Ana julia quezada
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   MADRID, 12 Mar. (Notimérica) -

   El crimen del pequeño Gabriel Cruz conmociona a España. Desde que se conociera la desaparición del menor, de ocho años, cuando se dirigía desde casa de su abuela a la de unos amigos --un trayecto de tan solo 100 metros en la localidad almeriense de Hortichuelas-- el pasado 27 de febrero, todo el país se ha volcado en su búsqueda y las muestras de cariño hacia sus familiares no han cesado.

   La sorpresiva detención este domingo de la pareja del padre de Gabriel, Ana Julia Quezada, dominicana de 35 años, sumía a España en el asombro y la indignación. En el momento de su detención, la mujer transportaba en el coche con el que circulaba el cuerpo del menor, que previamente había extraído de un pozo.

   Según se ha podido conocer posteriormente, las autoridades españolas habían puesto el foco de la sospecha sobre la mujer desde el principio por diversos indicios que la señalaban como presunta culpable de la desaparición de Gabriel. La sociedad española no sospechaba que este iba a ser el desenlace, pero las autoridades españolas sí habían previsto ya un plan para su detención.

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SOSPECHAS DE LA GUARDIA CIVIL ESPAÑOLA

   A pesar de que en el momento de la desaparición del pequeño Ana Julia se encontraba junto a la abuela de la víctima, siendo ambas las últimas personas que vieron al menor antes de que se perdiera su pista, las continuas contradicciones de su testimonio hicieron que las autoridades sospecharan desde el principio.

   El día después de la desaparición de Gabriel, Ana Julia aparecía junto al resto de familiares y amigos del pequeño frente a las cámaras de televisión que grababan las labores de búsqueda del menor. En declaraciones realizadas a Televisión Española, Ana Julia comentaba que justamente el mismo día en el que el pequeño había desaparecido su abuela y ella misma le habían dicho que "si alguna vez, ves un desconocido, corre, no te pares".

   Su presencia en los diferentes actos y en el rastreo era constante, lo que de cara a la galería nada hacía sospechar que ella pudiera ser la principal sospechosa de la desaparición del niño. "Era muy difícil, prácticamente imposible, que algún desconocido se lo hubiera llevado, a plena luz del día, en un recorrido tan corto y tan apartado", apuntaron las autoridades, recoge 'El Mundo'.

   Sin embargo, los primeros indicios de sospecha surgieron después de que la Guardia Civil española le solicitara su teléfono móvil dentro del desarrollo rutinario de la investigación, y ella asegurara que lo había perdido. Días después, el teléfono móvil habría sido supuestamente hallado por unos amigos, por lo que los investigadores volvieron a solicitárselo y ella aseguró que lo había vuelto a perder, indican medios de comunicación españoles.

   Pero la sospecha se hizo más grande el día 3 de marzo, cuando en una zona previamente rastreada, la mujer --que paseaba junto al padre del menor por una zona cercana a una depuradora halló una camiseta con el ADN del menor, que estaba seca y limpia a pesar de que los días previos habían sido de intensas lluvias en todo el país, incluida la zona.

   A partir de ese momento, los investigadores pusieron el foco de la sospecha sobre ella, por lo que controlaron todos sus movimientos de manera constante. Debido a que se desconocía el móvil de los hechos, y se espera que el menor aun estuviera con vida, las autoridades actuaron con cautela y esperaron a que ella misma les llevara hasta el lugar en el que se encontraba Gabriel.

EL PLAN DE LAS AUTORIDADES

   Así, el pasado viernes las autoridades españolas 'lanzaron el anzuelo' a Ana Julia con la esperanza de que picara. Después de tomarle declaración ese mismo día, le habrían mostrado imágenes de varias cámaras de seguridad que habrían hecho que la presión se incrementara. Tan solo dos días después, el cebo tuvo efecto.

   El domingo, Ana Julia y Ángel Cruz, padre del menor desaparecido, se desplazan en coche desde la localidad de Hortichuelas hasta Almería, donde Cruz ha citado en un hotel a los medios de comunicación para llevar a cabo una rueda de prensa para informar de las labores de búsqueda del pequeño. La pareja, que mantenían una relación desde hacía un año y medio, se separa en ese momento sin saber aún el desenlace que les espera.

   Ana Julia Quezada, que está siendo seguida por agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil española, se traslada hasta una finca en la localidad de Puebla de Vícar propiedad de la familia de Ángel Cruz. Ahí, de incógnito, las autoridades aprecian y fotografían cómo baja del coche con una manta entre las manos y se dirige a un pozo, del que saca un bulto, lo envuelve y lo mete en el maletero.

   De nuevo en el coche, la presunta infanticida se dirige a su domicilio cuando, seguida en todo momento por las autoridades, estas le dan el alto cuando va a entrar al garaje. Según indica 'El Español', los agentes le indican que abra el maletero, y en él encuentran el cuerpo de Gabriel envuelto en la manta que ha sacado del coche Ana Julia previamente, y lleno de barro.

   Este mismo medio indica que la detenida aseguró en ese momento que alguien había colocado el cuerpo ahí y que ella había pasado el día en la playa. Los mismos agentes, según aseguran los testigos muy conmocionados, se abrazan desconsolados después de detener a Ana Julia, que es trasladada a los calabozos de las dependencias policiales.

   Tras informar a los progenitores de Gabriel, Ángel y Patricia, sobre los hechos, centran la investigación en saber el móvil del crimen --por el momento no se descarta ninguno, aunque se sospecha que haya podido ser por celos o por un motivo económico-- y posibles implicados, ya que las autoridades hasta el momento no tienen claro si Ana Julia actuó sola o contó con algún tipo de colaboración. Además, los investigadores sospechan que Gabriel habría muerto el mismo día de su desaparición, aunque los datos serán certificados después de que se le realice la autopsia.

   A raíz de los hechos, medios locales han informado de que las fuerzas de seguridad españolas volverán a investigar la presunta implicación de Ana Julia en la muerte de una menor de cuatro años en la ciudad española de Burgos, la cual se precipitó por una ventana cuando se encontraba al cuidado de la mujer años atrás. En ese momento, los hechos se catalogaron como accidentales.

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