Publicado 02/11/2015 14:07

Niños colombianos conviven con el miedo de que su escuela se derrumbe

   BOGOTÁ, 2 Nov. (Colprensa/Notimérica) -

   Un grupo de niños juega al fútbol en una cancha contigua al cementerio de Samaria, una pequeña localidad situada en el municipio colombiano de Filadelfia (en el departamento de Caldas). El terreno limita con la antigua sede de la escuela Crisanto Luque, infraestructura deteriorada y desalojada en 2011 a raíz de una falla geológica que se agudizó por la ola invernal de ese año.

   Los jugadores, alumnos de sexto de primaria, patean el balón en una pequeña porción del campo alejada de las ruinas. "¿Por qué no aprovechan todo el terreno para jugar?", les preguntan. Santiago Arias, de 14 años, contesta: "No, no queremos que nos caiga la escuela encima".

   El temor de morir aplastados lo comparten todos los alumnos de primaria del centro. Hace cuatro años, el Ministerio de Educación ordenó el desalojo del espacio por el peligro que representaba la inestabilidad del terreno. La primaria se reubicó en cuatro aulas temporales en un polideportivo, ubicado en la parte baja de una loma en cuya cima está la sede ruinosa.

   Las recientes lluvias provocaron el desprendimiento de pedazos de la estructura dañada y leves deslizamientos de tierra que llegaron hasta las nuevas aulas provisionales. El sitio en el que hasta hace unos días habían recolocado a los 160 niños, corre de nuevo el riesgo de ser arrasado. "Estábamos en peligro. Cuando llovía muy duro caían rocas del edificio por la loma hasta el polideportivo y también pedazos de tierra del barranco", explica Salomé Rodríguez, un alumno de tercer grado.

   A su testimonio se suman otros similares como el de Daniel Mauricio Ríos, de 8 años, que asegura que "cuando llovía caía mucha tierra al polideportivo. Yo quiero una escuela nueva y segura". O el de Valery Sofía Salazar, de la misma edad, que reclama "una escuela en buenas condiciones". "Me daba miedo cuando llovía, porque el otro edificio nos podía caer encima", sentencia.

   La situación obligó a las directoras del colegio a reubicar a los estudiantes, nuevamente, pero esta vez en la sede principal. "Hasta que un estudio técnico no nos demuestre que el terreno de la escuela deteriorada no representa un peligro para los niños, no usaremos más las aulas temporales del polideportivo", sostiene José Yesid Arenas, coordinador del Crisanto Luque.

   Ante la situación, padres de familia y centenares de habitantes de la localidad se manifestaron la semana pasada para exigir la construcción de un lugar seguro.

NUEVO TERRENO.

   El profesor encargado de la gestión del riesgo escolar del colegio, Édgar Romero Cabrera, asegura que "hace tres años que se habla de reubicar a los alumnos en una nueva escuela" y por el momento no llega. "Para que exista calidad educativa necesitamos la variable de buenas condiciones físicas. Aquí no tenemos eso. La administración local no ha sido diligente al buscar nuevos terrenos y presentarlos al Ministerio de Educación para su compra. Hay mucha negligencia", añade.

   Romero ha enviado cartas a las administraciones en los últimos cuatro años para buscar ayuda, pero le han respondido siempre "con dilaciones". El problema se agrava al tener en cuenta que 45 niños de primaria de la vereda Altomira, en el mismo municipio, se desplazan a diario hasta la sede del Crisanto Duque para estudiar, debido a que la sede en donde lo hacían también tuvo que ser desalojada por una falla geológica del lugar.

   José Duvier García, el secretario de Desarrollo Social de Filadelfia, explica el porqué de la demora. "Hay muchos centros que podrían convertirse en la nueva escuela, el problema es que no tienen títulos, requisito fundamental para que la administración local los compre. Estamos trabajando en la legalización de los lotes".

   La secretaria de Educación de Caldas, María Aracelly López, indica que el proceso de construir la escuela está congelado hasta que la Alcaldía de Filadelfia compre un terreno. "Cuando esto ocurra elaboraremos un proyecto y lo presentaremos al Ministerio de Educación para buscar los recursos de la obra. Iremos próximamente para ver qué hacemos en el corto plazo. Le dejaremos al gobernador entrante esta situación para que sea una prioridad", expresa.

   Los alumnos de tercero salen al descanso en la sede principal del Crisanto Luque. Juegan en el patio y coinciden con estudiantes de bachillerato, con quienes conviven en el plantel tras la última reubicación. De repente, los niños se animan a corear: "Queremos nueva escuela, queremos nueva escuela". Salomé dice: "Ojalá el nuevo alcalde la haga". El alcalde entrante al que se refiere es Guido Echeverri, que ya ha anunciado su compromiso de "hacerlo cuanto antes".