Actualizado 24/08/2017 08:10

Santa Rosa de Lima, patrona de las Américas y primera santa iberoamericana

Imagen de Santa Rosa de Lima
Imagen de Santa Rosa de Lima - WIKIPEDIA
San Martín

   LIMA, 24 Ago. (Notiamérica) -

   La religiosa peruana Santa Rosa de Lima es una figura importante para Perú, pues representa un símbolo de integración de la sociedad del país. Fue una de las primeras en recibir el reconocimiento canónico de la Iglesia Católica y ser nombrada santa por el papa Clemente X en 1671.

   Isabel Flores de Oliva, nombre real de Santa Rosa, nació el 20 de abril de 1586 en Lima (Perú). Desde pequeña se vio su vocación religiosa ya que, al igual que Santa Catalina de Siena, realizó ayunas y severas penitencias a espaldas de su familia. A los 12 años se mudó a Quives --cerca de Lima--, lugar donde recibió la confirmación y además se le otorgó el nombre de Rosa.

   Pese a la oposición de su familia, Santa Rosa tomó el habito de terciaria dominica en la iglesia limeña de Santo Domingo en 1606, aunque nunca entró en un convento. Construyó una ermita cerca de su casa y ahí fue donde pasó su vida, dedicada a la oración y saliendo solo para ayudar a los más necesitados. Se dice que durante esta época ayudó al fraile mulato San Martín de Porres a cuidar de los enfermos. San Martín

   Alcanzó el grado más alto de la escala mística, el matrimonio espiritual, el 26 de marzo de 1617, cuando Fray Alonso Velásquez puso en su mano un anillo que simbolizaba la unión con Dios. A Santa Rosa se le atribuyeron varios dones entre los que destaca la precognición. Y es que ella misma predijo su muerte, tanto el lugar como el día en el que fallecería. Su predicción se cumplió el 24 de agosto de 1617, hace hoy 400 años, cuando murió en Lima mientras estaba en casa de un amigo.

   Fue beatificada en 1668 por el papa Clemente IX y al año siguiente declarada patrona de Lima y del Perú. Antes de ser canonizada, fue elegida también como patrona de las América, Filipinas y de las Indias Orientales. Finalmente, el papa Clemente X la canonizó en 1671 nombrándola santa de la Iglesia católica.

   Pese a que su muerte fue el 24 de agosto, muchos países iberoamericanos celebran la fiesta en honor a Santa Rosa el 30 de agosto, aunque en el Concilio Vaticano II se trasladó al 23 de este mes.