Actualizado 26/11/2018 08:41

La ganadería de toros bravos más antigua del mundo está en México

Atenco, la hacienda ganadera más longeva
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   CIUDAD DE MÉXICO, 25 Nov. (Notimérica) -

   Seguro que no te lo esperabas, pero sí, la ganadería de toros bravos más antigua del mundo no es española sino que se encuentra en el municipio mexicano de Toluca. 500 años de tradición y vacas navarras junto a toros criollos le avalan para que sus reses continúen siendo lidiadas en las mejores plazas.

   Al contrario de lo que se suele pensar, España no acapara la cabaña más longeva del globo. Es la hacienda de Atenco, en el Valle de Toluca, la más antigua de toros bravos que aún sigue en pie. Su origen se remonta a 1512, cuando en la colonización del país mexicano, el mismo Hernán Cortés ofreció a su primo, el licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, el pueblo de Calimaya, propiedad en la que se formó la finca.

   Atenco, con reses criollas (ejemplares navarros cruzados con ganado criollo en estado salvaje), se convirtió con el tiempo en una de las casas madres de la ganadería brava mexicana. Fue en 1897 cuando se lidiaron en La Habana dos toros a los que mató Juan Jiménez "El Ecijano", convirtiéndose en los primeros mexicanos en ser toreados en el extranjero. Así, la empresa familiar se catequizó como la ganadería más importante del siglo XIX.

   Esta villa ostenta hoy una de las mejores castas del país, conocida por su bravura, dureza, juego o ligereza. La "Hacienda Principal", conocida así desde 1722 junto con el conglomerado de ranchos que la rodean, guarda en su interior la plaza de tienta, una de sus instalaciones básicas que sigue en pie desde 1836, año a partir del cual no se realizó ninguna construcción.

   

   Vaqueros, jefes de cuadra, caladores y carroceros convivían en la "Principal" para criar reses junto a encargados de la elaboración de productos lácteos como el queso, la mantequilla o el requesón. La Vaquería de Santa María, en la propia hacienda, distribuía los artículos para el posterior consumo en el pueblo. Además, coleros, porqueros, boyeos, cuerveros, orilleros, zacateros, aguadores, peones y ayudantes también formaban parte de esta pequeña casa ganadera.

   En la actualidad y tras pasar por muchas manos, José Antonio y María del Carmen Pérez de la Fuenta son los encargados del latifundio que tiene por emblema una divisa azul celeste y blanca, en un país donde la tauromaquia es Patrimonio Cultural.

   México declaró en 2011 la fiesta brava como Patrimonio Cultural Inmaterial para impulsar su crecimiento y preservar la tradición. Una iniciativa fomentada por los Centros Taurinos, la Asociación Nacional de Matadores, la de Criadores de Toros o la Unión Mexicana de Subalternos, entre otras. Una celebración que a día de hoy no deja de levantar pasiones.