Publicado 10/07/2016 19:07

Los Tenangos de Hidalgo: la magia de los hilos y los bordados en México

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   CIUDAD DE MÉXICO, 10 Jul. (Notimex/Notimérica) -

   Sus manos crean grandes obras de arte sobre lienzos de algodón. Faustina José, originaria del pueblo hidalguense de San Nicolás, descubrió desde muy pequeña su talento para plasmar y bordar hermosos diseños autóctonos que reflejan la flora y la fauna de dicha región.

   Este tipo de arte se denomina tenango, como comúnmente son conocidas estas artesanías textiles que atraen a los compradores por sus hilos, la combinación de colores y formas indefinidas. "Solo imaginamos las figuras", ha explicado José Modesto, quien ha elaborado estos magníficos bordados durante más de 30 años.

   San Nicolás es un pequeño poblado que pertenece al municipio de Tenango de Doria, una localidad Otomí-Tepehua, que en su búsqueda impresiona porque es necesario transitar por un camino de constantes curvas, lleno de barrancos y cuantiosa vegetación, y el número tan reducido de habitantes --sobre todo mujeres y niños-- contrasta con la cantidad de lienzos bordados cada día.

   Sobre ellos, tal y como lo expone el libro 'Los tenangos: mitos y ritos bordados: Arte textil hidalguense', de Carmen Lorenzo Monterrubio, la comunidad plasma con hilos y creatividad el testimonio de la historia y la cotidianidad de dicha región.

   Los habitantes cuentan que en el paraje 'El Cirio' y en las rocas ubicadas a espaldas del pueblo hay pinturas rupestres que sus ancestros dejaron y en ellas se inspiraron para dar vida a los tenangos.

   Algunas de estas pinturas son poco visibles a día de hoy, ya que se han deteriorado con el paso del tiempo, pero todavía pueden apreciarse de manera tenue algunas de estas figuras --como gallos, perros, venados y víboras--.

   Mujeres como Faustina echan rienda suelta a su imaginación y, sin dificultad, toman un marcador de agua en color negro y dejan correr la tinta sobre la tela.

   Según ha explicado, primero dobla el lienzo en cuatro para que sirva de guía y el dibujo quede en el centro. "Es lo primero que ve un comprador cada vez que viene", comenta mientras delinea un pájaro de dos cabezas.

   "Por eso dicen que los tenangos son piezas únicas", acentúa y, al mismo tiempo, sigue con el trazado de líneas porque, como una artista innata, mueve las manos conforme llegan a su mente los personajes 'raros' de la flora y la fauna de su lugar natal.

VOCACIÓN DE POR VIDA

   La bordadora cuenta que a los 11 años empezó a dibujar porque le llamó la atención cómo lo hacía una señora. "Yo decía: algún día quiero ser así", ha expresado contenta de ser de las pocas personas dedicadas a esta labor previa al bordado.

   Según ha señalado, en esta comunidad hay 15 mujeres dibujantes y, entre ellas, también destaca el trabajo de tres hombres y una joven de 19 años de edad. "Me gustaría que animarán a los jóvenes porque si esto se pierde, ya no habrá bordado para los demás", ha sentenciado.

   José Modesto narra que aprendió a bordar a los cinco años de edad y fue gracias a una de sus tías, que le enseñó desde la forma más sencilla hasta la más fina del arte del bordado.

   El principal detalle que marca la diferencia es la puntada sobre la tela. "La idea es buscar que el hilo no quede parado ni suelto. Se tiene que acomodar bien y el bordado debe quedar cerrado; no es bordar por bordar".

   Faustina ha puesto gran empeño y pasión para plasmar sus anhelos en cada mosaico de colores, ya que su trabajo ha obtenido el primer lugar en un concurso local y lo ha colocado a la venta en distintas partes de Hidalgo.

   

UN TRABAJO POCO VALORADO

   Tal y como indica, la gente --clientes y visitantes-- han pedido plasmar estos bordados en camisas, vestidos, bolsas, mochilas, monederos, cojines, colchas, cortinas y servilletas, entre otros textiles para el hogar. "Nos hemos dedicado a cambiar nuestro bordado y hacemos algo diferente", ha resaltado la mujer de 39 años de edad.

   Sin embargo, la bordadora se queja de que es un trabajo "mal valorado", porque recibe poco dinero por el tiempo dedicado y tantos años frente al lienzo blanco le han afectado a la vista, como ya ha sucedido con algunas de sus compañeras.

   "Mi tía, la persona que me enseñó a bordar, lamentablemente quedó ciega porque durante el día acarreaba la leña o realizaba otras labores. Este trabajo lo hacía todas las noches con una bombilla; había luz, pero evitaba usarla porque no tenía con qué pagar los recibos", ha detallado.

   Para muchos, según indica, es difícil tomar precauciones debido a las pocas ganancias obtenidas y el dinero que cuestan unas gafas, por ejemplo. "Por eso me gustaría pedirles que valoraran un poco más nuestro trabajo", ha insistido

   Un mantel de cuatro metros tarda entre cuatro y 12 meses en estar listo. "Tarda mucho porque lo bordamos a mano y nos pagan de dos a tres mil pesos. ¿Cuánto ganamos por día?", ha ejemplificado.

   Por esta situación, la bordadora ha manifestado su inquietud por instalar una casa de artesanía en San Nicolás. "La idea es atraer a la gente y hacer de manera directa la venta de los tenangos".

   En 2014, un grupo de artesanos conformaron la Sociedad de Tenangos Bordados Textiles y obtuvieron la marca colectiva 'Tenangos Bordados de Hidalgo', ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), lo cual les aseguró la protección de la calidad de su trabajo.

   Esta marca colectiva aportó un valor agregado a sus artesanías y les abrió la posibilidad de ponerlas a la venta en los mercados locales y mundiales porque está legalmente respaldada.