Actualizado 17/12/2013 22:09

Tenían orden de "no tocarle ni con el pétalo de una rosa"

El periodista del 'Nuevo Herald' Jim Wyss.
Foto: 'EL NUEVO HERALD'

MIAMI, 12 Nov. (EUROPA PRESS) -

   El inspector que custodió al periodista del Miami Herald, Jim Wyss, durante su detención en Venezuela, dijo al reportero que tenía orden de ""no tocarle ni con el pétalo de una rosa".

   Así lo ha relatado el periodista que ha contado en su periódico una "odisea" que duró 48 horas, pero en la que vivió muchos momentos de tensión y de ansiedad.

   Según cuenta Wyss, sus problemas comenzaron el jueves, 8 de noviembre, cuando se encontraba en la población fronteriza de San Cristóbal, en el estado Táchira.

   Había pasado el día entrevistando a líderes de la oposición y del partido en el poder acerca de las elecciones municipales del 8 de diciembre. También quería algunas estadísticas sobre contrabando ya que en esa zona fronteriza con Colombia ambas partes le habían comentado que el contrabando de alimentos era un tema candente.

   Para ello, y por indicación de varias personas, se puso en contacto con la Guardia Nacional Bolivariana, que controla la frontera. Tras una llamada telefónica a su cuartel, le invitaron a hacer la solicitud en persona.

   "Todo parecía ir bien. Me presenté como reportero y me dijeron que 'el general' hablaría pronto conmigo". "La tarde se convirtió en noche entre múltiples mensajes de que 'el general' había encontrado un lugar en su agenda para mí. A las 7 p.m. -después de una cuatro horas de espera- les dije que tenía que irme. Me dijeron que no podía", relata el periodista.

   "En lugar de eso, me entregaron al 'inspector', quien me metió a un carro blindado con puertas que no se podían abrir desde adentro (lo verifiqué). Cuando le pregunté a dónde ibamos, dijo que 'a mi oficina'", prosigue Wyss.

   En la oficina, una casa de San Cristóbal, comenzó el interrogatorio "de verdad". El inspector hurgó en el disco duro del ordenador del reportero pidiendo a éste que le tradujera algunas historias al tiempo que observaba las fotografías.

¿QUIÉN ES ESTE CARAJO?"

   "Fue una experiencia surrealista", cuenta el periodista, quien explica que cuando el funcionario encontró una fotografía de un ceñudo hombre barbado mirando fijamente a la cámara, le preguntó: "¿Quién es este carajo?". "Le tuve que explicar que se trataba de mi hermano, un productor de chocolate que vive en Nicaragua, haciendo muecas frente a la cámara", recuerda.

   Pero Wyss también tenía fotos del líder opositor Henrique Capriles y a la vista del número de éstas, el inspector dijo que la "plétora" de fotografías sugería que era un activista de la oposición.

   "Le expliqué que mientras las personas como Capriles con frecuencia le dan acceso al Miami Herald, nunca habíamos recibido permiso para ir con Chávez o Maduro en sus campañas. Aunque de cualquier manera cubrimos sus campañas, usualmente era desde la multitud y de una manera que generalmente no ayuda a obtener retratos de calidad", relata Wyss.

   Cuenta que el mismo funcionario también le pidió a uno de sus subalternos que copiara a mano los contactos de su teléfono celular, un total de 1.314. "Cuando les quedó claro que era una tarea enorme, le enviaron el teléfono a alguien para 'chuparle los datos' de manera electrónica.

NU HUBO AMENAZAS FÍSICAS NI VERBALES

   Wyss dice que en ese momento todavía esperaba que la cuestión de su identidad se resolviera rápidamente. Aunque ha estado registrado con el Ministerio de Comunicación e Información (Minci) por años, y durante eventos especiales le han otorgado pases de prensa, el 'inspector' dijo que el Minci no sabía quién era.

   El periodista reconoce que a pesar de su "creciente ansiedad", nunca hubo amenazas verbales o físicas. De hecho --dice-- el inspector "me dijo que sus órdenes" eran "no tocarte ni con el pétalo de una rosa". "Lo agradecí, pero me preguntaba cómo hubiera sido la entrevista sin esas restricciones". El interrogatorio se extendió hasta cerca de las 2,30 de la madrugada, cuando le encerraron en un pequeño cuarto, y se reanudó a las seis de la mañana del viernes.

   Aunque el 'inspector' no le dejaba hacer una llamada telefónica, uno de sus subordinados se "compadeció" de él y le dejó hacer telefonear, siempre y cuando hablara en español. "Llamé a mi novia, que por casualidad estaba en Weston, y le pedí que le pasara el mensaje a mi jefe, John Yearwood", cuenta.

   A partir de ahí se puso en marcha toda una maquinaria desde Estados Unidos que concluyó con su liberación el sábado, 9 de noviembre, tras pasar por el Servicio de Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería, en Caracas, donde sintió el "alivio" de encontrar a dos funcionarios de la embajada de Estados Unidos que le dijeron que estaban trabajando para su deportación y que le entregaron una camisa limpia y un cepillo de dientes.

   Después fue llevado a una celda con otros ocho detenidos. "Era una atmósfera amistosa. Un palestino me invitó a ocupar la litera encima de la suya, un sirio hurgó debajo de su catre y me encontró una sábana sucia, manchada de sangre, y una almohada para pasar la noche".

   "Había una pequeña televisión, un reproductor de DVD y una cafetera. He dormido en peores hoteles, pero al menos sus puertas se abrían desde adentro", dice Wyss, quien revela que uno de los detenidos era un funcionario del gobierno que le dijo: El gobierno "quiere convertirte en un asunto político, así que tienes que salir de aquí rápido".

   "Mi odisea duró unas 48 horas. Fui excepcionalmente afortunado. El Miami Herald, el Departamento de Estado, aerolíneas, periodistas locales y completos extraños presionaron duro para que fuera liberado. Estoy agradecido con todos ellos", dice Wyss.

   "Las elecciones municipales vienen el mes próximo y espero cubrirlas. Y todavía sigo buscando esas estadísticas sobre el contrabando". "General: usted tiene mis números de teléfono y la información de contacto de todos a quienes he conocido en mi vida. Llámeme", concluye el periodista.