era oficialmente un país ateo.

   En sus 35 años como arzobispo de La Habana, y a medida que se suavizaba la postura de Castro hacia la Iglesia Católica, su visibilidad y poder se consolidó y logró construir una relación con el gobierno gracias en parte a un estilo conciliador.

   Ortega recibió a tres papas y negoció la liberación de decenas de presos políticos en 2010 y 2011. Se convirtió en una de las principales figuras políticas de Cuba, particularmente después de que la isla se convirtiera en 1992 en un Estado secular y Raúl Castro asumiera la presidencia en 2010. Ortega respaldó los intentos de abrir el país y restablecer las relaciones con las naciones occidentales.

   En un momento clave en las conversaciones secretas entre Cuba y Estados Unidos que llevaron en diciembre de 2014 a una histórica distensión de las relaciones entre ambos países, fue Ortega quien transmitió los mensajes entre el Papa Francisco, Castro y el expresidente de Estados Unidos Barack Obama.

   Ortega estudió teología en Quebec y se convirtió en párroco a mediados de los 60 en la ciudad de Jagüey Grande, su tierra natal, ubicada en la provincia de Matanzas. También estuvo a cargo de parroquias vecinas debido a la escasez de sacerdotes.

   El religioso estuvo ocho meses en un campo de trabajos forzados entre 1966 y 1967, una experiencia que, a su juicio, le enseñó mucho sobre la vida.

   Fue nombrado obispo de Pinar del Río por Juan Pablo II en 1978 y arzobispo de La Habana tres años después. Fue nombrado cardenal en 1994, después de que Cuba reformara su Constitución en 1992 para cambiar el Estado de ateo a secular y garantizar la libertad religiosa.