ROMA, 8 Nov. (EUROPA PRESS) -
El Papa ha denunciado las cárceles que son espacios "para encerrar en el olvido a los infractores" y que fracasen en la" reinserción" en la sociedad ya que se prima la en muchas ocasiones la represión a la educación.
"No pocas veces fracasan en el objetivo de promover los procesos de reinserción. Esto porque carecen de recursos suficientes que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que experimentan las personas detenidas", ha señalado el Papa.
Francisco ha hecho estas consideraciones en su discurso a los responsables de la pastoral carcelaria a los que ha recibido en el Vaticano este mediodía, en el marco de su encuentro internacional.
El Pontífice también se ha hecho eco del problema de la "frecuente superpoblación en las cárceles" que, según ha indicado, convierte a estos centros "en verdaderos lugares de despersonalización".
Francisco ha denunciado la impronta de una sociedad en la que "es más fácil reprimir que educar" y donde se niega "la injusticia presente en la sociedad" y se crean "espacios para encerrar en el olvido a los infractores", en los que "ofrecer igualdad de oportunidades de desarrollo a todos los ciudadanos" no es una opción.
Así, el Papa ha señalado la deuda social con los descartados, instando a promover "un desarrollo humano integral" que reduzca las circunstancias de acciones ilícitas. Para el obispo de Roma la situación de las cárceles sintetiza "la cultura del descarte" y es "reflejo" de la realidad social y consecuencia del "egoísmo e indiferencia".
Frente a esto, el Papa, en cambio, ha instado a procurar" verdaderamente la promoción de un desarrollo integral" de las personas, "que reduzca las circunstancias que favorecen la realización de acciones ilícitas". De este modo, ha dicho que la verdadera reinserción social "comienza garantizando oportunidades de desarrollo, educación, trabajos dignos, acceso a la salud, así como generando espacios públicos de participación ciudadana".
Por otro lado, también ha señalado que muchas veces al salir de la prisión, la persona se enfrenta a un mundo que le "es ajeno" y que además "no lo reconoce digno de confianza, llegando incluso a excluirlo de la posibilidad de trabajar para obtener un digno sustento".
Por eso, ha llamado a los cristianos a preguntarse: "Si estos hermanos y hermanas han pagado ya la pena por el mal cometido, ¿por qué se pone sobre sus hombros un nuevo castigo social con el rechazo y la indiferencia?". Para el Papa, esta aversión social es un "motivo más para exponerlos a reincidir en las propias faltas".