Actualizado 06/04/2015 18:10

La Policía mató a 50 niños en Río de Janeiro en la última década

La favela de Complejo de Maré, en Río de Janeiro
Foto: REUTERS

RÍO DE JANEIRO, 6 Abr. (Notimérica) -

   La Policía brasileña ha matado a 50 niños en Río de Janeiro en apenas diez años, una cifra que da la señal de la alarma pocos días después de que el niño Eduardo de Jesus Ferreira muriera baleado en una favela del Complexo do Alemão mientras jugaba en la puerta de su casa.

   Según datos del Sistema de Información de Mortalidad (SIM) del Ministerio de Salud entre 2003 y 2012 un total de 82 menores de 14 años murieron en todo Brasil, siendo el estado de Río de Janeiro responsable del 60% de las muertes a manos de policías. Los datos oficiales también constatan que el 73% de los muertos eran negros o mulatos, lo que también da una idea del nivel de discriminación racial.

   Los especialistas consideran que la 'ciudad maravillosa' concentra la mayoría de muertes por la escasa preparación de los policías, que en muchos casos son jóvenes sin experiencia que patrullan en favelas dominadas por la violencia y el narcotráfico. Normalmente la Policía se escuda en la defensa personal para justificar los ataques a niños, pero la mayoría de expertos no están de acuerdo.

   "Cuanto menor es la edad del asesinado menos plausibles son las versiones que normalmente presenta la Policía para explicar los asesinatos", considera el coordinador del Laboratorio de Análisis de la Violencia de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), Ignácio Cano, en declaraciones al diario 'O Globo'.

   Cano, igual que otros investigadores, lamenta que en líneas generales la población apoye cada vez más una Policía "truculenta", incluso entre las clases desfavorecidas que son las que más sufren la violencia del Estado. También considera que el número de víctimas a manos de policías es mucho mayor de lo que aseguran los datos oficiales, porque muchos casos quedan sin resolver.

   En algunas ocasiones la Policía simplemente coloca una pistola junto al cuerpo para fingir que el joven estaba armado y poder justificar así su actuación, y en casos más extremos incluso hay ocultamiento de cadáver. Es lo que ocurrió en 2011 en Nova Iguaçú, una ciudad a las afueras de Río de Janeiro.

   El 20 de junio de ese año el joven Juan Moraes desapareció tras un enfrentamiento entre policías y narcotraficantes y el cuerpo tan solo apareció diez días después en un riachuelo de la región. Dos años después cuatro policías fueron condenados por asesinato. Según el fiscal que llevó el caso, Sérgio Ricardo Fonseca, llevaron a cabo una operación "típica de grupo de exterminio".

   Ahora el nuevo símbolo de la violencia policial es Eduardo de Jesus, cuya muerte la semana pasada ha vuelto a cuestionar las políticas de seguridad del Estado de Río de Janeiro, que tiene como punta de lanza las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), cada vez más cuestionadas por los propios vecinos de las favelas.