Actualizado 11/05/2015 23:42

El Riachuelo de Buenos Aires, uno de los lugares más contaminados del mundo

Riacuelo La Boca Buenos Aires
Foto: WIKIMEDIA COMMONS/LUIS ARGERICH

BUENOS AIRES, 11 May. (Notimérica) -

   La cuenca del río Matanza-Riachuelo, que separa la ciudad de Buenos Aires de la provincia, es uno de los diez lugares más contaminados del mundo y las obras de saneamiento que se desempeñan desde hace décadas sólo han conseguido maquillar la situación.

   Según un informe de la Cruz Verde Suiza y el Instituto Blacksmith publicado en 2013, la cuenca del río Matanza-Riachuelo es uno de los diez lugares más contaminados del mundo, con contaminación de aguas y de gases tóxicos, afectando directamente a 20.000 personas que viven cerca del río.

   Un tercio de la contaminación del río, según el informe, procede de la industria química ubicada en la cuenca y señala que se espera una considerable mejora gracias a un esfuerzo de financiación del Banco Mundial.

   La contaminación del Riachuelo, sin embargo, es también consecuencia de otros numerosos factores, como señala la periodista ambiental Marina Aizen, quien escribiera el libro 'Contaminados: una inmersión en la mugre del Riachuelo'.

   Además de la industria química, Aizen señala al crecimiento urbanístico incontrolado, a la falta de control estatal y al abandono de infraestructura sanitaria para la evacuación cloacal.

UNA VIEJA HISTORIA

   La contaminación del Riachuelo viene de muy lejos, ya que el primer Gobierno en prometer una limpieza del río fue el de las Provincias Unidas del Río de La Plata en 1811, que reclamó a mataderos y saladeros que no lanzaran desperdicios al río.

   El reclamo no debió dar fruto, pues en 1830 y en 1860 se emitieron sendos decretos en la provincia de Buenos Aires que prohibían a estos mismos gremios que arrojaran los desperdicios de sus faenas e incluso más tarde se prohibió la actividad de los saladeros.

   Tras varias epidemias durante este siglo, en 1871 la Cámara de Diputados de Buenos Aires aprueba la limpieza y canalización del Riachuelo, pero la medida nunca se llevó a cabo.

   Durante las décadas del cambio de siglo, en las que además Argentina recibe grandes cantidades de inmigración, va a aumentar la actividad industrial en torno al Riachuelo y los vertidos continuarán.

   El siglo XX vio también varios acuerdos entre distintos órganos estatales para resolver los graves problemas ambientales, a lo cual se va a destinar sumas millonarias, e incluso el expresidente Carlos Menem prometió transformar el Riachuelo en 1.000 días y hacerlo apto para bañarse y pescar.

   Nada de esto tuvo lugar y en 2006 el presidente Néstor Kirchner creó la Autoridad Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), un órgano interjurisdiccional de la Nación, la provincia de Buenos Aires y la ciudad de Buenos Aires cuyo objetivo es la ejecución del Plan Integral de Saneamiento Ambiental de la Cuenca Matanza Riachuelo.

   La Acumar se creó en medio de la causa judicial conocida como "el Fallo Mendoza" por el nombre de Beatriz Mendoza, la vecina que lideró a los afectados por la contaminación en un juicio contra el Estado, la provincia de Buenos Aires y la ciudad de Buenos Aires.

AVANCES INSUFICIENTES

   A pesar de ser un problema tan viejo y haber sido tratado por tantos gobiernos, se han producido muy pocos avances en el saneamiento.
Es cierto que se han producido algunas mejoras visibles, como la extracción de residuos del río, la relocalización de varias familias que vivían en casas precarias en la orilla o la limpieza de numerosos basurales, e incluso se redujo la tasa de mortalidad infantil en la cercanía.

   Sin embargo, según una auditoría interna de Acumar, en 2013 habían reaparecido el 70% de los basurales erradicados y además la contaminación química no ha mejorado.

   El director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Andrés Nápoli, uno de los encargados de controlar el cumplimiento del "Fallo Mendoza", así lo ha señalado: "Hay obras que siguen demoradas y nos consta que el sistema de control industrial ha decaído notablemente".

   También desde Greenpeace y la Agencia de Protección Ambiental (APRA) han señalado que hay muy poca mejora en la calidad de las aguas: "Deberíamos estar mucho más adelantados", dijo el presidente de APRA, Juan Carlos Villalonga.