Los impactos más severos de las sequías extremas se concentran en las regiones áridas y semiáridas, como el Mediterráneo
MADRID, 16 Oct. (EUROPA PRESS) -
Las sequías prolongadas y extremas ponen en peligro la capacidad de pastizales y matorrales para almacenar carbono y amenaza actividades como la ganadería y la agricultura, según un estudio liderado por la Universidad Estatal de Colorado (EEUU) que ha contado con la participación de 120 instituciones, entre ellas varias españolas como centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En concreto, los resultados demuestran que la pérdida media de productividad vegetal de matorrales y pastizales tras cuatro años de sequía extrema se dobla en comparación con lo que sucede tras sequías de intensidad moderada. Esto pondría en riesgo la capacidad de estas plantas para absorber y secuestrar carbono a nivel global, cuando en la actualidad cubren cerca de la mitad del planeta y acumulan más del 30% de las reservas mundiales de carbono.
A su vez, esta pérdida podría hacer que se viesen comprometidas actividades esenciales como la ganadería, ya que los animales dependen de pastos para alimentarse; y la agricultura, porque, entre otras cosas, los matorrales y pastizales actúan como barreras naturales contra la erosión y son reservorios de biodiversidad (por ejemplo, albergan polinizadores y microorganismos beneficiosos para los cultivos).
Para elaborar esta investigación, que ha salido publicada este jueves en 'Science', los autores han analizado datos experimentales de 74 ecosistemas de pastizales y matorrales en seis continentes. En sí, han construido estructuras de manipulación de lluvia que reducen cada evento de precipitación en una cantidad determinada.
De esta manera, han concluido con que las sequías más dañinas son aquellas que comportan una escasez de lluvia durante varios años y tienen una intensidad extrema. "Históricamente (eran) raras, ocurrían una vez cada cien años, pero, con el cambio climático, se estima que podrían llegar a producirse con más frecuencia y durar más", ha destacado Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y coautor del estudio.
Por zonas, han indicado que los impactos más severos de las sequías extremas se concentran en las regiones áridas y semiáridas, como el Mediterráneo, el suroeste de EEUU, África austral y Asia central, donde la falta de agua puede provocar alteraciones profundas en la dinámica de las especies. En estos ecosistemas, las sequías prolongadas pueden interrumpir la emergencia de nuevas plantas o reducir drásticamente su fecundidad, lo que pone en riesgo la supervivencia de las especies más sensibles. A esto se suma una mayor variabilidad en el ciclo de las lluvias y una alta radiación solar, lo que aumenta las temperaturas y hace que se evapore más agua.
Por el contrario, los pastizales y matorrales más húmedos, como los que hay en el norte de Europa o el centro-norte de EEUU, resisten mejor las sequías moderadas gracias entre otros factores a su mayor diversidad y disponibilidad de agua. Aún así, los investigadores han advertido que estos ecosistemas también pierden su capacidad de recuperación cuando las sequías extremas se repiten durante varios años consecutivos, viendo caer su productividad hasta un 160% más que en condiciones moderadas.
AÑOS DE INVESTIGACIÓN EN CATALUÑA, MADRID Y EL PIRINEO ARAGONÉS
Este análisis se enmarca en el 'International Drought Experiment' (IDE), la red experimental global más grande dedicada a estudiar los efectos de la sequía con más de 170 investigadoras e investigadores. Entre otras instituciones españolas, en este estudio han participado el CREAF, el Instituto de Investigación en Cambio Global de la Universidad Rey Juan Carlos (IICG-URJC) y el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), centro del CSIC.
De esta manera, las parcelas experimentales que ha estudiado el CREAF se ubican en el Garraf (Cataluña) y se encuentran entre las más antiguas del mundo. "Desde finales de los (años) 90 llevamos a cabo experimentos en torno al impacto de la sequía en pastizales y matorrales. Esto nos da datos muy valiosos y fiables, que hemos podido aportar a esta investigación", ha explicado Romà Ogaya, investigador del CREAF, coautor del estudio y coordinador de los experimentos en campo.
Mientras tanto, IICG-URJC acumula ya diez años de muestreos en matorrales y pastizales del sudeste de la Comunidad de Madrid, en la instalación experimental puesta en marcha en la finca El Espartal (Ciempozuelos). "Aunque el trabajo publicado ahora se centra en intervalos de cuatro años, el estudio muestra la importancia del mantenimiento de estudios experimentales a largo plazo", ha señalado la investigadora del IICG-URJC Ana M. Sánchez.
Por su parte, el IPE-CSIC ha sido responsable de recopilar los datos obtenidos en pastos subalpinos del Pirineo aragonés. Allí establecieron seis parcelas de seguimiento, tres de ellas con un tratamiento de sequía y tres en las que se realizó un seguimiento durante cinco años de la productividad vegetal, además de otras variables climáticas y edáficas complementarias.
En este marco, la productividad vegetal de la zona de estudio se vio menos afectada tras el experimento de sequía en comparación con zonas más áridas o que habían sufrido sequías más extremas o prolongadas. "Esto pone de manifiesto la gran utilidad de los estudios coordinados para entender de forma más profunda los impactos esperados de las sequías en función de las condiciones específicas de cada región", ha destacado la científica titular del IPE-CSIC Yolanda Pueyo.