Actualizado 14/05/2015 19:37

La tasa de mortalidad por armas de fuego es mayor que hace diez años en Brasil

Taxa de mortalidade por armas de fogo é maior em quase 10 anos no Brasil
Foto: REUTERS

SAO PAULO, 14 May. (Reuters/Notimérica) -

   La tasa de mortalidad por armas de fuego ha alcanzado en 2012 el nivel más alto desde hace 10 años en Brasil, debido a un incremento en el número de homicidios, según una investigación divulgada este miércoles. El principal grupo de víctimas está formado por hombres jóvenes, negros y pobres.

   El Mapa de Violencia reveló que la tasa, que tiene en cuenta el crecimiento de la población, se situó en 21,9 muertes por cada 100.000 habitantes en 2012, año más reciente de la serie histórica de la investigación, que comenzó en 1980. Es la segunda tasa más alta jamás registrada, por detrás de 2003, cuando llegó a 22,2 muertes.

   En números absolutos, 42.416 personas murieron por armas de fuego en 2012, o 116 muertes por día, muy por encima de la cantidad de víctimas de 40 conflictos armados actuales en el mundo o de las muertes por SIDA registradas en el país durante el mismo periodo.

   "Vivimos en situación de guerra", afirmó a Reuters el sociólogo Julio Jacobo Waiselfisz, autor de la investigación, hecha en asociación con la Unesco de Brasil, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y diferentes órganos del Gobierno brasileño.

   Los homicidios, ocurridos principalmente en las periferias donde hay "baja capacidad de acceso a bienes y servicios por parte de la sociedad", han impulsado el número de muertes, representando un 94,5% del total. El estudio también consideró otras posibilidades como las armas de fuego, accidentes, suicidios y otras causas indeterminadas.

   "Tanto el total de víctimas de armas de fuego como el de asesinatos practicados con armas de fuego representan las cifras más altas registradas en el país por el Mapa de la Violencia", según recoge el informe.

   Entre 1980 y 2012, se produjo un crecimiento del 387% en el número de muertes por armas de fuego, considerando que la población brasileña ha crecido, en el mismo período, en un 61%. Los homicidios han aumentado en un 556,6%, mientras que los suicidios han subido en un 49,8%. Las muertes accidentales, sin embargo, han caído en un 26,4%.

   En 2012, la región del noreste fue la más violenta, 31,5 muertes por cada 100 mil habitantes, seguida por el norte (23,9), el centro-oeste (26,5), el sur (18,4) y el sureste (15,4).

   Alagoas fue el Estado con mayor tasa de muertes por armas de fuego en 2012, con 55 muertes por cada 100.000 habitantes, seguido por Espíritu Santo, Ceará, Bahía y Paraíba. Por otra parte, Roraima registró la menor cifra, seguido de Santa Ctarina, São Paulo, Piauí y Acre.

   Entre las capitales, Maceió lideró el ranking de más violentas, con 79,9 muertes por cada 100.000 habitantes, seguida de Fortaleza, João Pessoa, Salvador y Natal. Boa Vista, Palpas, Florianópolis, São Paulo, y Campo Grande, que aparecen con las mejores tasas. Río de Janeiro fue la ciudad que obtuvo la mayor caída del índice, de un 68,3%.

   El estudio apuntó que las armas de fuego acabaron en 2012 con un 142% de negros más que de blancos y que el 94% de las víctimas eran hombres.

JUVENTUD AMENAZADA.

   A pesar de las muchas vidas que han sido salvadas en los últimos años debido a las políticas de control de armas mediante la aprobación de Estatuto de Desarme, los jóvenes siguen siendo las principales víctimas.

   Del total de muertos por disparos en 2012, 24.882 eran jóvenes de entre 15 y 29 años, un 59%. En cuanto a la tasa de mortalidad por armas de fuego de la población general fue del 21,9. Entre los jóvenes, esa proporción alcanzó el 47,6, los datos más altos registrados por el Mapa de Violencia desde 1980.

   "Las armas de fuego matan, no están hechas para convencer al prójimo, están hechas para matar... No es un arma para defender, es un arma para matar. Uno de los dos va a morir, o los dos", afirmó el sociológico.

   Waiselfisz defendió las reformas del Código Penal procesal "antes favorecían la impunidad". Sin el sistema penitenciario y la educación es imposible para Brasil combatir estos índices crecientes.

   "Estamos descuidando muchos de los factores que pueden llevar a la disminución de los niveles de violencia y homicidios de Brasil... Nuestra educación no está consiguiendo llevar a los niños a la escuela", afirmó el sociólogo.

   Cuando se le preguntó sobre el reciente debate de la reducción de la edad penal y la suspensión del Estatuto de Desarme, declaró que la falta de políticas públicas efectivas puede llevar a la población a "querer hacer justicia con sus propias manos".

   "Sabíamos que el desarme era una condición necesaria, pero no suficiente para hacer caer la tasa de homicidios". "Esto será un proceso civilizador".