Actualizado 10/06/2016 10:18

¿Qué pasa en el Silala?

Una mujer curza el río Silala en la frontera entre Chile y Bolivia
GASTON BRITO / REUTERS

    Por Gonzalo Andrés García Fernández, historiador e investigador del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá

   MADRID, 16 Abr. (Notimérica) -

   Una vez más en Chile y Bolivia se reviven viejas disputas de territorialidad. En este caso hablamos específicamente de las aguas del Silala, que para algunos es un manantial (Gobierno de Bolivia) mientras que para otros (Gobierno de Chile) un río que nace en Bolivia pero que desemboca en territorio chileno. El conflicto resucita después de haberse apagado aparentemente en el año 2009.

   Nuevamente, tras las tensiones históricas entre ambos gobiernos acerca de la salida al mar para Bolivia (un conflicto que viaja hasta ciudad de La Haya), el Silala es el centro de las confrontaciones entre ambos Estados. Bolivia en la actualidad exige al Estado chileno negociar y no dialogar sobre este tema. Como ya ocurrió por los temas marítimos entre los dos países, esta problemática también será llevado ante el Tribunal de La Haya por petición del gobierno de Bolivia.

   Pero, ¿Qué es el Silala? Como mencionábamos al principio, no hay consenso en la definición de lo que es el Silala entre Bolivia y Chile. Para el país demandante (Bolivia), el Silala es un manantial situado en territorio boliviano, concretamente en el departamento de Potosí. Bolivia considera al Silala un recurso hídrico de Bolivia y, tal como lo han manifestado las autoridades bolivianas, es un territorio soberano del Estado boliviano. Chile, en contra, defiende que es un río que cruza ambos países y que por lo tanto que su soberanía es compartida.

   Ahora bien, el argumento de la demanda boliviana se basa en que el rio del Silala del cual habla el gobierno de Chile es falso. ¿Por qué? Para explicar esto deberíamos remontarnos a principios del siglo XX, concretamente al año 1904 cuándo Chile y Bolivia pactan un Tratado de Paz y Amistad donde se fijan las fronteras entre ambos países y ponen aparentemente fin a su guerra fronteriza. Entre los años 1906 y 1908 el gobierno del Potosí permite y negocia con The Antofagasta-Bolivia Railway Company Limited y la Intendencia de Antofagasta para aprobar un cauce artificial para que el agua que nace en el Silala (territorio boliviano) pudiera llegar a la región de Antofagasta (territorio chileno). Esto tiene unos fines concretos en dicho momento: abastecer de agua a las locomotoras de vapor de la empresa británica (todo financiado con capital de casas de comercio británicas).

   El acuerdo entre ambos países y regiones fronterizas pierde su función o "propósito inicial" en los años 60 (1961-1962) donde las locomotoras se pasan al diésel. A partir de entonces se crea un conflicto sobre el uso de esas aguas, la soberanía de las mismas y compensaciones económicas por uso indebido. Todo esto sin un consenso aparente entre ambos Estados vecinos.

   Bolivia entiende que el gobierno chileno debe ingentes cantidades de dinero (más de mil millones de dólares) por usar de forma ilícita y sin permiso del gobierno de Bolivia las aguas del Silala. Chile por su parte niega cualquier deuda retroactiva con Bolivia defendiendo que las aguas del Silala son binacionales. Para ello, Chile se apoya en la cartografía del Tratado de Paz y Amistad de 1904, tratado donde Bolivia "acepta" su pérdida de territorio marítimo tras la denominada Guerra del Pacifico que data de finales del siglo XIX. El mapa que muestra las fronteras pactadas en el tratado de 1904 es utilizado a fines de marzo del 2016 por el canciller chileno Heraldo Muñoz para defenderse ante la demanda del gobierno boliviano. Heraldo Muñoz insiste que dicho recurso es compartido, de carácter binacional y por lo tanto Chile no debería nada al país vecino. Cabe destacar también que Chile en el año 2009 estuvo dispuesto a pagar parte de dicha "deuda" a Bolivia, unas negociaciones que no se pudieron materializar.

   En lo que ambos Estados pueden estar de acuerdo es que el Silala ofrece un recurso hídrico muy valioso. El agua dulce sin duda es un elemento esencial para la vida de las poblaciones que en ese territorio viven. Ahora bien, Chile reclama el uso internacional de dichas aguas al tratar al Silala como un río pero, ¿El agua dulce del Silala para los pueblos del norte? El mismo alcalde de Calama que ocupa el cargo en la actualidad, Esteban Velásquez, declara en los medios de comunicación de ambos países que el agua es un bien vital para las poblaciones de esa zona pero que, y dada la trayectoria de Chile en esta materia en los últimos 40 años, dichas aguas son susceptibles para su comercialización, o sea, para su venta como un producto y no como un derecho. Aquí ya no hablamos del reclamo de Chile como Estado por las aguas, sino de empresas privadas que desean lucrarse con el preciado recurso.

AFERRADOS AL PASADO

   ¿Una pelea entre Estado decimonónicos en pleno siglo XXI? Efectivamente lo que más llama la atención es como los Estados de Chile y Bolivia están todavía anclados en conflictos decimónicos. El discurso usado por los gobiernos de ambos países es de un nacionalismo rabioso, negado a mirar por los pueblos que allí viven (Antofagasta y Potosí). El debate actual se centra en la soberanía de dichas aguas y sobre todo, de las riquezas económicas que genera el Silala en la actualidad. Es lógico que ambos Estados, siguiendo la dinámica actual e histórica, no se pongan de acuerdo. Es más, tanto Bolivia como Chile están condenados a no entenderse nunca y a repetir estas disputas continuamente.

   El discurso oficial que usan ambos gobiernos no es para dar solución al problema si no para defender lo nacional, las fronteras y viejos tratados que no tienen sentido en la sociedad actual de ambos países. Todo esto lo que va generando y alimentando es el odio nacionalista entre ambos Estados nación. El "nosotros vs ellos" debería dejarse atrás para ponerse a pensar en los individuos que allí viven y abrir un debate en torno al agua, no como un bien de consumo sino como un derecho. Este sin duda es un debate que supera lo nacional ya que hablamos de los intereses de los seres humanos hacia un recurso tan básico como lo es el agua.

*Gonzalo Andrés García Fernández es investigador en el área de historia del IELAT de la UAH, donde es también graduado en Historia y tiene el máster en 'América Latina y la Unión Europea: una cooperación estratégica'. Ahora realiza una tesis doctoral en el programa 'América Latina y la Unión Europea en el contexto internacional'.