MADRID, 13 Ago. (EUROPA PRESS) -
El Papa ha transferido el Comité de la Jornada Mundial del Niño al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, según se desprende del rescripto fechado el 9 de agosto y difundido este miércoles por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Según informa 'Vatican News', esta decisión fue tomada por el Papa León XIV tras la audiencia concedida al Sustituto de la Secretaría de Estado, Monseñor Edgar Peña Parra, el pasado 6 de agosto. En el documento se especifica que "se notificará al Orden Superior a las dos instituciones involucradas para organizar la transición".
El 20 de noviembre de 2024, el Papa Francisco instituyó el Comité Pontificio para la Jornada Mundial del Niño con un quirógrafo. El Comité se encarga de supervisar la animación eclesial y la organización pastoral de la Jornada Mundial del Niño, evento que, siguiendo el ejemplo de la Jornada Mundial de la Juventud, reúne a niños de todo el mundo en un encuentro de fe, música y testimonio. La primera edición tuvo lugar el 25 de mayo de 2024 en el Estadio Olímpico de Roma, con la presencia de Francisco y más de 50.000 niños y adolescentes, incluidos aquellos de zonas de conflicto.
El documento oficial de la institución destaca también que el Comité Pontificio tiene la tarea de coordinar y promover las iniciativas de los comités organizadores nacionales y regionales, así como colaborar con las oficinas pastorales de las Iglesias locales y las Conferencias Episcopales "para que la Jornada Mundial del Niño no quede en un acontecimiento aislado" y, por tanto, la pastoral infantil se convierta cada vez más en "una prioridad".
Por otro lado, en la audiencia general de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa León XIV ha reflexionado sobre los últimos días de Jesús y su actitud ante la traición de Judas.
El Pontífice ha recordado el pasaje evangélico en el que Jesús anuncia que uno de los suyos le entregará, y todos preguntan: "¿Seré yo?". "Queridos amigos, esta pregunta es quizá una de las preguntas más sinceras que podemos hacernos a nosotros mismos. No es la pregunta del inocente, sino la del discípulo que descubre su fragilidad. No es el grito del culpable, sino el susurro de quien, aunque queriendo amar, sabe que puede herir. Es en esta consciencia donde inicia el camino de la salvación", ha apuntado.