Actualizado 20/09/2018 11:17

¿Sabes la historia de la argentina condenada por primera vez en el mundo por sus huellas dactilares?

HUELLA DACTILAR
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   BUENOS AIRES, 20 Sep. (Notimérica) -

   Corría el año 1892 y Argentina era aún un país en formación. Sin embargo, fue aquel año en el que el país sudamericano utilizó por primera vez en el mundo uno de los métodos más avanzados y claves para la investigación y esclarecimiento de crímenes.

   El 29 de junio de ese año dos niños, de 4 y 6 años, fueron encontrados degollados en un rancho de Necochea junto a su madre, también con un corte en el cuello, a quien en un primer momento se le trató como una sobreviviente de aquel cruel ataque.

   El caso de Francisca Rojas --madre de los niños asesinados-- fue emblemático en aquella Argentina que quería convertirse en potencia mundial. Más aún porque el esclarecimiento de este suceso llegó de la mano de un invento local, un sistema de identificación dactiloscópica que estaba siendo desarrollando en La Plata por el antropólogo croata Juan Vucetich.

   En el momento en el que Rojas recuperó el conocimiento, no tardó en acusar a su amigo y vecino Ramón Velázquez, que según la madre la cortejaba. De acuerdo con su versión de los hechos, el sospechoso intentó abusar de ella y entonces la atacó con una pala junto a sus hijos. En su furia, Rojas gritaba que, antes de cortarle el cuello, Velázquez le había dado una paliza. Pero en su cuerpo no había rastros de golpes.

   Velázquez, quien aseguraba ser inocente, fue detenido por la Policía y llevado a un calabozo. Según se denunciaría después, mientras se encontraba detenido fue sometido a interminables y crueles torturas para que confesara. Sin embargo, algo no cuadraba en los hechos.

   El inspector de Policía Eduardo Álvarez desconfiaba del relato que había aportado la madre sobre el crimen. Así, Álvarez hizo algo que pasaría a la historia de la criminología: cortó un pedazo de una puerta de la casa de Rojas donde había quedado la marca de una mano ensangrentada, y trató de poner en práctica el sistema de huellas de Vucetich.

   Después de las comprobaciones, el sistema confirmó que las huellas de la puerta no correspondían a Velázquez, sino a Rojas.

   Tras la confesión de la madre del doble crimen, esta comentó que prefería matar a sus hijos antes que dárselos a su marido. Así, Rojas fue condenada el 20 de septiembre de 1894 en Dolores a una pena por tiempo indeterminado.