Actualizado 26/12/2018 14:13

Ricardo Otero, el español que llegó al Cauca en plena guerra y cambió la vida de sus habitantes gracias al café

Ricardo Oteros
SUPRACAFÉ
  

   MADRID, 15 Nov. (Notimérica)

   En Cauca, una de las zonas más castigadas por la guerrilla de Colombia, nadie se atrevía a invertir. La región, una de las más ricas en recursos naturales de todo el país, era también una de las más pobres y peligrosas; hasta que llegó Ricardo y se atrevió a cambiar el destino de esas comunidades. Su esfuerzo allí no solo le ha valido el desarrollo personal que siempre buscó, sino también el reconocimiento de Naciones Unidas como modelo de éxito.

   Ricardo Otero nació en un pequeño pueblo de Toledo, donde se crió, en una familia de agricultores, hasta que decidió trasladarse a Madrid para realizar estudios superiores. Su padre siempre le dijo que el campo era muy duro y que necesitaba tener una formación universitaria, así que estudió Económicas. "Si supiera mi padre --relata a Notimérica-- que al final mi vida la he dedicado a plantar café en Colombia...".

   Cuando estaba terminando la universidad pidió una beca de dos meses que le concedieron en una empresa colombiana donde trabajaba de administrativo. Se enamoró del país y decidió quedarse más tiempo; tiempo que se convirtió al final en una experiencia de dos años trabajando en el gremio cafetero. Descubrió un producto, a sus productores y paisajes que le "atraparon". "Me cambió la vida", relata. Desde entonces, y han pasado ya 32 años, se ha dedicado a este negocio "en cuerpo y alma".

Pidió a los agricultores que le enseñaran a preparar bien el café, a catarlo y saber valorar su calidad, y cuando llegó el momento de volver a España, su jefe de entonces le propuso seguir involucrado en el sector y montar una empresa relacionada con él en España. Llegó a Madrid y junto con dos compañeros de la universidad fundó Supracafé, la empresa de la que es director general y que hoy abastece de café a locales con producto traído directamente de fincas de Colombia con las que tienen acuerdos. Locales tan emblemáticos en Madrid, por ejemplo, como el Hotel Ritz, los restaurantes Zalacaín y Casa Lucio o las pastelerías Mallorca.

   "Hicimos un estudio de mercado y vimos que en España había mucho desconocimiento alrededor de la calidad del café, pero que la gastronomía estaba en auge y que podría funcionar", recuerda ahora. Alquilaron entonces un piso de 50 metros y comenzaron a recorrer todos los establecimientos hosteleros, enseñando a los potenciales clientes el prestigio mundial del café del Cauca. Había que "educar" los paladares españoles. Ellos tres eran los vendedores, los comerciales, los repartidores, los administradores de la empresa... Recorrían Madrid entero subidos en su Vespa hasta que llegó su primer cliente: un compañero de la universidad que había montado un establecimiento de comidas.

   Se focalizaron en clientes "que pudieran entender nuestra filosofía de la calidad" y llegaron a los cien primeros. De ahí, todo ha sido seguir creciendo, expandir el mercado a toda España y establecimientos por Europa entera. Compraron una pequeña fábrica en la localidad madrileña de Móstoles y la fueron ampliando. Desde el comienzo trabajaron en asociación con las cooperativas locales, que eran las que se encargaban de seleccionar los mejores cafés para enviarlos a España.

MODELO DE ÉXITO

   La primera vez que se planteó este negocio seriamente todo el mundo le decía que estaba loco. Cauca, aún en plena guerra entre las FARC y el Gobierno, era una de las zonas más peligrosas del país, con la guerrilla activa en la zona. "Lejos de amedrentarme, entendí que si nadie invertía allí la situación de pobreza nunca se revertiría", explica Ricardo. El Cauca, al igual que el departamento de Nariño, tenía las condiciones perfectas de altitud y de humedad para dar al café el aroma dulce que buscaba Ricardo y además había terrenos disponibles, así que "era el lugar perfecto, solo faltaba inversión y liderazgo".

   La región cuenta con más de 90.000 pequeños productores de café, entre los que se encontraba un grupo de mujeres que en 1999, en uno de los viajes de Ricardo a Colombia ya con la empresa en funcionamiento, le pidió ayuda. Eran madres cabeza de familia cuyos maridos habían muerto por el conflicto o se habían visto obligados a desplazarse. Querían producir café y para ayudarles Ricardo creó la Asociación de Mujeres Caficultoras del Cauca. El proyecto creció y más de 200 familias comenzaron a producir café "en un entorno de guerra pura y dura", pero siempre al margen de la guerrilla. Tal fue el éxito de este programa de "empoderamiento de la mujer" que la AECID, la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo, decidió invertir para que en otras 200 familias pudieran sumarse al proyecto de Supracafé.

supracafé

   Del mismo modo, la OCDE nombró a Supracafé como el café oficial de sus cumbres y el PNUD, el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, eligió a la compañía como modelo de éxito y la incluyó en el 'Business Call to Action', una plataforma que busca "acelerar el progreso frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), apoyando a las empresas a desarrollar modelos de negocios inclusivos que promueven el éxito comercial y a su vez el impacto de desarrollo de la población base de la pirámide", tal y como se recoge en la propia página web del PNUD.

   Pero la aportación de Supracafé al desarrollo local va más allá de haber empoderado a las mujeres de la zona. Con fondos americanos, la compañía desarrolló un programa para reinsertar en la sociedad a una treintena de guerrilleros y excombatientes que habían ingresado en las FARC entre los ocho y los veinte años. Les enseñaron el negocio del café para que pudieran ganarse la vida por esta vía. Ricardo recuerda que aquello "fue espectacular desde el punto de vista humano".

PARQUE TECNOLÓGICO

   Según pasaban los años las ganas de producir un café mejor iban aumentando y lo hacían de manera directamente proporcional al crecimiento de su cartera de clientes. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que era necesario invertir aún más en la región. "Queríamos hacer el Vega Sicilia del café, pero para ello hubo que comprar fincas, invertir en innovación y ponerlas al servicio de los productores", explica.

supracafé

   Entonces llegó la llamada del gabinete de Gobierno del Cauca, que les propuso crear un Parque Tecnológico que generara valor para esa comunidad. A través del hecho de dar a conocer sus productos y del turismo que eso generaría se pretendía convertir a la región cafetera en un destino más que visitar dentro del país. Y así ha sido, pues por ahí han pasado ya más de 16.000 turistas de los cuales más de mil son extranjeros.

   Han pasado más de treinta años, pero la pasión de Ricardo por el café se mantiene "intacta". En las fincas de los productores con los que trabajan en su empresa se cultivan más de doscientas variedades de café y pese a ser una empresa pequeña, de apenas treinta empleados, ha generado trabajo para una comunidad entera. Ricardo ha dado trabajo a Jorge, un campesino que siempre vivió de la economía informal y que ahora tendrá una pensión a la hora de jubilarse gracias a que los últimos diez años los ha cotizado trabajando en Supracafé. Y a Fabiola, que tras haberse visto obligada a desplazarse de su casa cuando la guerrilla asesinó a su padre y a su hermano, volvió para liderar el proyecto de inserción de combatientes.

   Ricardo fue a Colombia para dos meses y se quedó prendado "de un país que me ha dado todo lo que tengo". Sigue viajando entre seis y siete veces al año para visitar a sus productores y comprobar cuáles son sus necesidades. Allí ha hecho decenas de amigos y sabe que es un lujo poder hacer de su pasión su propia profesión; pero hay algo que valora aún más: "no hay cosa mejor que ganarse la vida con algo que genera valor compartido".