Actualizado 10/10/2014 12:11

El niño africano que venció al ébola al ritmo de la música

Médicos sin fronteras
Foto: YOUTUBE

MADRID, 10 Oct. (Notimérica/EP) -

   "En el área de 'pacientes confirmados de Ébola' del centro de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Foya, Liberia, aproximadamente dos de cada tres pacientes no sobreviven al virus del ébola. Los pacientes se reúnen, sentados en bancos de madera y sillas de plástico, y desde una radio suena un 'Azonto', un género musical procedente de Ghana", así comienza el relato de MSF, que cuenta la historia del niño africano que venció al ébola al ritmo de la música.

   "La gente está débil y yace en sus camas, mientras que su sistema inmune trata de luchar contra el invasor mortal en sus cuerpos", el ébola, el letal virus que ha arrasado el continente africano y continúa imparable su extensión hacia Estados Unidos y Europa.

   Mamadee tiene sólo once años y todavía no es consciente del todo de que es uno de los pocos supervivientes del peor virus de nuestra época. El pequeño baila al ritmo del 'Azonto' mientras el resto, demasiado débil para levantarse, le observa.

   "Mamadee salta, se agacha, da un paso al costado, primero a la izquierda, luego a la derecha, luego a la izquierda, luego a la derecha, salta de nuevo, da una vuelta, balancea sus caderas y sacude sus brazos. Y no se detiene, no se cansa", continúa MSF.

   Aunque resulte difícil de creer, Mamadee es un paciente confirmado de ébola, que ha dado hasta tres veces positivo a las pruebas del ébola. Viste un pantalón de pijama gris que le queda grande, porque su ropa fue quemada nada más confirmarse que estaba contagiado.

   El pequeño llegó al centro por primera vez el 15 de agosto y su primer análisis dio negativo. Tras ser dado de alto, pasó la noche en una pensión en su pueblo natal, Sarkonedu, y volvió al centro de MSF tras presentar varios síntomas, como náuseas, fiebre, dolor muscular, cansancio intenso, dolor abdominal y diarrea.

   Mamadee dio entonces positivo a la malaria, y los médicos lo trataron con multivitaminas, paracetamol, antibióticos y medicamentos antipalúdicos. El 20 de agosto, "el segundo resultado de la prueba del ébola resultó como se esperaba: positivo por virus de ébola".

   Sin embargo, Mamadee corría y bailaba por el centro, ajeno a la gravedad de su contagio, un ejemplo de la capacidad humana de superar los límites la enfermedad.

   "No podíamos creerlo", ha relatado la doctora Petrucci. "Pensamos que debía haber sido un error". Por eso, realizaron otro análisis pocos días después, y Mamadee volvió a dar positivo por el ébola. No quedaba otra opción que mantenerlo en el centro de pacientes de MSF, ya que el resultado continuaba siendo positivo y "podía, teóricamente, infectar a otros", ha señalado Petrucci.

   Mamadee pasaba los días bailando, corriendo y riendo, pero un centro para pacientes de ébola no es el lugar más indicado para un niño y quería irse: "Dos semanas han sido suficientes. Echo de menos mi hogar, mis amigos, incluso extraño ir a la escuela", decía el pequeño.

   "La gente con los impermeables amarillos han cuidado muy bien de mí y me han ayudado un montón, tanto a mí como al resto de pacientes", comentaba Mamadee agradecido. Sin embargo, la siguiente prueba el 30 de agosto siguió siendo positiva.

   Mamadee siempre tuvo una actitud positiva y feliz, a pesar de la dureza de todo lo que le rodeaba: "Este lugar está lleno de gente que muere. El ébola es una enfermedad que te hace vomitar y sangrar por la nariz y acaba con tu vida", contaba Mamadee y añadía: "Así se lo contaré a mis amigos cuando vuelva a casa".

   Durante su estancia en el centro, la hermana de Mamadee, de 14 años, falleció a tan sólo una tienda de campaña del pequeño. Cuando su madre le contó la muerte de su hermana Maya, con lágrimas en los ojos, Mamadee sencillamente respondió: "No llores, mamá".

   El 4 de septiembre, su cuarta prueba dio negativo. "Estoy muy feliz ahora", dijo el pequeño superviviente. Mamadee pudo haber ganado esta partida, pero el ébola está derrotando rápidamente a muchos otros. Sin embargo, un mes después, Mamadee sigue siendo un relato de esperanza y alegría, una pequeña pero poderosa muestra de que las enfermedades más letales pueden -en ocasiones- vencerse al ritmo de la música.

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