Actualizado 26/06/2010 10:31

R.Quetzal.- La Ruta Quetzal explora el proceso de plantación y fabricación del cacao en Comalcalco, en el estado mexican

Jóvenes de Haití y Chile relatan a sus compañeros sus experiencias en los graves terremotos de principios de año


COMALCALCO (MÉXICO), 26 Jun. (Del enviado especial de EUROPA PRESS, Daniel Herrero) -

La expedición de la XXV Ruta Quetzal BBVA se sumergió este viernes en el proceso de plantación y explotación del cacao mediante una visita a la hacienda Jesús María, ubicada en la localidad mexicana de Comalcalco, en el estado de Tabasco (sureste), para conocer y explorar un proceso mayoritariamente artesano que comienza en la huerta y concluye con el tan famoso chocolate.

La hacienda visitada comprende 60 hectáreas de cacao y representa a un sector clave en Tabasco, donde existen unas 42.000 hectáreas dedicadas a esta planta y gestionadas por unos 38.000 productores. Según explicó el presidente de la empresa, Vicente Alberto Gutiérrez, al cargo de 53 trabajadores, la hacienda produce alrededor de 700 toneladas de cacao al año, a lo que se añaden entre 500 y mil toneladas más de productos semiprocesados que sirven de materia prima a otras industrias.

Los jóvenes 'ruteros' se desplazaron a través de estas instalaciones para conocer todo el proceso e incluso degustar alguno de los productos, antes y después de su tratamiento. "Significa retomar el contacto con el campesino", explicó a Europa Press el 'rutero' italiano Enrico Jan Budzeijko, quien se mostró contento por los variados talleres en lo que había participado. A su juicio, en el mundo actual actividades como la de este viernes ayudan a "retomar el contacto con la tierra".

Este contacto con la naturaleza se trasladó horas después a las ruinas prehispánicas de Comalcalco, únicas por su composición en ladrillo y que, en su totalidad, abarcan unas 547 hectáreas. En total, se calcula que la ciudad olmeca estuvo en su día compuesta por 480 edificios en los que habitaron entre 3.000 y 5.000 personas, aunque ahora ha quedado relegada a un uso meramente turístico.

CHILE Y HAITÍ

También la naturaleza, pero en esta ocasión por su furia ocasional, fue la protagonista de las denominadas tertulias iberoamericanas que periódicamente organiza la Ruta Quetzal para que los jóvenes conozcan otras realidades. Después de una primera charla el jueves sobre México, en esta ocasión los protagonistas fueron seis jóvenes que relataron sus respectivas experiencias en los últimos terremotos de Chile y Haití.

En este sentido, Sem Bruel, haitiano de 17 años, contó a sus compañeros cómo el 12 de enero sintió en su casa el temblor --que finalmente se cobraría más de 230.000 vidas humanas-- y comenzó a oír un ruido "infernal" que resultó ser un devastador seísmo. Recordó cómo la gente corría y gritaba por las calles: "Muchos aún no habían ido a casa, pero ya sabían que no tenían".

Para Pierre Luthiena, también de Haití, la tragedia le llegó el día de su cumpleaños, un día que comenzó con celebración y concluyó "durmiendo en el suelo" con frío y con hambre. "Aprendí que el pueblo haitiano es pobre, pero tenemos mucho amor", explicó a sus atentos compañeros, ante quienes también relató que algunos de sus amigos no tuvieron tanta suerte como ella y perdieron a uno o varios de sus familiares más cercanos.

Entre los chilenos, Melissa Aldina Leiva no pudo evitar romper a llorar al rememorar unas vacaciones en el sur el país que concluyeron con el mayor susto de su vida, especialmente cuando, desde un segundo piso de una residencia cercana al mar, vio el tsunami generado por el temblor de 8,8 grados en la escala de Richter. "Miré hacia la ventana y vi la ola", indicó, en un relato que, al igual que el de sus compañeros, hizo hincapié en los problemas de comunicación y suministro que se registraron en los días posteriores.

Juan Pablo Fuenzalida afirmó que todos, cada uno en su caso, tuvo que hacer "lo posible por escapar". Tras el terremoto, apuntó, "la civilización se había venido abajo". "Solos contra la naturaleza no somos nada", reconoció, por lo que alabó la solidaridad que brota en estas crisis y que a su familia le llevó a acoger hasta a 20 parientes en una única casa.